Más horas en Zoom, más feos nos vemos: han aumentado las solicitudes de operaciones estéticas

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Años atrás los selfies provocaron una epidemia de cirugías. La presión social por ver nuestros rostros o cuerpos en fotografías produjo una oleada de baja autoestima que se tradujo en el aumento de contrataciones de servicios estéticos. Ahora la imposición del teletrabajo ha hecho que millones de personas, muchas de ellas en las antípodas de la vanidad y las tendencias que suele caracterizar a los aficionados a los retoques, se vean cada día durante horas en reuniones online, siendo plenamente conscientes de sus imperfecciones. ¿Resultado?

El "Zoom Boom": así han bautizado profesionales de las operaciones dermoestéticas a la avalancha de solicitudes que han recibido en economías confinadas y postconfinadas. Se ha observado el fenómeno en España, Reino Unido, Estados Unidos, Australia, Japón y Corea del Sur, entre otros. Los diferentes médicos y asistentes consultados por los medios hablan de enormes aumentos de solicitudes de información telefónica y online, algo que es lógico dado que muchas consultas estaban cerradas y se desaconsejaban las visitas innecesarias. Aunque no hay estadísticas oficiales, muchas consultas hablan de listas de esperas inauditas con respecto al año anterior. En España se cree que se han duplicado.

La modelización del ciudadano de a pie: los médicos apuntan a que el trabajador común está sufriendo la misma presión estética que todo aquel trabajador de un oficio en permanente exposición. Es habitual ver que modelos y actores y actrices se obsesionan con su imagen y se aplican continuos retoques para ofrecer la mejor versión de sí mismos. Ahora las videollamadas, estar rodeados de otros bustos parlantes potencialmente más hermosos que nosotros, nos hace fijarnos en lo que no habíamos hecho hasta ahora. Ahora también nosotros somos, a esta extraña y pandémica manera, personas que viven de su imagen en lo que quede de teletrabajo.

¿Quién se opera y qué se hace? Según los especialistas, las mujeres están acaparando la mayoría de las citas, como viene siendo habitual, aunque apuntan a que, en esta ocasión, la brecha de género se está reduciendo, ya que muchos hombres se están sumando cada vez más a esta moda. Su principal requerimiento, ponerse más pelo y más tupido.

Por lo demás, se encuentran dos perfiles, los que aprovechan estos tiempos de vida social reducida para hacer trabajos invasivos, como implantes de pecho y liposucciones, y el gran aumento “zoom”: muchos trabajadores (entre ellas hay un inusitado aumento de personas corrientes de mediana edad) que se tratan con procedimientos no invasivos del estilo del Botox, los rellenos y los rejuvenecimientos de piel. Mucho trabajo de cuello y también de “contouring” de mandíbula.

Dismorfia Snapchat: los psicólogos ya han constatado en múltiples ocasiones el vínculo entre predominancia del uso de las redes sociales y el aumento de los trastornos de autoimagen. Muchas mujeres tienen problemas para conjugar su aspecto corriente y la belleza cartoonesca e irreal que provocaban los “filtros de belleza”, lo que ha conducido a que muchas personas se retoquen o quieran retocarse la cara para que sus rasgos se deshumanicen pero sean más “monos”. Como alertan los cirujanos, es importante que estas diferencias entre el mundo virtual y el físico no nos pasen factura mental, que puede que te veas mal en pantalla por cómo están configuradas las cámaras, la mala iluminación del espacio o porque simple y llanamente lo que veas sea una representación en 2D de tu rostro.

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