Es definitivo: tras las presiones, Google cancela su consejo externo de ética para IA

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Es oficial. Al menos, según fuentes de Vox y Forbes: Google ha cancelado su proyecto de formar un consejo asesor de ética para IA: “ha quedado claro que, en este contexto, la ATEAC [el Consejo de Consulta Externo para Tecnologías Avanzadas] no podría funcionar como queríamos. Por eso vamos a disolver el consejo y vamos a volver a elaborar un proyecto de mesa. Seguiremos actuando de forma responsable con los desafíos que plantea ahora mismo la IA en nuestro trabajo y encontraremos nuevas formas de obtener opiniones externas sobre estos temas”.

¿De dónde viene esta cancelación? De la contienda que ha suscitado el consejo asesor esta última semana, cuando Google anunció quiénes serían sus ocho miembros, voces ajenas a la IA provenientes de distintos campos de conocimiento y que servirían como vigilantes del trabajo interno de Google. El principal escollo fue el conocimiento público de que participaría en ella Kay Coles James, mujer afroamericana graduada en derecho cuya carrera se ha desarrollado como asesora de los republicanos y que defiende públicamente medidas antiabortistas, antifeministas y anti LGTB.

Google y el sesgo de izquierdas. Es el mismo problema que señaló el ex empleado James Damore y otros trabajadores republicanos dentro de Google (porque existir, existen): el debate podía orientarse, pues, a la falta de una mayor inclusión de puntos de vista distintos, concretamente republicanos, a la hora de elaborar herramientas y políticas que tendrán enormes repercusiones en nuestro futuro. 

Por el otro, sus críticos, entre ellos los miles de empleados que han firmado manifiestos contra Kay Coles James, defendían que se trata de una cuestión del respeto a los derechos humanos: que una persona trans tenga derecho a ir al servicio del género con el que se identifica no debería estar sujeto a debate, y aquellos que quieran negarlo no deberían estar a los mandos de las directrices éticas.

La cancelación del consejo ético es lo de menos: porque, en realidad, muchos vieron su constitución como una mera cuestión cosmética, un lavado de imagen para que Google se presentase a sí misma como ecuánime y meditada en temas de tanta relevancia, y evitar así la injerencia gubernamental. Las resoluciones de este consejo ético, que sólo iban a reunirse cuatro veces al año, no iban a ser vinculantes, y su aplicación o no quedarían a discreción de los jefes del proyecto. Son los mismos pasos que siguieron con anterioridad Microsoft y Facebook.

“Democratizar” las empresas: con este y otros debates recientes sobrevuela la necesidad de regular, supervisar y hacer socialmente responsables a las Big Tech, ese puñado de empresas que dominan buena parte de nuestra vida. Apple, Amazon, Facebook y Alphabet tienen un valor conjunto superior a Reino Unido, la quinta economía del mundo. 15 de las 20 compañías tecnológicas más poderosas del mundo son estadounidenses, y sólo una de esas 20 es europea.

Para prevenir intromisiones, Facebook ya ha declarado que quiere hablar con el gobierno para crear un cuerpo de monitoreo independiente de los contenidos en su plataforma, cosa que ellos venden como un aperturismo y una transparencia de su empresa, pero que también es una manera de evadir responsabilidades sobre lo que ocurre dentro de Facebook.

Internet funciona como medio de comunicación, uno potencialmente más poderoso que radio, prensa y televisión juntas. Éstos son medios sujetos a multitud de normas y control gubernamental. El desarrollo de la inteligencia artificial, como todo un nuevo sector industrial, puede provocar conflictos de interés con su modelo tecnológico. Todo apunta a que esta va a ser la conversación de este año.

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