¿Cuáles son los tratados diplomáticos más antiguos del mundo aún en vigor?

¿Cuáles son los tratados diplomáticos más antiguos del mundo aún en vigor?
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La historia política y militar de la humanidad está tan repleta de conflictos bélicos como de tratados comerciales, acuerdos de paz o convenciones multilaterales. A día de hoy, todos los países de la Unión Europea se hayan inmersos en un proyecto que implica el refrendo y la aceptación de multitud de acuerdos y tratados que afectan a diversas áreas de su soberanía. Algo parecido le sucede a otros países del mundo. Vivimos en un mundo interconectado, y por tanto rodeados de tratados diplomáticos y pactos económicos de todo tipo. Sin embargo, merece la pena preguntarse cuáles son los más antiguos.

Si bien hoy el carácter de los tratados diplomáticos o de los acuerdos comerciales tiende a ser más estable, especialmente en países que, como los europeos, trabajan activamente para evitar conflictos militares futuros entre ellos, la historia no ha tendido a favorecer alianzas tan prolongadas en el tiempo. Al contrario, la tónica común de todos los acuerdos y tratados históricos ha sido su carácter volátil. De ahí que el listado que os traemos a continuación sea tan alucinante. Tratados diplomáticos, testamentos políticos, que han sobrevivido a los vaivenes de la humanidad y que, desde hace siglos, se mantienen en pie.

El tratado anglo-portugués de 1373

Es definido de forma frecuente como el tratado internacional bilateral más antiguo de cuantos aún siguen aún en vigor. Lo han firmado y refrendado de forma sucesiva los estados portugueses y británicos desde 1373, cuando se esbozó por primera vez en la Catedral de San Pablo, en Londres (sería ratificado algunos años más tarde en Windsor, en 1386). La idea, desde un inicio, fue simple: afianzar el poder militar, especialmente marítimo, de ambos gobiernos. Portugal se convertía así en un muy fiel aliado de Inglaterra, situación que no cambió ni en la Segunda Guerra Mundial ni en los conflictos napoleónicos.

Windsor
Imagen de la boda con la que culminó el Tratado de Windsor, ratificación posterior del primero. En ella, se casaron el rey de Portugal, Juan I, con Filipa de Lancaster.

A día de hoy tiene poca relevancia. Ambos países forman parte de la Unión Europea, un tratado político, económico y militar de muchísima mayor proyección. En su día, el tratado proveyó a la incipiente potencia inglesa de un aliado en sus particulares luchas contra la monarquía hispánica primero y contra el dominio francés después. Fue precisamente durante la unión de España y Portugal cuando no estuvo vigente (aunque se reeditaría más tarde), además de un breve periodo, un pequeño pero muy interesante conflicto colonial, a finales del XIX entre ambos países. Se recuperaría igualmente.

El tratado entre Marruecos y EEUU de 1776

Marruecos fue el primer país del mundo en reconocer la independencia de Estados Unidos de forma formal tras la firma de un tratado de paz (y comercial) con la incipiente república americana en una fecha tan temprana como 1776. Sigue en vigor a día de hoy, aunque ha sido actualizado y revisado en diversas ocasiones (algo, por otra parte, lógico, dada la turbulenta deriva del estado marroquí tras el inicio de la era colonial).

La fecha es relevante, y da una idea del excelente oportunismo de Marruecos: Estados Unidos había declarado oficialmente su independencia el 4 de julio de 1776, pero no lograría el control pleno de su territorio hasta siete años después, tras su victoria sobre las tropas imperiales inglesas en la Guerra de Independencia de Estados Unidos. Las autoridades marroquíes, por tanto, se adelantaron al resto de estados del orbe occidental en su reconocimiento de la antigua colonia como nuevo estado independiente. Algo, claro, demasiado arriesgado (aunque la apoyaran veladamente) para otras potencias coloniales.

El tratado de Canandaigua de 1794

Hoy no puede ser considerado como un tratado internacional, pero en su día lo fue. Se trata del segundo tratado de esta categoría firmado por el primer gobierno de los Estados Unidos, y lo hizo de forma multilateral con la Seis Naciones nativas americanas (iroqueses, en su mayoría) que, por aquel entonces, aún tenían dominios y posesiones a su cargo en el actual territorio norteamericano. En teoría, afirma los derechos territoriales de la Confederación Haudenosaunee, y cuenta con reconocimiento oficial tanto del gobierno estadounidense como de los actuales descendiendes de las Seis Naciones.

La Convención de Ginebra de 1864

Aunque el cuerpo legal internacional al que se suele hacer referencia date de 1949, poco después de la Segunda Guerra Mundial, los orígenes de la Convención de Ginebra se encuentran a mediados del siglo XIX. Fue en 1864 cuando se celebró por primera vez, esbozando diversos grados de protección y asistencia para los soldados heridos o prisioneros en tiempo de guerra. Fue actualizada dos veces antes de su forma actual: primero en 1901 y después en 1929, a las puertas de la década negra que llevaría a Europa al desastre.

