España está cerrando térmicas y comprando energía "sucia" a Marruecos. Pero sólo es el 1% de su total

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Jorge Buxadé, jefe de la delegación europea de Vox, en su cuenta de Twitter: “para tener contenta a Greta y a unos cuantos millonarios de izquierda, estamos dejando en la calle a nuestros trabajadores y debilitando nuestra industria energética mientras compramos energía igual de contaminante a Marruecos”. La cuenta oficial de Vox ha dejado un mensaje muy parecido.

El cierre esta semana de siete de las 15 centrales térmicas que aún quedan abiertas en España, con su consiguiente pérdida de puestos de trabajo en la zona (y que va a tener muy difícil arreglo, como vimos aquí), ha encendido las alarmas de muchos sectores, entre ellos el partido de Santiago Abascal, que se hace eco de una noticia, la de la compra de energía a Marruecos, de forma sesgada. Dado el alcance que están teniendo en la opinión pública sus comentarios, merece la pena matizarlo.

¿Cuánto es el 656% de muy muy poco?

Con ese 656% aluden a un artículo de febrero de este año de El Economista. El saldo hacía referencia a una “anomalía” histórica: entre 2018 y 2019 y por primera vez España compraba a Marruecos más de lo que exportaba, una transacción que nos costó 53 millones. Y cuando decimos que compra España nos referimos, claro, al mercado energético español, no al Gobierno.

Lo que se ha comprado en ese período son 1.053 GWh, una cifra que palidece frente a los 12.672 GWh que producían hasta ayer las centrales de carbón de nuestro país, y eso que su volumen de producción había caído en picado en los últimos años. Como explican desde El Periódico de la Energía, “es aproximadamente algo más de lo que produce una central nuclear española en solo un mes”, apenas un 1% de nuestra demanda energética anual. Pecata minuta.

No sólo eso, sino que históricamente el saldo de exportaciones con Marruecos siempre había sido negativo para España en los últimos años, y ahora ha vuelto a serlo: en este último medio año hemos exportado 217 GWh y hemos importado 174 GWh. Hemos vuelto a la situación anterior, ya les vendemos más de lo que les compramos.

La energía africana contaminante

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¿Por qué, de repente, España empezó a comprar energía a Marruecos? Por la conjunción de tres factores… y un cuarto que aún no ha llegado. El primero, la directiva europea que estaba a la vuelta de la esquina por la que se obligaba a las centrales térmicas de nuestra comunidad a hacer unas inversiones para hacer competitiva su energía “contaminante” so pena de encarecer la tonelada de CO2 generado a partir de fuentes minerales en 0.9 euros por cada euro (la directiva también encarece el euro de la tonelada de gas en 0.4 euros). El Gobierno español, como todos los demás países, ha añadido la directiva a su ordenamiento.

En segunda instancia, son las propias compañías propietarias de las plantas, y no el Gobierno, los que han decidido que no les merecía la pena esa inversión en sus centrales de una energía que, como sabemos, está ya en extremo en el punto de mira y es posible que acabe siendo prohibida.

Y por último, porque Marruecos acababa de abrir una central térmica de carbón de 1.4 GW de potencia que cuenta con conexión con España y con la que ha empezado a producir a precios muy competitivos. ¿Por qué son tan buenos sus precios? Porque el país no está sujeto al ordenamiento europeo que encarece el CO2 contaminante que hemos visto antes. Todo esto quiere decir que le hemos comprado puntualmente al mix marroquí, en el que una parte importante (no todo, es imposible determinar cuánta en cada momento) proviene del carbón.

Pero precisamente estas puntuales compras de energía “sucia” a países de fuera de la UE que tienen una regulación más laxa preocupa a los legisladores europeos. En el mismo artículo de El Economista del que salen los datos que difunde Vox queda reflejado que es el propio gobierno español el que ha denunciado a Bruselas que se dé esta situación y la necesidad de buscar una solución comunitaria. Por ejemplo, le está sucediendo lo mismo a los países que compran energía a su vecina Serbia.

Aunque estamos más preocupados por la transición ecológica que otros territorios, a los mismos europeos no nos interesa dejar de ser competitivos en este ámbito, mucho menos de cara a nuestro consumo interior. De ahí que establecer un arancel común al CO2 y añadir peajes específicos en estos puntos estén entre las medidas del Pacto Verde de la nueva Comisión.

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