Cada nueva generación tiene más difícil superar la riqueza de sus padres. Este gráfico lo ilustra

Grafico Income
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El sistema político-económico-social surgido en los países occidentales tras la Segunda Guerra Mundial se basaba en una promesa muy sencilla: si trabajabas a denuedo, si te esforzabas lo suficiente, siempre podrías vivir mejor que tus padres. Aquella verdad se sostuvo durante unas pocas décadas. A principios de los ochenta inició un lento y paulatino declive consumado definitivamente en la Gran Recesión de 2008.

Aquella crisis y sus consecuencias supusieron un punto de no retorno para el modelo de crecimiento y reparto económico predominante durante los sesenta años previos. Por primera vez, una generación de jóvenes descubrió no sin amargura que viviría peor que sus padres. La desigualdad generacional y laboral ha representado uno de los grandes temas de conversación en España y el resto de Europa, así como en Estados Unidos. Pero la Gran Recesión sólo aceleró una tendencia previa.

Lo ilustra de forma magnífica este gráfico elaborado por Opportunity Insights y recogida aquí por Visual Capitalist. Se centra en los datos de riqueza recopilados por la administración estadounidense desde mediados del siglo pasado hasta nuestros días. La conclusión visual es difícilmente optimista: generación tras generación los hijos están teniendo más y más dificultades para igualar o superar las ganancias de sus progenitores. El ascensor social, aquella vieja promesa del capitalismo contemporáneo, se ha esfumado. Es ya la ilusión de sólo unos pocos.

¿Qué ha pasado? Las causas son muy variadas y las hemos debatido largamente aquí. Sabemos que los salarios, por ejemplo, se han estancado. Los trabajadores occidentales ganan más o menos lo mismo hoy que hace cuarenta años. Sabemos también que el acceso a la educación superior se ha convertido en la clave para aspirar a una buena carrera profesional y a ganancias abultadas. Los obreros sin estudios, las clases bajas, ya no pueden aspirar a cuadros medios o de responsabilidad a cambio de un salario digno; tan sólo a empleos cada vez más precarios y temporales.

Este proceso ha ido penalizando a cada nueva generación respecto a la de sus padres, cristalizando en los millennial, cuya salida al mercado laboral coincidió con la Gran Recesión de 2008. España alcanzó picos del 55% de paro juvenil y aún hoy está por encima del 40%. Sus oportunidades laborales ya no pasan por puestos de larga duración en empresas estables, sino una elevadísima rotación laboral, fruto de la temporalidad y, para algunas cohortes demográficas, de la precariedad.

Decline Upward Mobility

Las cifras de Estados Unidos son muy ilustrativas. La probabilidad de que un joven supere a sus padres ha ido cayendo poco a poco en todos los deciles. En 1940, los hijos del percentil más bajo (aquellas familias más pobres) tenían un 95% de probabilidades de obtener una mejor posición económica que sus padres. En 1980 ese porcentaje se había reducido al 79%. Lo mismo sucedió con el percentil medio (la clase media): si en 1940 el 93% de sus hijos podían aspirar a vivir mejor que sus progenitores, en 1980 eran sólo el 45%.

Es decir, a la altura de la Generación X, la perspectiva de la mayor parte de hijos de clase media (más numerosa que las cohortes ricas o extremadamente pobres) era de estancamiento. Ya no podrían superar la riqueza y el estatus de sus padres. Similares cifras arroja el percentil alto: los hijos de las familias ricas tenían un 41% de mejorar las ganancias de sus progenitores en 1940; un porcentaje abultadísimo que contrasta con el 8% de 1980. Una caída abrupta a todos los niveles.

Como decimos, los factores son variados, pero se pueden resumir a grandes rasgos en dos: los salarios se han estancado desde mediados de los setenta (al cambio, los trabajadores de 1964 cobraban $20,27 la hora, frente a los $22,65 de 2018); y la economía se ha polarizado (menos clase media y una brecha mayor, y más difícil de sortear, entre los más privilegiados económicamente y los más pobres). Algo que han percibido las nuevas generaciones, cada vez más activas políticamente, más radicales y más descontentas con el capitalismo.

En Estados Unidos es la muerte del "sueño americano", un sueño que dejó de existir hace muchos años. La renta de tus padres es el mejor predictor de tu renta futura. En Europa el proceso se ha mimetizado, descontando su mayor asistencia social y su mayor naturaleza redistributiva, pero la conclusión para millones de jóvenes es la misma: vivirán peor que sus padres (o aspirarán como máximo a mantener su estatus; en España, heredando sus propiedades inmobiliarias). La vieja promesa del capitalismo ni siquiera ha llegado a ser una opción para ellos.

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