Elisa Lam y la leyenda negra del Cecil Hotel: todos los cabos que ata y deja sueltos Netflix sobre el caso

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Ha llegado a Netflix uno de las producciones propias más esperadas de la temporada: Escena del crimen: Desaparición en el Hotel Cecil, cuatro episodios de una hora que cuentan la truculenta historia de la desaparición y muerte en extrañas circunstancias de Elisa Lam. Con este anuncio la plataforma ha puesto en valor uno de los misterios más populares dentro del universo de los sabuesos interneteros, y su promoción nos prometía que se darían a conocer algunas pequeñas pistas sobre el caso que tal vez facilitaran dar una hipótesis final a qué pudo pasar.

El documental dirigido por Joe Berlinger (Conversaciones con asesinos: Las cintas de Ted Bundy) no sólo acaba hablando de lo que le pasó a Lam, sino también de otros tantos elementos accesorios de la historia que, en el fondo, no tienen que ver con el suceso puramente humano. Se le dedica mucho espacio al folclore del hotel (un sitio con una leyenda negra más que merecida por todas las cosas horribles que han sucedido allí) y al propio fenómeno social que implicó la historia en los foros de internet, linchamientos a inocentes incluidos.

Por eso, por si no tienes tiempo de consumir las cuatro horas del reportaje audiovisual o por si prefieres una lectura más esquemática e informativa, a continuación te dejamos una cronología con todo lo que se cuenta en el documental al respecto de la famosa tragedia de Elisa Lam.

Quién es Elisa Lam y sobre el famoso vídeo del ascensor

Esta joven mujer canadiense de 21 años, estudiante en la Universidad de Columbia británica, tenía ganas de realizar un viaje ella sola para conocer algo de mundo. Decidió ir a Estados Unidos y empezar por Los Ángeles. Movida por el barato precio del alojamiento, hizo check-in en el Hotel Cecil el 28 de enero de 2013. Planeaba terminar su estancia el 1 de febrero. En su diario virtual aparece que su plan sería dirigirse el día 31 a Santa Cruz. El día 30 fue a una librería local y le dijo a una dependienta que quería libros de regalo para su familia y que no pesasen mucho en su mochila para proseguir con su viaje. Su último rastro es la famosa/infame grabación de la cámara de uno de los ascensores del hotel el 31 de enero.

La grabación, si no la has visto, merece cada segundo de tu tiempo. Es uno de los "documentos encontrados" más magnéticos de la red. Atorados en la investigación, los policías difundieron las imágenes en la página web oficial del cuerpo en LA por si el público podía ayudar, y al poco tiempo alguien lo subió a YouTube atrayendo a cientos de miles, millones de personas. El comportamiento, como vemos, es errático, hacia el minuto 2.30 ciertamente inquietante, bordeando lo sobrenatural, y ha sido estudiado desde todos los ángulos posibles en estos últimos siete años.

El documental de Netflix nos explica que, en efecto, parece ser que el vídeo está ralentizado a -0.3x de velocidad y hay un corte casi imperceptible de algo menos de un minuto desde en el momento en el que la muchacha sale del cubículo y el ascensor empieza a cerrarse y abrirse.

Los policías entrevistados cuentan que no tienen autoridad para decir si la manipulación fue hecha por parte de los agentes, pero sí nos aseguran que, según las comprobaciones del equipo científico, la cinta no fue modificada por nadie antes de llegar a sus oficinas. Lo que esto quiere decir, sin decirse, es que probable se ralentizase la imagen para que aquel potencial angelino que pudiese reconocer a Lam la viese mejor, no para hacer el vídeo más inquietante; y que el tiempo de vídeo cortado tal vez preserva la identidad de alguien que se haya descartado que sea un sospechoso, para protegerle de las miradas inquisitoriales de todo el mundo.

Desaparición y hallazgo del cuerpo

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La familia dio el aviso de la desaparición. Para el día 1 o 2 de febrero la policía ya estaba trabajando en el caso, y para el día 6 se hicieron declaraciones públicas, cuando todavía se trataba de una desaparición. Un día indeterminado entre el 6 y el 13 varios agentes llevaron a cabo una exhaustiva búsqueda con perros policías por todo el gigantesco hotel (300 habitaciones), incluida la azotea, donde no se encontró nada ni los perros detectaron nada.

Fue el día 13 cuando lanzaron el vídeo. El día 19 huéspedes del Cecil se quejaron de baja presión en el agua y que ésta salía de un color turbio. Un tipo de mantenimiento fue a echar un vistazo a los tanques de agua de la azotea. Allí vio que, en el que daba problemas, estaba Lam muerta y en cierto estado de descomposición. La ropa estaba dentro del tanque, pero ella estaba desnuda. De “desaparición” a “muerte en extrañas circunstancias”.

La autopsia llegó dos días después: sin signos visibles de consumo de drogas o alcohol, sin heridas de ningún tipo, el kit de violaciones negativo. Los forenses fueron cautos, y explicaron que, debido al estado del cuerpo, no toda la información podría ser 100% fiable. Por ejemplo, no estaban seguros de que no hubiese consumido drogas o si más bien sus tests no los habían podido detectar. Tampoco pudieron, por ejemplo, determinar el día de la muerte, pieza esencial dado que se mantenía como posibilidad la hipótesis de que alguien hubiese echado el cuerpo allí hora o días después de la búsqueda policial.

