Cada vez olvidamos el pasado más rápido: la atención que prestamos a los eventos históricos está en caída

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"Es tan corto el amor, y tan largo el olvido". Es un poema de Pablo Neruda, pero también un resumen bastante ilustrativo del deparar cultural de las sociedades modernas. Pongamos todo esto en contexto. El big data ha respaldado durante mucho tiempo grandes hazañas en física y astronomía. Pero más recientemente ha sustentado avances en las humanidades. Por ejemplo, al analizar la frecuencia relativa de ciertas palabras en textos históricos, los investigadores pueden identificar cambios importantes en nuestro uso del lenguaje a lo largo del tiempo.

En algunos casos, estos cambios serán obvios, como el reemplazo del uso de palabras arcaicas por palabras más contemporáneas. Pero en otros casos, pueden reflejar cambios sociales y culturales generalizados.

Un estudio fascinante. Un análisis dirigido por la Universidad de Harvard de más de un siglo de datos de millones de libros (un corpus de textos digitalizados que contenían alrededor del 4% de todos los libros impresos) se centró en los fenómenos lingüísticos y culturales que se reflejaron en el idioma inglés entre 1800 y 2000. El objetivo era proporcionar información sobre la llamada memoria colectiva.

La investigación daba evidencia de que la capacidad de atención de la sociedad por los eventos históricos está disminuyendo, a medida que crece el apetito por material nuevo. En otras palabras, estamos olvidando el pasado más rápido. En este gráfico, por ejemplo, se rastrea la frecuencia con la que se mencionan tres años específicos en una amplia gama de literatura a lo largo del tiempo. A medida que pasa el tiempo, la "vida media" de cada año (el punto en el que recibe solo la mitad de la atención que tuvo en su apogeo) llega más rápido.

Memoria colectiva.

¿Qué quiere decir esto? ¡Afuera con lo viejo! Así como los individuos olvidan el pasado, también lo hacen las sociedades. Para cuantificar este efecto, razonaron la frecuencia de, por ejemplo, "1951" para medir el interés en los eventos del año correspondiente, y crearon "parcelas" para cada año entre 1875 y 1975. Por ejemplo, "1951" rara vez se discutió hasta los años inmediatamente anteriores a 1951. Su frecuencia se disparó en 1951, se mantuvo alta durante 3 años y luego experimentó una rápida disminución, cayendo a la mitad durante los siguientes 15 años.

La memoria colectiva es cambiante. La amplitud de las tramas o eventos va en aumento cada año. También hay mayor atención en el presente. Por ejemplo, "1880" se redujo a la mitad de su valor máximo en 1912, un retraso de 32 años. Por el contrario, "1973" se redujo a la mitad de su pico en 1983, un retraso de sólo 10 años. Es decir, estamos olvidando nuestro pasado cada vez más rápido. Y hay una asimilación más rápida de lo nuevo.

La memoria cultural, en declive. Otro estudio titulado La decadencia universal de la memoria y la atención colectivas fue un intento de convertir el lento deslizamiento de la memoria cultural (la forma en que una canción exitosa permanece o no) en un método cuantitativo para medir nuestra atención a diversos descensos de productos culturales.

Los investigadores analizaron la atención colectiva que se presta a cinco tipos diferentes de objetos culturales: música, películas, biografías de deportistas, patentes y artículos científicos. En todos los dominios, existe una verdad universal sobre la decadencia de la memoria colectiva: dos tipos de memoria están en juego, y una se disuelve mucho más rápido que la otra.

¿Por qué? El primer tipo de recuerdo se llama memoria comunicativa. Se produce a través de la conversación y la interacción social, y disminuye con bastante rapidez, según el estudio. A las 5 de la tarde ha habido tantas notificaciones en tu móvil, vídeos y memes, que probablemente hayas olvidado las noticias de última hora que sucedieron hace solo unas horas. Se necesita que alguien lo mencione nuevamente, en un retuit o en un bar, para acordarte del momento.

Por otro lado está la memoria cultural. Es el tipo que se encuentra en los archivos y en Wikipedia. Cuando hemos hablado de algo, decidido los contornos de una historia, empezamos a sellarlo. El registro resultante puede generarse con una búsqueda en Google. Debido a que trasciende la interacción de persona a persona, es mucho más duradera. Cuando los eventos catastróficos interrumpen nuestra memoria cultural (cuando los museos son saqueados o las bibliotecas se queman hasta los cimientos), a menudo se nota más radicalmente.

Conclusiones. El proceso de declive fue similar entre todos los medios que estudiaron los investigadores, pero la cantidad de tiempo que tardó cada uno en desvanecerse varió según el dominio. Las biografías duraron más, circulando en la memoria colectiva durante 20 a 30 años. La música desapareció más rápido, con una duración promedio de solo 5,6 años.

Para que os hagáis una idea: si bien los niños de hoy escuchan clásicos como The Beatles, lo hacen intencionalmente. Todo el mundo tiene su canon personal, pero una banda más antigua como The Beatles no aparece a menudo en "actos de comunicación o socialización", como lo hacen los éxitos Top 40 de hoy. En cambio, Yellow Submarine y Hey Jude se conservan en Spotify, y las actuaciones y entrevistas grabadas de John Lennon se suben a YouTube. No se olvidan, pero la forma en que accedemos a nuestra memoria colectiva de, por ejemplo, la guerra de Waterloo ha cambiado.

La Odisea, como ejemplo. La investigación sobre la memoria sugiere familiaridad, rimas simples y plantillas narrativas que dan sentido a múltiples eventos a la vez que ayudan a que los hechos se mantengan. Esto tiene sentido, dado lo que sabemos de la evolución de la narración. En su traducción de 2017 de La Odisea, Emily Wilson escribe sobre cómo a cada personaje se le asigna un epíteto, como "el Ulises que da muchas vueltas" o "la prudente Penélope". “Esta característica del poema homérico es una marca de su deuda con una tradición oral griega de canciones poéticas que se remonta a cientos de años antes de que los poemas en sus formas actuales llegaran a existir", escribía Wilson.

Han pasado miles de años desde que se escribió esta epopeya, una de las favoritas de los profesores, pero todavía la estamos leyendo y usando sus trucos para contar otras historias.

Imagen: Unsplash

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