Genova

Fueron los crímenes de guerra cometidos por las diversas potencias combatientes durante la guerra más sangrienta de la historia de la humanidad los que motivaron una cuarta convención que, primero, recogiera, unificara y amparara los términos de las tres anteriores (relativas, en gran medida, al trato de los soldados una vez prisioneros y a su asistencia sanitaria durante los conflictos), y que, segundo, definiera y penara la comisión de delitos de guerra contra población civil ya establecidos por las Convenciones de la Haya.

La Convención de la Haya de 1899

Haya

Que, son, precisamente, otro de los tratados internacionales más antiguos aún en vigor. Después de la primera Convención de Ginebra, que tenía por objeto asegurar la protección de soldados heridos o prisioneros durante cualquier tipo de conflicto armado, la Convención de la Haya, celebrada en 1899 en la ciudad holandesa, buscaba definir de forma más explícita los crímenes de guerra contra la población civil. Lo hizo en su primera forma aquel año, prohibiendo una serie de acciones de guerra ponderables como crímenes, y ocho más tarde, renovando los términos de la primera. Sus términos siguen en vigor, actualizados.

La Fairs Act irlandesa de 1204

No hablamos de un tratado internacional, aunque fuera promulgada por el aquel entonces rey de Inglaterra, Juan Sin Tierra, entre cuyas posesiones ya se contaba la isla de Irlanda. Ha permanecido en el cuerpo legal de Irlanda desde entonces, aunque fue actualizada cuando el país obtuvo su independencia durante el primer tercio del siglo XX. En 2007 fue revisada una vez más e incorporada al presente cuerpo legislativo del estado irlandés, siendo, con mucha diferencia, el estatuto de rango oficial más antiguo existente en Europa.

El tractat de pariatge de Andorra de 1278

Andorra cuenta con uno de los sistemas políticos más singulares del continente europeo, dado que son dos, y no uno, los cargos que regentan la jefatura de estado (tanto el presidente de Francia como el obispo de Urgell). ¿Por qué? Por el pariatge de Andorra de 1278, un tratado entre el por aquel entonces conde de Foix, un estado independiente al sur de Francia posteriormente absorbido por el estado galo, y el obispo de Urgell, la entidad religiosa más importante de la actual Cataluña. En esencia, estipulaba la creación del actual principado, sirviendo de acuerdo fundacional del actual estado andorrano.

San Esteve
Iglesia de Sant Esteve, en Andorra la Vella.

La medida permitió a ambas entidades políticas establecer su esfera de influencia en este pequeño rincón pirenaico, que al contrario que el condado de Foix, ha sobrevivido hasta nuestros días. En 1993, la promulgación de la constitución de Andorra servía de punto y final al estatus legal del pareatge, pero sus términos esenciales y la jefatura de estado compartida sirvieron como base para la ordenación jurídica posterior del principado.

El tratado de las Tres Vacas de 1375

No se trata de un acuerdo diplomático en vigor, aunque en rigor sus términos si se incluyeran en la firma del Tratado de Paz de los Pirineos entre Francia y España en 1856. La singular historia del tratado de las Tres Vacas, que cuenta con celebración popular en el collado de Ernaz, en Navarra, se remonta a una antiquísima disputa y posterior pelea sangrienta entre los vecinos del valle del Roncal, al sur los Pirineos, y los del valle del Baretous, al norte. De fondo, claro, la frontera y los derechos de cada uno a explotar sus recursos.

Roncal

La peculiar historia terminó con un arbitraje en la villa aragonesa de Ansó, cerca del Roncal y del Baretous, y estableció el punto fronterizo en el actual mojón 262 del límite entre el estado español y el francés. En teoría, la línea fronteriza vigente surge de 1856, pero al parecer el tratado firmado por ambos países en el siglo XIX incluyó un reconocimiento a lo estipulado por el tratado de las Tres Vacas en 1375 (en su cuarto apéndice: ha sido revisado varias veces). De modo que, sobre el papel, aquel arbitraje popular de Ansó entre los vecinos navarros y del Béarn ejerce continúa vigente (aunque su carácter sea anecdótico).

La Ley Paccionada de 1841

Y aquí conviene puntualizar.

La Ley Paccionada de Navarra puso fin a las instituciones propias del reino navarro durante la regencia de Baldomero Espartero en España, pero consagró su sistema fiscal independiente. Aunque a día de hoy es el Amejoramiento del Fuero el que consolida los derechos forales de Navarra dentro del ordenamiento constitucional español, este se remonta a la Ley Paccionada de 1841, que se mantuvo vigente a lo largo del siglo XIX. Desde un punto de vista técnico no está en vigor, claro, pero es la fuente de derecho en la que se inspira el actual carácter foral (y no autonómico) de Navarra.

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