El estado mental de Lam

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La zona donde está el hotel, cercano a Skid Row, es conflictiva y con enormes índices de violencia. El propio hotel tenía dos tipos de residencias, las bajas, donde se quedaba Lam, para jóvenes mochileros de clase media, y los pisos superiores, donde se hospedaban semanas o días las personas de entornos más conflictivos. El hotel presenciaba varias muertes al año, desde suicidios hasta asesinatos pasando por sobredosis. Hay razones para pensar que alguien pudo intentar abusar de una persona solitaria y poco experimentada.

Lam también era bipolar de grado 1, el más serio y que podía derivar en sus peores momentos en brotes psicóticos. Debía tomar 4 o 5 medicaciones al día. Ese año había abandonado sus estudios por un tiempo, un período sabático. Las entradas de su blog reflejan a alguien que en ocasiones sufría, pero con ganas de vivir a pesar de su carga. En su estancia en el hotel estuvo primero en una habitación compartida con otras mujeres, pero éstas, junto con otros huéspedes, se quejaban de su “errático” comportamiento. Se cerraba ella sola en la habitación y no permitía entrar a las demás, motivo por el que, en la última jornada, el hotel decidió trasladarla sin cargo extra a una habitación para ella sola. En otro momento de aquellos días se la encontró en zonas del hotel restringidas a los clientes. El famoso vídeo del ascensor indica que se encontraba en el piso 14, zona prohibida.

Su hermana declaró que Elisa sí había manifestado episodios preocupantes años atrás. Alguna vez había sentido que había fuerzas que la perseguían y su reacción era esconderse por la casa.

Escaleras y tanque de agua

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Una de las principales piezas del rompecabezas es el acceso a la azotea. Según las declaraciones del ingeniero jefe del Cecil, había cuatro accesos, tres escaleras de incendios a los lados del edificio y una última que es a través de una puerta del hotel. De haber abierto esa puerta se habría activado automáticamente una alarma en recepción salvo si era abierta con una de las llaves que tenía una parte limitada del staff. Las entradas de las escaleras de incendios son vertiginosas y angustiosas.

Luego venía una segunda parte: para llegar al tanque de agua habría que haber subido unas alta plataformas de cemento y subido nuevas y dificultosas escaleras. Lo que es más, los tanques tenían unas tapas de metal tremendamente pesadas y que casi de ninguna manera podría haber cerrado alguien desde dentro del tanque.

Los medios divulgaron que un trabajador del hotel había dicho que se había encontrado a la chica con la puerta del tanque cerrada. Esto, durante mucho tiempo, alentó el afán conspiranoico. Todo el mundo daba por muy plausible que se tratase de algún extraño asesinato, porque si no la tapa no podría haber estado cerrada.

Lo que se nos cuenta en Desaparición en el Hotel Cecil es que se trató de un teléfono escacharrado. Que los investigadores de la policía siempre supieron que lo que les había dicho el mozo de mantenimiento que encontró a la chica es que la tapa estaba abierta. No se entiende, de todas maneras, por qué los perros no olieron el cadáver de la chica cuando recorrieron la azotea, aunque es posible que fuese porque la búsqueda en esa área no fue todo lo rigurosa que debería haber sido.

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Sólo una pieza resta: según los forenses, y aunque por el estado del cadáver hay que tomar todas los resultados con un grano de sal, sus exámenes indicaban que el cuerpo de Lam tenía niveles de presencia de los fármacos que tomaba mucho más bajos de los que tendría que haber manifestado, una pista de que podría haber ido dejando de tomar la medicación en días anteriores, detonando así un brote psicótico. Podría ser, teorizan, que no es una persona real con la que parece hablar en el pasillo del ascensor, sino una persona imaginaria.

¿Y por qué está en el tanque de agua desnuda? Nunca lo sabremos. El forense nos cuenta en el documental que su presentimiento es que, movida por fuerzas del delirio, huyó a la azotea y allí, para ocultarse de algún ente maligno, se echó al agua, que podría estar rebosante, pero en el momento en el que otros huéspedes usasen sus grifos el nivel bajaría. La chica intentaría luchar por acceder a la ventana para salir, pero al bajar el agua y a las convulsiones no podría llegar a la superficie. Bien por el principio de hipotermia, que te hace sentir calor, bien para poder navegar más ligera hacia arriba, la chica se habría quitado la ropa y habría muerto al cabo de un tiempo de forma angustiosa por ahogamiento.

Aunque no hablaríamos de un true crime si pudiésemos dar por cerrados todos los caminos. El informe de la investigación registraba que se trató de una muerte accidental, pero en la ficha se había tachado otra casilla previamente, “muerte en extrañas circunstancias”. El propio forense corrige su versión en la ficha tres días después. Se dijo que la causa de muerte había sido ahogamiento involuntario, pero tampoco había agua en sus pulmones. Hasta que no inventemos una máquina del tiempo nadie podrá poner la mano en el fuego y decir qué pasó en esta jornada del Hotel Cecil.

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