Un país, una serie: cuál es la ficción televisiva culturalmente más relevante de cada nación de Europa

Un país, una serie: cuál es la ficción televisiva culturalmente más relevante de cada nación de Europa

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Si los pueblos del siglo XXI tuviésemos que elegir una única obra que condense nuestra cultura nacional, lo más lógico sería elegir una que se eche por televisión. A día de hoy la caja tonta es el medio popular por antonomasia, el que, por su voluntad de llegar al mayor público posible, mejor acaba trasmitiendo el sentir comunitario de un territorio al tiempo que acoge las más representativas sensibilidades del pueblo.

Estamos rodeados de series, y sin embargo el gran grueso de lo que nos llega son ficciones norteamericanas por el enorme peso de su industria. Por eso, por si alguna vez te habías preguntado cuál será esa serie más importante para la cultura local de todos nuestros vecinos, te dejamos aquí una lista clasificatoria con la que, además de descubrir qué géneros y enfoques calan más entre las audiencias de cada sitio, encontrarás un montón de oportunidades de empaparte de la idiosincrasia europea.

Una Serie Un Pais Mapa Definitivo

Alemania: Tatort (1970 - actualidad)

Tatort

Los alemanes de diferentes generaciones han podido reunirse en la sala de estar para ver algún capítulo de esta serie policíaca de forma ininterrumpida durante cincuenta años, desde 1970. 1.139 episodios, 119 premios, otros cientos de nominaciones, y lo más importante de todo: el apoyo casi incondicional del público, entre ocho y diez millones de espectadores semanales.

¿La clave? Que no es tanto una serie como una red de telefilmes con personajes con diferente nivel de recurrencia, con algunos episodios independientes y otras grandes tramas que confluyen. Los inspectores relatan peripecias dentro de los diferentes estados del país, con lo que todos los germanos pueden identificar su componente local en algún momento.

Francia: Engrenages (2005 - 2014)

Engrenages

Aunque los guiñoles siguen siendo una institución indestructible, Engrenages es la ficción narrativa, no netamente informativa, que ha captado el interés de los franceses durante casi tres lustros.

Estos “engranajes” que desmontan la maquinaria de la justicia francesa son una mixtura de Ley y Orden con The Wire: sus protagonistas principales, representando a modo de icono a cada una de las facciones de este conflicto, chocan entre sí con los casos judiciales como coartada, haciendo además los guionistas que durante una proporción importante de la saga estas tramas replicasen sucesos conocidos en el país galo (la suciedad, el verismo de la puesta en escena es también uno de sus grandes atractivos, tanto para los espectadores nacionales como los internacionales).

Reino Unido: EastEnders (1985 - actualidad)

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Dudábamos sobre si meter en esta lista Coronation Street, emitida desde mucho antes y con más de 10.000 episodios en su haber (EastEnders “sólo” tiene 5.200), pero nos ayudó a decantarnos un dato de la Wikipedia: la popularidad de esta serie en Reino Unido, emitida por la BBC ininterrumpidamente desde 1985 (eh, bueno, la primera vez que se ha detenido el rodaje ha sido en marzo de este año, por el coronavirus), se mide en teteras. La Red Nacional eléctrica observa el programa para saber cuándo empiezan los créditos finales de la serie, sabiendo que a partir de ese momento tendrán que valorar si pedir energía adicional a Francia para dar servicio a todos los hogares que se ponen a hacer té al mismo tiempo.

Una extensa sucesión de estampas tragicómicas protagonizadas por personajes de la clase obrera tratando siempre controversias de la agenda política con un público no muy masivo para la población del país pero increíblemente fiel desde hace eones.

Italia: La Piovra (1984 - 2001)

Piovra

Si en la gran pantalla es El Padrino, para la pequeña es La Piovra, historia viva de la nación transalpina. Contiene diez temporadas en formato miniserie realizadas entre 1984 y 2001 (y que sigue teniendo sus esporádicas reposiciones) y cuenta las corruptelas entre la Mafia y los poderes fácticos, arrancando con unas primeras temporadas en las que el comisario Corrado Cattani emplea todos sus esfuerzos en luchar contra ese cáncer con todo en su contra.

