La carta con la que Carl Sagan logró que un club científico masculino se abriera a las mujeres

La carta con la que Carl Sagan logró que un club científico masculino se abriera a las mujeres
Sin comentarios Facebook Twitter Flipboard E-mail

Corría el año 1981 y el mundo académico aún era muy machista (hoy, en gran medida, lo sigue siendo). Tanto que diversos clubes y asociaciones científicas sólo permitían la entrada al consejo directivo a reputados hombres, mientras que las mujeres debían quedarse a las puertas, excluidas y segregadas de los puestos de prestigio al margen de su valía. El Explorers Club era uno de ellos.

Fundado en 1904, en un tiempo en el que a duras penas había mujeres en el mundo cuyo derecho a voto estuviera consagrado, el Explorers Club había sido incapaz de actualizarse al ritmo del resto de la sociedad. Mientras la incorporación de la mujer a la investigación y a la exploración había sido paulatina y evidente, el Explorers Club, reducto impertérrito de caballeros chapados a la antigua usanza, continuaba interpretando la ciencia como una cuestión varonil.

Para Carl Sagan, miembro más prominente de la asociación, aquello era insostenible. A su juicio, los motivos por los que el Explorers Club excluía de forma sistemática a sus pares femeninos eran ilógicos. Y así se lo hizo saber al puñado amplio de miembros del club a los que escribió una larga carta de dos páginas en las que afeaba su conducta y solicitaba la apertura y la actualización de la asociación a los tiempos modernos. Les pedía, en suma, que entendieran el inmenso valor que la mujer aportaba a la ciencia.

Pocos meses antes de su misiva, convenientemente revisitada por las webs dedicadas a rastrear y recordar el legado del divulgador, IBM había retirado su apoyo económico a la sociedad por su política de segregación. Sagan incluía el hecho en su carta, y lo utilizaba como advertencia: si no lográis entender que la igualdad de género es una cuestión moral y clave para el desarrollo de la ciencia, otros patrocinadores se marcharán. Era una situación insostenible. Tanto, que al término del año el Explorers Club había cambiado su política para siempre.

La carta escrita por Sagan contribuyó a que el club, uno de los más prestigiosos en los circuitos académicos y científicos de la época y con más de tres cuartos de siglo de existencia a sus espaldas, abandonara la anacrónica política de segregación. Y lo hizo no sólo apelando al argumento temporal, al desfase del veto a las mujeres, sino a uno mucho más inteligente: la ciencia no podía prescindir de las mentes y las manos del 50% de la humanidad. Una academia sin mujeres era una academia que se ponía palos en las ruedas.

Crta En

Por aquel entonces, el rol y el papel de la mujer en el campo académico comenzaba a reinterpretarse en términos históricos. No sólo se daban los primeros pasos hacia la justa ponderación de muchas mujeres científicas olvidadas o relegadas a relatos en segundo plano. También se publicaban nuevos trabajos y se hollaban nuevas metas científicas de la mano de brillantes mujeres que, tantos años después de ser excluidas social y legalmente, se adentraban en el mundo de la investigación científica.

Sagan entendía todo esto a la perfección. Y así se lo hizo saber a sus colegas en la carta que transcribimos a continuación.

Queridos miembros del Club de los Exploradores:

Gracias por darme la oportunidad de escribirles acerca de la admisión de mujeres en el club. El entusiasmo humano por la exploración y por el descubrimiento es el sello distintivo de nuestra especie y uno de los secretos de nuestro éxito. Es una tradición que se remonta en el tiempo más allá de los 76 años de orgullosa existencia del Club de los Exploradores. Cuando nuestra organización fue fundada en 1905, los hombres impedían a las mujeres votar o acceder a trabajos para los que estaban claramente preparadas. En la mente popular, las mujeres no exploraban.

Pese a ello, jugaron un papel significativo pero poco preconizado en la historia de la exploración, como en África durante el siglo XIX. De forma similar a la gloria en la que Lewis y Clark fueron bañados, Sacajewea, la mujer que les guió en cada centímetro de su aventura, fue extrañamente olvidada. Todas las instituciones reflejan los prejuicios y las convenciones de su tiempo, y cuando el Club de los Exploradores fue fundado reflejó necesariamente las actitudes de 1905.

Las tradiciones son importantes. Proporcionan continuidad con nuestro pasado. Pero depende de nosotros decidir qué tradiciones son esenciales al Club de los Exploradores y cuáles son accidentes de la época en la que fueron institucionalizadas. Los tiempos han cambiado desde 1905. Es claro que una terca rigidez puede destruir las que de otro modo podrían ser fructíferas instituciones; son reemplazadas por otras organizaciones más acorde a sus tiempos.

La reciente retirada de IBM de su apoyo corporativo al Club de los Exploradores por nuestra "política excluyente hacia las mujeres" debería ser sopesada con cuidado por cada miembro. Muchos otros antiguos colaboradores pueden denunciarnos.

Hoy las mujeres están realizando extraordinarias contribuciones en áreas de fundamental interés para nuestra organización. Hay varias astronautas. Las pisadas humanas más antiguas (3,6 millones de años) realizadas por un miembro de la familia humana han sido encontradas en un volcán de Tanzania por Mary Leakey. Pioneros estudios del comportamiento de los primates en la naturaleza han sido realizados por docenas de jóvenes mujeres, cada una pasando varios años con una especie diferente de primate.

Los estudios de Jane Goodall sobre el chimpancé son los mejor conocidos de entre las investigaciones que iluminan sobre los orígenes del ser humano. El récord de profundidad marina lo ostenta Sylvia Earle. Los vientos solares fueron medidos por primera vez por Marcia Neugebauer, utilizando la nave espacial Mariner 2. Los primeros volcanes activos más allá de la Tierra fueron descubiertos en Io, la luna de Júpiter, por Linda Morabito, utilizando la nave Voyager 1. Estos ejemplos de exploraciones modernas podrían ser multiplicados por cien. Tienen un auténtico significado histórico. Si la membresía al Club de los Exploradores es restringida sólo a los hombres, la pérdida será nuestra; nos estaremos privando de nosotros mismos.

Los supuestos paralelismos entre nuestra situación y aquellas de otras organizaciones me parecen forzadas. El Club de los Bohemios es un club vacacional; el Club de los Exploradores no. Los Boy Scouts y las Girl Scouts son para niños. Su membresía se deriva casi exclusivamente de adolescentes y pre-adolescentes que aún no se han acomodado en plenitud al sexo opuesto. Pero nosotros, presumiblemente, somos adultos, con una especial responsabilidad a la hora de interactuar con toda clase de humanos en el planeta.

No creo que la función primaria de nuestra organización sea afianzar los lazos entre colegas o servir como club social, aunque ciertamente hay espacio para ambas opciones. Creo que la dedicación fundamental del club está escrita en el cabecero de todo número de nuestra newsletter: "Hacia la conquista de lo desconocido y hacia el desarrollo de conocimiento". Si este es nuestro objetivo, entonces la admisión debería estar abierta a todos los miembros cualificados de la especie humana.

Cordialmente, Carl Sagan.

En esencia, Carl Sagan le dijo a sus compañeros: "Queridos hombres, las mujeres lo petan. Admitidlo. Un abrazo, vuestro colega Sagan". Una misiva que redondea una figura de por sí admirable.

Comentarios cerrados
Inicio