Los 6 consejos de Isaac Asimov para no quedarte nunca sin ideas a la hora de escribir

Los 6 consejos de Isaac Asimov para no quedarte nunca sin ideas a la hora de escribir
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Si hay una palabra que define a Isaac Asimov, esa palabra es “prolífico”. Para poder llegar a producir el número de novelas, cartas, ensayos y otros escritos que Asimov produjo a lo largo de su vida, tendrías que escribir una novela completa cada dos semanas durante 25 años.

¿Cómo fue capaz de tener tantas buenas ideas cuando el resto de los humanos parece que sólo tenemos una o dos en toda la vida? Para averiguarlo, he buscado la respuesta en la autobiografía de Asimov "It's Been a Good Life".

Asimov no nació escribiendo 8 horas al día, 7 días a la semana. Destruyó páginas, se sintió frustrado y fracasó una y otra vez. En su autobiografía, Asimov comparte las tácticas y las estrategias que desarrolló para no volver a quedarse sin ideas. Así que robemos todas las ideas de Asimov que podamos.

1. Nunca dejes de aprender

Asimov no era solamente un escritor de ciencia ficción. Tenía un doctorado en química por la Universidad de Columbia y escribió sobre Física, sobre Historia Antigua e incluso llegó a escribir un libro sobre la Biblia.

¿Cómo fue capaz de escribir tanto en una época en la que la especialización era corta de vistas? A diferencia muchos de los "profesionales" de hoy en día, el aprendizaje de Asimov no terminó en cuanto obtuvo su titulación.

No podría haber escrito la variedad de libros que logré escribir si hubiera partido solamente de los conocimientos que había adquirido en la escuela. Tuve que diseñarme un programa de auto-educación continua. Mi biblioteca de libros de referencia cada vez era mayor y me di cuenta de que tenía trabajar duro ante la posibilidad de malinterpretar algo que para alguien con conocimientos en la materia fuera de una simpleza ridícula.

Para tener buenas ideas, también necesitamos consumir buenas ideas. La titulación no es el final. En todo caso, es el principio.

Cuando estaba creciendo, Asimov lo leía todo:

Toda la diversidad de las lecturas, el resultado de una falta de orientación, dejó su huella indeleble. Mi interés se despertó en veinte direcciones diferentes y todos estos intereses se mantuvieron. He escrito libros sobre mitología, sobre la Biblia, sobre Shakespeare, sobre la historia, sobre la ciencia, y así sucesivamente.

Lee mucho y muchas cosas diferentes. Sé curioso. Nunca dejes de invertir en ti mismo.

2. No luches contra los bloqueos

Es alentador saber que, como yo, Asimov se veía a menudo bloqueado:

Con frecuencia, cuando estoy trabajando en una novela de ciencia ficción, me acabo hartando de la novela y no puedo escribir ni una palabra más.

Quedarse atascado es algo normal. Lo que diferencia al profesional del amateur es lo que pasa después: cómo reaccionamos.

Asimov no dejaba que un bloqueo le detuviera. A lo largo de los años llegó a desarrollar una estrategia...

No me quedo mirando las hojas de papel en blanco. No paso días y noches aporreando una cabeza vacía sin ideas. En su lugar, simplemente dejo la novela y paso a cualquiera de las docenas de proyectos que tengo pendientes. Escribo un editorial, un ensayo, un cuento o trabajo en uno de mis libros de no ficción. Cuando me he cansado de estas cosas, mi mente ha sido capaz de hacer su trabajo y volver a llenarse de ideas. Es entonces cuando retomo mi novela y me encuentro capaz de volver escribir con facilidad.

Al escribir este artículo, me frustré tanto que lo dejé y me puse a trabajar en otros proyectos durante 2 semanas. Ahora que he creado más espacio, todo parece mucho más fácil.

El cerebro trabaja de forma misteriosa. Dejando el proyecto de lado, buscando otros proyectos e ignorando algo de forma activa, nuestro subconsciente crea un espacio para que las ideas puedan crecer.

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3. Cuidado con la resistencia

Todas las personas creativas (ya sean empresarios, escritores o artistas) conocen el temor de dar forma a las ideas. Una vez que aportamos algo al mundo, queda para siempre abierto al rechazo y la crítica para millones de ojos furiosos.