Un melodrama social, de profundidad psicológica, con grandes directores de cine detrás, una banda sonora a cargo de Ennio Morricone y hasta un intento de censura por parte del partido democristiano por considerar que su ficción les estaba reflejando con demasiada verosimilitud (apenas un año después, pum, Manos Limpias). Para los italianos, una de sus mejores obras de arte, siendo exportada además a 80 países.

España: Cuéntame cómo pasó (2001 - actualidad)

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La España del nuevo milenio empezó así, haciendo introspección. Contándose a sí misma. Entre 2001 y 2007 uno de cada tres telespectadores alumbró su hogar con las aventuras tardofranquistas de los Alcántara, y desde entonces y hasta la época presente, que en la ficción son ya los años 90, la mitad de aquellos se ha seguido manteniendo fiel semana sí semana también a los problemas de Merche y Antonio, emigrados de Castilla que prosperaron en el obrero y madrileño barrio de San Genaro, como millones, y que son una suerte de representación del común espíritu nacional de este país resignado, dividido y melancólico.

Puede que el paso de los años haya hecho que sus argumentos sean cada vez más alucinados, pero no cabe ninguna duda de que, cuando RTVE decida poner el punto y final, los Alcántara entrarán a formar un nucleótido propio dentro de nuestro ADN cultural de la misma forma que lo hacen las pinturas de Goya o los Episodios Nacionales de Galdós.

Portugal: Morangos com Açúcar (2003 - 2012)

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Todos sabemos que la juventud está indeleblemente unida a la música y al baile. En 2003 Plural Entertainment se limitó a juntar estos dos factores para crear la mejor telenovela de la historia… según las audiencias portuguesas. La generación “fresas”, los que pasaron sus años más tiernos en la década de los 2000, la consideran una parte intrínseca de sus vidas. Aunque no sólo fueron ellos, ya que los ratings apuntan a que también unos cuantos adultos tuvieron que estar pegados a la pantalla tanto en la edición del curso corriente como en sus queridísimas “ferias de verano”.

Irlanda: Father Ted (1995 - 1998)

Father Ted

De alguna manera era esperable que el show más popular de la historia de Irlanda fuese sobre la iglesia católica. No tanto lo es que se trate de una sitcom blasfema, que no duda en poner en evidencia las contradicciones de la religión y algunos de los turbios negocios que los eclesiásticos se llevan entre manos. Duró apenas tres temporadas, entre 1995 y 1998, después de que el actor que encarnaba al protagonista muriese repentinamente. Según cuentan, su humor hace gala de una indisimulada similitud a Monty Phyton, abriendo multitud de gags en sus primeros compases que terminan por confluir en una explosión de hilaridad al final de cada episodio. ¿Qué serie haría su guionista años más tarde? Una que igual te suena de algo, I.T. Crowd.

Países Bajos: Hollands Hoop (2014 - actualidad)

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Los holandeses también han sabido meterle un sabor autóctono a su serie más representativa. Un psiquiatra forense quemado con su trabajo acaba, por herencia familiar, yéndose con su familia a una granja en la que se descubre una gran plantación de marihuana de la variedad “holland hoop”, en su traducción “pasión holandesa”. La historia cuenta durante tres temporadas el descenso a la inmoralidad de su protagonista, perdiendo por el camino los vínculos con su esposa e hijos. ¿Un trasunto argumental de Breaking Bad? No eres el único que lo ha pensado.

Bélgica: F.C. De Kampioenen (1990 - actualidad)

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En 2020 F.C. De Kampioenen ha cumplido el trigésimo aniversario desde su lanzamiento en 1990. Aguantó en antena 21 temporadas, revolucionando cada semana a las audiencias flamencas, hasta que los creadores decidieron parar la serie en 2011, resucitando en este tiempo eso sí, las aventuras del conocido y ficticio equipo de fútbol de segunda regional y los avatares de sus esposas para un buen puñado de largometrajes, colecciones de juguetes, Monopolys, CDs musicales… y hasta una colección de cómics que sigue siendo a día de hoy un best seller.

Pero el vacío que dejó la que es considerada la sitcom más querida por su país era demasiado grande. Los hinchas de De Kampioenen no pararon hasta que se confirmó que la serie volvería a la producción. Sí, por más que intenten escapar, la sociedad belga está atrapada dentro de las desventuras del Boma y el humor estereotípico y teatral que tan bien ha demostrado resonar entre jóvenes y mayores.

