Europa, contra la quimiofobia en cosmética: nada de poner "sin sulfatos" o "sin parabenos" alegremente

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Al igual que muchos productos con harinas y azúcares refinados se comercializan con consignas que le dan una pátina en apariencia saludable (con más Hierro y Vitamina A, a tope de Omega 3), muchos cosméticos y productos de higiene diaria llevan desde hace un tiempo haciendo lo propio para destacarse entre sus competidores. Algunos ejemplos de ellos son los geles y champús “sin sulfatos” o “sin parabenos”, o las cremas “sin corticosteroides” o “sin formaldehído”.

Un grupo de trabajo para la comisión europea integrada por nuestra organización al consumidor, la EFTA y otra serie de agentes de interés presentaron un texto en 2017 que entraría a tener validez a partir del 1 de julio de este mes. En ese documento uno de sus anexos iba contra el uso indiscreto de los eslóganes “sin” arriba citados. Se han instaurado unas directrices más estrictas y, a partir de ahora, se desincentiva esta estrategia de márketing.

¿Por qué se le ha puesto coto? Por varios motivos, destacando un par de ellos. Primero, que se empleaba el eslogan diferenciador sin ser fiel a la realidad. Hay productos, como los corticosteroides, que están ya prohibidos, por lo que no tiene sentido decir que tu producto no los lleva. También ocurría que decían que no llevaban tal o cual compuesto, mientras el producto contenía algún otro ingrediente que sí liberaba, una vez usado, ese compuesto. 

También hay que recordar que es ilegal denigrar componentes de curso legal, y Europa ha entendido que la proliferación de estas reivindicaciones denigra a esos compuestos que han pasado por todos los controles de calidad.

¿Por qué es más perjudicial de lo que parece en un primer momento? Porque, como alegan desde el grupo de trabajo, se fomenta una cultura del miedo. Tanto los parabenos como los sulfatos son completamente seguros, aunque están envueltos en diversas controversias alimentadas por empresas interesadas en los eslóganes eco. 

Hay quien sostiene que los parabenos actúan como disruptores endocrinos y hasta que dan cáncer, cuando son estudios malinterpretados (el tema de los sulfatos también es igualmente complejo). Si ves en un estante un producto que dice no llevar estos compuestos, por un lado entiendes que es más seguro que el vecino, y por el otro va calando en nosotros la desconfianza en las instituciones que hacen que estas cosas estén en nuestros estantes.

Cosmética ecológica y cruelty free: según la Sociedad Española de Químicos Cosméticos el crecimiento de la cosmética eco ha crecido un 20% en el último año. Es un negocio millonario. La tendencia es ascendente, y más importante aún, las influencers e instagramers adoptan estas consignas al pie de la letra. Ya hay páginas directamente organizadas para valorar, según sus métricas, cómo de eco es un producto. La realidad es que, por ejemplo, a la mayoría de empresas les sale gratis decir que su producto no está testado en animales (la UE lo prohíbe desde 2013), salvo que hagan su producción en China y algunas otras excepciones.

Los productos eco son los que no utilizan productos químicos sintéticos, organismos genéticamente modificados o sustancias no presentes de manera natural en el suelo, pero nada de ello es sinónimo per sé de sostenibilidad medioambiental ni mucho menos de una mayor salud y cuidado para el usuario. Tema aparte son las certificaciones para llevarse este título ya que, aunque hay algunos reconocidos certificadores (CCPAE, ECOCERT), siguen siendo de gestión privada.

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