'Lo que más me gusta son los monstruos': el cómic del año tiene 700 páginas y está hecho con Bic

'Lo que más  me gusta son los monstruos': el cómic del año tiene 700 páginas y está hecho con Bic
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Lo que más me gusta son los monstruos ha llegado a librerías de toda España precedida de una considerable expectación y con la etiqueta de fenómeno editorial de la temporada.

Este cómic, primera obra de la dibujante e ilustradora de 55 años Emil Ferris, fue la novela gráfica más nombrada en hasta 136 listas de los mejores cómics de 2017 en EEUU, ha sido alabada calurosamente por The New York Times o Publisher's Weekly y le ha proporcionado a su autora dos premios Ignatz y una nominación a los Premios Hugo, así como una jugosa cifra en concepto de derechos para una adaptación cinematográfica que, previsiblemente, dirigirá Sam Mendes.

Emil Ferris cuenta en este primer volumen (de dos previstos) de Lo que más me gusta son los monstruos las andanzas de Karen Reyes, una niña de 10 años completamente abducida por los cómics y las películas de terror que investiga el asesinato de una vecina de su edifico en la Chicago de los años sesenta, reflejo de la niñez de la propia autora. Un argumento peculiar para una obra con una trayectoria igualmente peculiar.

Un debut a los 55 años

Uno de los muchos datos sorprendentes de Lo que más me gusta son los monstruos es el hecho tan poco habitual de que se trate del debut de una autora de 55 años. Igualmente insólito resulta que esta primera obra cuente con un total de 700 páginas.

Emil Ferris acumulaba una larga trayectoria como ilustradora y diseñadora de juguetes freelance. Cuando tenía 40 años, la picadura de un mosquito hizo que contrajese una extraña enfermedad llamada virus del Nilo Occidental, que la dejó paralizada de cintura para abajo y con su mano derecha inutilizada para dibujar.

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Páginas de Lo que más me gusta son los monstruos, de Emil Ferris

La autora, a cargo de una hija que tenía seis años en esa época, se encontraba en una situación económica francamente difícil que la llevó a intentar reconducir su carrera estudiando un máster en escritura creativa en el School of the Art Institute de Chicago. Durante esa época surgió la idea para Lo que más me gusta son los monstruos, inicialmente en forma de obra de teatro, que animó a Ferris a volver a aprender a dibujar. Su tesis final la compondrían las primeras 24 páginas de la obra, suficientes para conseguir un contrato de edición.

Dibujar un monstruo con boli

Emil Ferris tardó seis años en dibujar las 700 páginas que componen la que es su única obra hasta el momento. La autora nunca llegó a recuperar la soltura que tenía dibujando antes de contraer el virus y dedicaba habitualmente jornadas de hasta dieciséis horas para poder completar una página cada dos días.

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Lo que más me gusta son los monstruos está dibujado casi completamente con bolígrafos Bic y sus diálogos y textos están escritos con rotulador. La autora no hizo bocetos e incluso se planteó realizar la obra completa en papel de cuaderno, aunque la dificultad para realizar correcciones en ese formato le llevó a optar por utilizar papel con un diseño que recrease esos mismos blocs de anillas en los que dibujaba y dibujaba cuando era niña.

El cómic en sí es un personalísimo cóctel de referentes que van de Goya a Robert Crumb, pasando por los tebeos de terror de la editoria EC Comics. La ingenua investigación de una muerte misteriosa es tan solo la premisa argumental de un libro en el que hay lugar para hablar del Holocausto, de racismo y bullying, de la transformación de una ciudad como Chicago a finales de los sesenta o del paso de la infancia a la adolescencia. Un patchwork gráfico y temático sencillamente apasionante.

Una serie de catastróficas desgracias

Aún si pasamos por alto (lo cual es mucho pasar por alto) la trágica enfermedad que sirvió como punto de partida para la creación de la obra, llama la atención como el camino que ha recorrido Lo que más me gusta son los monstruos antes de llegar finalmente a las librerías ha sido un auténtico campo de minas.

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Cuando Emil Ferris ya estaba dedicada en cuerpo y alma a dibujar su primera (y única) novela gráfica, la que era hasta el momento su primera (y única) editorial, Other Press, decidió recular al considerar inasumible rentabilizar la publicación de una obra con esa cantidad de páginas. Ferris se vio en la tesitura de encontrar una editorial que se hiciese cargo de su monstruito, siendo rechazada por 48 de las 50 editoriales a las que envió propuesta.

Ya en marcha el lanzamiento del primer volumen de Lo que más me gusta son los monstruos, su nueva editorial se dio de bruces con un contratiempo que a punto estuvo de mandar todo al traste. Fantagraphics había encargado las 10.000 copias correspondientes a la primera edición de la obra a una empresa impresora china. Los volúmenes habían sido despachados hacia Estados Unidos por barco cuando la bancarrota de la naviera coreana Hanjin, dueña del mismo, hicieron que fuese detenido por las autoridades del Canal de Panamá.

Finalmente, la carga fue recuperada y Lo que más me gusta son los monstruos salió a la calle. Su llegada a España ha sido mucho menos accidentada.

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