Grecia: Konstantinou kai Elenis (1998 - 2000)

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Hubo un día de octubre de 1998 en que Konstantinou y Elenis aparecieron en los hogares griegos y no volvieron a salir nunca más. Esta comedia costumbrista aclamada por crítica y público, cuyo trabajo entre sus dos protagonistas sigue considerándose el culmen del humor heleno, sólo consta de dos temporadas y 33 episodios, pero eso no ha evitado que ANT1 siga retransmitiendo la saga y que incluso antes de que terminase de emitirse ya se estaban reponiendo episodios viejos. Cuentan que los niños se saben y usan los diálogos como aquí hacemos con fragmentos de Los Simpsons.

El argumento principal gira en torno a la lucha por la herencia de una mansión entre un apolillado profesor de estudios bizantinos y la barriobajera hija de un jardinero, que se boicotearán mutuamente cual Tom y Jerry. En verdad, una excusa para hablar de la guerra cultural entre la Grecia clasicista, anclada a su pasado, y los jóvenes cuyo ruinoso presente no les permite refugiarse en el solipsismo.

Suecia: Bron/Broen (The Bridge) (2011 - 2018)

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Un orgullo nacional dentro de un grupo más amplio: Millennium, la trilogía póstuma de Stieg Larsson, fue el pistoletazo de salida a aquello que hemos conocido como “noir escandinavo”, y Bron/Broen vendría sólo un par de años después. Según Sveriges Television, para noviembre de 2013 los derechos de emisión de esta serie sobre una investigación policial de un crimen literalmente suspendido a medio camino entre Suecia y Dinamarca ya habían sido vendidos a 134 países en todo el mundo (el saldo final sería de 174). Pese a que su impacto fue enorme dentro de su país, casi fue mayor más allá de sus fronteras.

Dinamarca: Forbrydelsen (The Killing) (2007 - 2012)

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Los norteamericanos tienen a Colombo; los europeos, a Sarah Lund. Podemos sentir en las diferencias constitutivas entre ambas ficciones detectivescas la misma brecha cultural entre ambos territorios. No sólo los daneses: casi todos los europeos vimos en la brillante, resolutiva y muy humana investigadora una profesional que, si no nos representaba, queríamos que lo hiciera, como atestiguó el éxito del drama de DR1 en Alemania, España o Reino Unido. Como explicaron los ejecutivos de la cadena, “cada episodio de The Killing hacía un 65% de share cada día que se emitía, lo que es el equivalente a tener una Super Bowl todas las semanas”.

Finlandia: Sorjonen (Bordertown) (2016 - actualidad)

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El más reciente “nordic noir” de esta lista, el bombazo de hace casi un lustro y que tras los buenos resultados internos de su segunda temporada empezó a ser exportada al extranjero, sobre todo gracias a la innegable plataforma de lanzamiento que fue Netflix. A Sorjonen (Bordertown) no le falta nada que no tenga cualquier procedural policial, pero se añaden dos cosas que redondean la originalidad del producto: la inigualable geografía finlandesa y los poderes paranormales que ayudan al detective Sorjonen. Su calidad narrativa y su factura más cercana al producto cinematográfico la han convertido en el nuevo caramelo “nordic noir” de nuestros vecinos del norte.

Hungría: Aranyélet (2015 - 2018)

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Miklósi es un buen padre de familia cuya economía se basa en las actividades criminales de poca monta, cosa que les garantiza una vida sin estrecheces en la Budapest suburbial. Cuando al protagonista le da por intentar reformarse y pasarse a la legalidad, se abrirán ante él toda una serie de retos que harán tambalear los cimientos del modelo y filosofía de vida.

Dejaremos que hable por nosotros la prensa local sobre esta obra: “Aranyélet no es sólo la mejor serie de televisión húngara jamás realizada, sino que también es uno de los mejores thrillers disponibles en HBO en el mundo entero. Se caracteriza por un trabajo creativo y actoral de lujo y una manera perfecta de desarrollar las historias, sin mencionar lo inolvidable de unos personajes que están definidos por nuestros problemas, nuestra estrechez de miras y nuestro país. Hay que sentirse muy orgullosos de esta serie”. Estos dos apuntes, el de sentirse enorgullecidos por el resultado y el de que sus creadores hayan plasmado con pasmoso rigor la realidad contemporánea de su país, se encuentran en la multitud de críticas superlativas que hay escritas por toda la red.