A veces, después de publicar un artículo, tengo tanto miedo que evito a toda costa todos los comentarios y correos electrónicos...

Este miedo es el mayor enemigo de la creatividad. En la "La Guerra del Arte", Steven Pressfield le pone nombre al miedo. Lo llama resistencia.

Asimov también conoce la resistencia:

El escritor ordinario está obligado a ser atacado por sus inseguridades mientras está escribiendo. ¿La frase que acaba de crear es la de un ser sensato? ¿Se ha expresado tan bien como lo podría hacer? ¿Sonaría mejor si hubiera sido escrito de manera diferente? De ahí que el escritor ordinario por ende siempre esté revisando, cortando y cambiando, siempre intentando diferentes maneras de expresarse y, por lo que sé, de no estar nunca del todo satisfecho.

La duda puede acabar con la mente.

Soy un editor implacable. Probablemente he modificado y retocado este artículo una docena de veces y me sigue pareciendo una mierda. Sin embargo, o me detengo ahora o no voy a publicar nada nunca.

El miedo al rechazo nos convierte en "perfeccionistas". Sin embargo, ese perfeccionismo es sólo una fachada tras la que nos cobijamos en tiempos difíciles. Es algo que nos da la seguridad ... la seguridad de una mentira.

La verdad es que todos tenemos ideas: pequeñas semillas de creatividad que flotan a través de los recovecos de la mente. La diferencia entre Asimov y el resto de nosotros es que rechazamos nuestras ideas antes de darles una oportunidad. Después de todo, no tener las ideas significa no fracasar.

4. Baja el listón

Asimov estaba totalmente en contra de la búsqueda del perfeccionismo. Tratar de hacer todo bien a la primera, dice, es un gran error.

Lo primero que hay que hacer es obtener los conocimientos básicos:

Piensa que eres un artista dibujando un boceto para obtener la una imagen clara de la composición en su mente: los bloques de color, el equilibrio, etc. Una vez hecho esto, puedes preocuparte de los detalles.

No intentes pintar la Mona Lisa a la primera: baja el listón. Haz un una prueba, un boceto temporal o un borrador.

Al mismo tiempo, Asimov hace hincapié en la confianza en unos mismo:

[Un escritor] no puede quedarse de brazos cruzados cuestionando la calidad de su escritura. Lo que tiene que hacer es sentir amor por sus propios escrito. Yo lo hago.

Cree en tus creaciones. Esto no significa que tengas que hacer el mejor trabajo del mundo en cada intento. La verdadera confianza se basa en sobrepasar nuestros límites, fracasando de forma miserable, y aún tener la fortaleza para recuperarse. Fracasamos. Luchamos. Y por eso acabamos teniendo éxito.

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5. Haz MÁS cosas

Curiosamente, Asimov también recomienda hacer MÁS cosas para curar el perfeccionismo:

En el momento determinado en que se publica un libro, el [escritor] no tiene tiempo para preocuparse sobre cómo va a ser recibido o cómo se va a vender. Para entonces ya habrá otros libros mientras sigue trabajando en otros que son los que realmente le preocupan. Esto le da paz y calma a su vida.

Si cada par de semanas publicas un nuevo producto, simplemente no tienes tiempo para pensar en el fracaso.

Por eso es por lo que trato de escribir varios artículos a la semana en vez de centrarme en una sola obra "perfecta". Me afecta menos si algo fracasa y la diversidad es un seguro para la mente.

6. La receta secreta

Un amigo de Asimov al que le costaba escribir una vez le preguntó: "¿De dónde sacas las ideas?", Asimov le respondió, "Pensando y pensando y pensando hasta que me den ganas de pegarme un tiro. [...] ¿Pensabas que era fácil tener una buena idea?

Paso muchas de sus noches solo con sus pensamientos:

Anoche no pude dormir así que me quedé despierto pensando en un artículo que escribir y no podía más que pensar y pensar y llorar con las partes tristes. Fue una noche maravillosa.

Nadie ha dicho nunca que tener las ideas iba a ser fácil. Si lo fuera, no sería algo meritorio.

Este artículo es una reproducción íntegra del artículo "Isaac Asimov: How to Never Run Out of Ideas Again" publicado originalmente por Charles Chu en Medium

Imágenes | Rowena Morrill, Zakeena

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