El avance imparable del pago con tarjeta aún tiene barreras en Europa. Alemania es una prueba de ello

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Hace unos días, Italia propuso aumentar el límite máximo para los pagos en efectivo a 5.000 euros, a pesar de las críticas del Banco de Italia. Según la ley actual, los italianos pueden usar efectivo para pagos de hasta 2.000€, pero este límite se redujo a 1.000€ para 2023. El nuevo giro cambiaría esto. Y no sólo eso: se permitiría a los comerciantes a negarse a aceptar pagos digitales para transacciones de hasta 60€.

En Europa, muchas personas aún pagan todavía en efectivo. Eso se debe a muchos factores, pero la realidad es que existen razones culturales que explican su aversión a los sistemas de pago digitales, como hemos visto en Alemania. Muchos europeos creen que gestionan mejor sus finanzas si tienen el dinero en sus manos. Ahora, con el euro digital a la vuelta de la esquina, el debate sobre la desaparición del dinero en efectivo está sobre la mesa. Y no parece un camino demasiado fácil.

Sea en bares o tiendas, en Alemania solo se puede pagar en efectivo en muchas partes. Y no es algo que enfade a los clientes, todo lo contrario: están acostumbrados a llevar dinero en efectivo encima, y les gusta hacerlo. El país germano ha sido motivo de burlas de otros países donde los sistemas sin efectivo crecen apresuradamente. "Se supone que Alemania es un país avanzado, ¿por qué iban a seguir con las antiguas monedas y billetes?", se preguntan muchos.

En realidad, la cultura del efectivo que existe en Alemania no solo se debe a que las tiendas se niegen a aceptar tarjetas, sino que es parte de la mentalidad de su sociedad. "Los dueños algunos bares pensaron que pagar con mi Apple Watch era brujería", explicaba una británica en este artículo de The Local, quien afirma que el conocimiento de los pagos sin contacto era mínimo. Según una encuesta del proveedor de servicios de pago Klarna, casi la mitad de los alemanes (49%) aún prefieren pagar en efectivo.

La seguridad y la protección de la privacidad suelen mencionarse como razones de la preferencia de muchos europeos por los pagos en efectivo. Sin embargo, para Erich Kirchler, psicólogo empresarial, el factor esencial es el control. "No queremos ser condescendientes. Queremos autonomía, queremos la libertad y la practicidad que ofrece el efectivo", comentaba en este artículo de DW.

Según el experto, a los alemanes y muchos europeos les preocupa perder el control de sus finanzas e identifica dos motivos: por un lado, temen que pueda conducir a un mayor control por parte del estado o los bancos. En segundo lugar, tienen la impresión de que pueden controlar mejor sus gastos manejando dinero real.

En realidad, pocos países son tan reacios al pago con tarjeta como Alemania. Según el Banco Central Europeo, los alemanes llevan de media alrededor de 103€ en sus carteras, más que cualquier otro europeo. Pagan el 80% de sus compras en efectivo, superados en este aspecto por países como Italia (86%) y España (87%).

Pero el número de pequeñas tiendas y restaurantes que aceptan pagos sin efectivo aumenta constantemente, sobre todo después de la pandemia, y  principalmente porque los clientes esperan pagar cada vez más sin efectivo. Y las tarifas de las tarjetas son otra razón por la que las pequeñas tiendas y los restaurantes aún dependen del efectivo.

Los escandinavos, la otra cara de la moneda

Determinar qué países están más cerca de un futuro sin efectivo es complicado. Principalmente porque no puede rastrearse. Pero hay una gran cantidad de datos que nos proporcionan una pista sólida de qué países europeos están liderando la carrera hacia un futuro sin efectivo.

En 2019, los austriacos retiraron la sorprendente cantidad de 140€ a la semana de los cajeros automáticos, mientras que los noruegos sacaron solo 35€. En 2020, el 96% de la población islandesa utilizó la banca online, en comparación con solo el 9% en Rumania. Como se puede apreciar, los nórdicos han abandonado por completo el efectivo.

Suecia, el primer país europeo en emitir billetes, es también uno de los primeros en deshacerse de ellos. Con menos de 32 cajeros automáticos por cada 100.000 habitantes, más del 98% de sus ciudadanos usan tarjeta de débito. Incluso está fomentado por ley. Allí es totalmente legal que un comerciante rechace los pagos en efectivo. Además, muchos bancos no manejan transacciones en efectivo en las sucursales.

Noruega es otro ejemplo claro. Según datos del Banco Mundial. Casi todos los noruegos (98%) tienen una tarjeta de débito y el banco central de Noruega dice que solo del 3 al 5% de todas las transacciones en puntos de venta se realizaron con efectivo físico, y tres de cada cuatro transacciones con tarjeta se realizaron sin contacto. Además, más del 95% de la población usa aplicaciones de pago móvil.

La llegada del euro digital

Hace unos días, tal y como contábamos en Xataka, la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, explicaba que el BCE está colaborando con la Comisión Europea, el Parlamento Europeo y varios ministros de economía para desarrollar un euro digital, una divisa que quiere imponerse a las criptomonedas y que teóricamente complementará al efectivo, no lo reemplazaría.

El euro digital acabaría, eso sí, con el anonimato del efectivo con la excusa de evitar así fraudes y terrorismo. Se espera que la regulación llegue en 2023, y el euro digital podría emitirse y comenzar a ser una alternativa en 2025 o 2026. Lo que sí está claro es que lo físico está cada vez más destinado a desaparecer. Aunque a algunos les cueste aceptarlo.

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