El alcohol ya no mola: el movimiento "Sober Curious" está convirtiendo a los abstemios en tendencia

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Pese a sus perniciosos efectos en la salud, tanto a corto como a largo plazo, el alcohol sigue siendo una de las sustancias más consumidas a lo largo y ancho del planeta. ¿Por qué? Como hemos visto en alguna ocasión, por su función social: la cerveza, el vino o los cocktails son lubricantes sociales, un pegamento que permite entablar relaciones, desarrollar amistades e introducirse en nuevos círculos. Sin embargo, un nuevo movimiento/tendencia cotiza al alza en los países anglosajones: los "sober curious", los sobrios que hacen gala de su condición.

Masivo. Estados Unidos marca la pauta: en Denver, Los Angeles o Nueva York están proliferando los espacios donde el alcohol es un producto proscrito. Bares dedicados a bebidas imaginativas y fantasiosas sin una pizca de vodka o whisky, y clubes sociales abiertamente abstemios. La idea del movimiento es muy sencilla: hacer de la sobriedad un atractivo, una tendencia aglutinante, derrumbar la dictadura del alcohol como pegamento colectivo. Que no beber sea trendy. Una idea en cierto sentido revolucionaria.

Ideóloga. El movimiento lleva rondando los medios de comunicación desde finales del año pasado, cuando Ruby Warrington, crítica cultural estadounidense, publica Sober Curious, un monográfico dedicado a la existencia de espaldas al alcohol. En su libro, Warrington llama a dejar de beber por defecto ("on autopilot"), y abrazar en su lugar el bienestar físico, la claridad de ideas y la certidumbre emocional que rodea a los abstemios. ¿Hay una fiesta inaugural? No bebas, no importa lo que ordene la presión social. ¿Cumpleaños en casa de tus amigos? No. Bebas.

¿Su impacto? Elevado. Cuando algo llega a Sillicon Valley es que ha permeado.

Bares y clubes. Warrington es fundadora de Club Söda NYC, un circuito de charlas y coloquios que analiza críticamente el protagonismo del alcohol en nuestras relaciones sociales, y explora vías alternativas. Conferencias como "Psicodelia y Sobriedad" dominan una escena cada vez más viva. Bares hip de Brooklyn, como Listen o Getaway, han pasado de ser rarezas a centros de reunión vanguardista; influencers como Lee Tilghman o Jordan Younger han salido del armario sobrio; e iniciativas como SoberGirlSociety, Club Soda o SoberNation difunden en la red historias de abstemios felices, en una suerte de proselitismo del bienestar.

Wellness. La idea es muy sencilla: hacer que no beber mole. Se trata de un movimiento que encaja bien en la tendencia wellness, o lo que es lo mismo, la apología de los cuidados (propios y ajenos) y la búsqueda del bienestar personal (a través de la salud mental, la dieta saludable, las actividades de ocio positivas y un largo etcétera). Warrington, de hecho, abunda en esta idea: ¿para qué bebes leche de almendras, comes quinoa y vas al psicólogo si por la noche vas a terminar terminando una botella de vino?

Números. Tiene sentido que los "sober curious" surjan ahora y no hace quince años. La generación millennial ha dado la espalda al alcohol (al menos en los países anglosajones, en España es otra historia): los jóvenes de hoy consumen un 30% menos de bebidas alcohólicas que hace treinta años, y hoy un 20% de los jóvenes norteamericanos ya son abstemios. Es una Nueva Sobriedad, una desligada al abuso y a la adicción: dejar de beber no porque hayas llegado muy lejos en el alcoholismo y no puedas controlarlo, sino porque es más sano.

¿Y lo es? Sí, esto es indudable. Sabemos a ciencia cierta que el consumo de alcohol, incluso en pequeñas dosis esporádicas, tiene efectos negativos en nuestra salud tanto a corto como a largo plazo. Cada vez que nos servimos una cerveza tomamos una decisión que acorta nuestra esperanza de vida. Es obligatorio remarcarlo: no existe la "copita de vino al día buena para el corazón". Es un mito alimentado por la industria. Ahora bien, tiene un rol social: el alcohol desinhibe, nos vuelve más abiertos y extrovertidos, y refuerza los lazos con nuestro entorno cercano. 

En gran medida, los "sober curious" buscan acabar con esta asociación. Sustituir el alcohol como pegamento social. Hacer amigos bebiendo batidos y cocktails soft, mientras mejoramos nuestra salud. De momento está ganando peso en EEUU. En la Europa mediterránea, donde el alcohol es una institución social, y en la septentrional, donde se consume a espuertas, es otra historia.

Imagen: Kevin Curtis/AP

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