Hay un hotel que te alquila un pez para que no te sientas solo. Y ha sido acusado de maltrato animal

Hay un hotel que te alquila un pez para que no te sientas solo. Y ha sido acusado de maltrato animal
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Charleroi es una de las ciudades menos sexys del planeta: gris, decadente y post-industrial, la mayor parte de los europeos sólo la conocen por haberse convertido en uno de los muchos extravagantes aeropuertos de Ryanair. Quienes allí van, suelen hacerlo de paso. Y a menudo, lo hacen solos.

De modo que en el Hotel Charleroi Airport de Gosselies, el pequeño pueblo situado al lado de la terminal aeroportuaria, tuvieron una gran idea: ¿por qué no ofrecer un servicio de alquiler de peces cometa (los ubicuos bichines naranjas) por tres módicos euros para todos aquellos huéspedes que requieran de compañía? La mascota, de simples cuidados, se convirtió en una marca de la casa.

El servicio llevaba años en marcha, pero no fue hasta que una locutora de radio neozelandesa recibió esta imagen de otra amiga que se hospedaba allí. La subió a Twitter y la historia tornó en un hito viral, acumulando retuits y corazoncitos (casi 50.000 interacciones a día de hoy). Lo tenía todo: peces random, extravagancia en forma de plus y, de forma inesperada, una campaña animalista en contra de hotel.

Junto al aluvión de "qué monos", "pues yo lo alquilaría sin dudarlo", "esto me habría venido muy bien en aquel remoto hostal de Bielorrusia", un nutrido grupo de usuarios comenzó a cuestionar en el mismo hilo la conveniencia de la práctica. Que si el pez no tenía espacio suficiente. Que si podía redundar en su rápido deterioro físico. Que si la compañía y el cuidado animal no debía ser un negocio de quita y pon.

El asunto llegó incluso a una protectora animal belga, Gaia, que indicó que investigaría la situación para tomar medidas en el asunto. La broma (lucrativa) del hotel, se transformó en otro debate sobre la relación del humano con sus mascotas: ¿es el bienestar animal un bien a sacrificar por un servicio plus de tinte cuqui?

El extrañamente rico debate sobre el pez cometa

Lo sea o no, lo cierto es que como se explica en Radio NZ, es un asunto de mayor calado que una chanza en Twitter. Durante los últimos años, diversos países han legislado en favor de los derechos de los peces cometa, una mascota muy habitual en los hogares y también muy olvidada por las reivindicaciones animalistas. En Zúrich, por ejemplo, el hotel de Charleroi no podría ofrecer un pez: por ley, los bichines tienen que convivir con otro semejante.

La ciudad adoptó tal decisión cuando diversos estudios mostraron que, lejos de lo comúnmente asentado, los peces cometas son seres más inteligentes y más sociales de lo que creíamos. Y que podían experimentar agudos episodios de soledad. En un acto humanitario, Zúrich obliga a sus dueños a dotarles de una comunidad, por pequeña que sea (dos peces bastan) para mejorar su bienestar.

Vida
No es la mejor de las vidas. (Pxhere)

Los hoteles de Monza, en Italia, tampoco podrían replicar el servicio de su par en Charleroi. La ley local estipula que los peces cometa deben vivir en recipientes más grandes que el típico bol que aparece en la foto, dado que distorsiona su visión del mundo (causándoles trastornos) y, al no contar con filtros, deteriora la calidad del agua en la que viven (y respiran).

Son ejemplos concretos, pero muchas otras legislaciones animalistas buscan afianzar el bienestar de los peces, sigilosamente populares.

La carencia de plantas, de refugios naturales dentro de la pecera y de otros compañeros con los que socializar podría inducir a los peces cometa a la depresión. Y si parece una broma se debe en parte a nuestra visión popular de los diminutos peces: seres muy simples, con una memoria de tres segundos (que en realidad dura meses) con los que no empatizamos demasiado (no los puedes acariciar, no te ofrecen cariño).

Su simplicidad es parte de su éxito. En Reino Unido son la tercera mascota más popular, por debajo de perros y gatos, pese a que su existencia y su imagen pública sea casi underground, entre las sombras.

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Ellos también se deprimen. (Pixabay)

Para el hotel, sin embargo, el pez cometa es un buen reclamo. Según explica David Dillen, el director del mismo, logran alquilar uno cada semana, y el proyecto ha tenido tanto éxito que se ha alargado cuatro años. La gente se toma fotos con ellos, las sube a las redes sociales y explotan la imagen comercial del hotel, que de otro modo pasaría bastante desapercibido. Y los peces conviven entre ellos en peceras más grandes antes de ser alquilados.

Lo fascinante de esta historia, un día más, es cómo una mera broma en Twitter y un tuit inocente han espoleado un debate de lo más interesante que, en realidad, tiene repercusiones reales en el bienestar de nuestros peces y en la forma en la que nos relacionamos con ellos. Aunque en origen sólo se tratara de una campaña de pubilicidad por parte de un anodino hotel en una anodina ciudad.

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