Rumanía: Las Fierbinti (2012 - actualidad)

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“Si no eres rumano, ni te molestes. No lo vas a entender”. Así definen los fans (según el share de la serie, uno de cada cuatro oriundos desde hace casi 20 años) la mejor sitcom de la historia de su televisión. Lo que en apariencia parece una producción barata protagonizada por los paletos de interior es un gran ejercicio de comedia dialogada que ironiza sobre la realidad social de la Rumanía que todos quieren meter debajo de la alfombra.

Austria: Kommissar Rex (Inspector Rex) (1994 - 2008)

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¿Cómo mejoras una trepidante historia de policías y atracadores, con grandes dosis de suspense, drama, humor y aventuras? Con un perro, por supuesto. Don Reginald von Ravenhorst (o mejor dicho los múltiples animales que lo han ido encarnando durante 14 años) es por derecho propio el can más relevante de la ficción televisiva de todo el planeta. Nadie como él para salvar a niñas de las llamas del fuego, a personas desesperadas de algún intento de suicidio o para desactivar redes de secuestradores sólo con el poder de su arrojo, sus ladridos y sus mordiscos en los traseros. El éxito de la serie, según cuentan, no tiene únicamente que ver con las fantásticas peripecias que protagoniza el pastor vienés, sino por la fiel recreación que hace la serie policial de los detalles de la cultura austríaca.

República Checa: Ulice (2005 - actualidad)

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En la República Checa también tienen su propio Secreto de Puente Viejo: esta telenovela lleva la friolera de 3.200 episodios, uno para cada día del calendario laboral desde 2005, cuando empezó su emisión. Un ritmo pausado, unas conversaciones que se mantienen casi siempre dentro de un tono sosegado y sin grandes estruendos… Lo has adivinado, es la serie por antonomasia de la hora de la siesta.

Polonia: M jak Milosc (2000 - actualidad)

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Los Mostowiak llevan dos décadas y casi 1.700 episodios siendo un valor seguro para la mitad de los polacos, especialmente los de la Polonia rural, mostrando una arcadia familiar donde mantenerse fiel a la tradición es la mayor virtud posible y cuyos guionistas no están para grandes inventos al margen de los tópicos de la ficción telenovelesca. El hecho diferencial de Polonia sí que se deja ver: “esta serie es triste y gris y drama tras drama”, una producción del nivel de pobreza audiovisual de la era soviética.

Serbia: Selo gori, a Baba se Ceslja (2007 - 2017)

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También el programa más visto de la televisión serbia lo es a unos niveles ridículos: durante su segunda temporada algunos episodios llegaron a copar un 68% de share (más que la Super Bowl estadounidense). Una comedia costumbrista y muy tradicionalista, hasta el punto que, según algunos de sus espectadores, es populista y retrógrada, pintando a los extranjeros como villanos de opereta y a los urbanitas como culpables de la depravación moral de la contemporaneidad de su país. Por algún motivo, están enamorados de ella.

Rusia: Brigada (2002)

Brigada

La ficción serial más exitosa de la historia de la televisión rusa (y también de los ex satélites soviéticos) es exactamente lo que te podías imaginar. Una miniserie de 13 capítulos emitida entre 2001 y 2002 recreando el mundo post caída del muro y cuyos protagonistas son una banda (o “brigada”, de ahí su título original) de jóvenes criminales. La serie fue carísima, con el precio por capítulo más alto de la historia del país, y sus guionistas se preocuparon por documentarse entrevistando a los personajes equivalentes (desde la policía hasta diversos clanes mafiosos) del mundo real para que el resultado fuese, como mínimo, “en un 80% realista”.

Mereció la pena: el resultado es un desesperanzador retrato sobre la falta de prospectos vitales de toda una generación, en la que los delincuentes se muestran incluso menos sanguinarios que sus rivales policiales pero que en cualquier caso exhiben una enérgica rebeldía aspiracional, casi tan cool como su banda sonora. La glorificación de la violencia es tal que la serie fue prohibida en algunos países, como Bulgaria, y los ciudadanos rusos recuerdan cómo los chavales de la época imitaban a Sasha Bely y el resto de misfits, en muchos casos sobrepasando las líneas rojas (el propio hijo del creador de la serie acabó en la cárcel por robo de coches, doble asesinato y violación).

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