Huelga en el cómic francés: el ejemplo de la precariedad en una industria aún potentísima

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Amenazaron y cumplieron. El pasado viernes 31 de enero los stands del festival de Angulema, al sur de Francia y el más prestigioso dentro del noveno arte en toda Europa, estaban prácticamente desiertos salvo la participación de algunos autores extranjeros. La imagen no debería haber sido esa, sino un espacio en ebullición donde los artistas se encontrasen con sus fans provenientes de todos los rincones del continente. Pero los creadores se han hartado de su situación y, después de muchos años de silencio y transigencias, han decidido hacer boicot y huelga en busca de mejorar su situación laboral.

Por qué los franceses han colgado los lápices: hay dos detonantes. El primero es el informe Racine (en honor al actual director de la Biblioteca Nacional francesa) publicado hace dos semanas que desvela en 141 páginas la precaria situación del sector. El otro es el lanzamiento del “Año BD 2020” (en honor a bande dessinée, las siglas de cómic en francés) por el cual los políticos locales y nacionales querían hacer un acto de reivindicaciones y ayudas cosméticas pero muy útil a nivel político sobre la importancia del tebeo como industria cultural de su país.

Cómo se ha sucedido el estallido: el pasado 30 de enero el alcalde de Angulema, el Ministro de Cultura, el director del festival y más tarde Macron iban a vender su compromiso con el cómic francés en el centro de la ciudad, pero los cánticos de los manifestantes  eclipsaron la atención mediática e hicieron que el Presidente de la República decidiese anular su asistencia en el último momento (luego sí fue al interior del recinto del festival). Los representantes de las organizaciones de autores se reunieron con el Ministro de Cultura en busca de soluciones y advirtieron que, en caso de que no se llegase a propuestas lo suficientemente valiosas, boicotearían el importantísimo certamen de los siguientes días. Así lo han hecho. Hoy han vuelto a salir a la calle, unas 500 personas, la mayoría de ellos autores y muchos conocidos, paseando con pancartas por los alrededores del Ayuntamiento.

¿Cuál es la situación de los dibujantes en Francia? El informe Racine revelaba lo que todo el mundo ya sabía: que el 53% de los autores de cómics del país viven por debajo del salario mínimo, lo que se traduce en un 50% de historietistas con un nivel económico por debajo del umbral de pobreza, y que las más afectadas son las mujeres y los jóvenes. Al recoger el prestigioso premio Goscinny los autores Fabien Vehlmann y Gwen de Bonneval subieron al escenario junto con un centenar de artistas y leyeron un extracto sobre la precariedad. “A algunos autores se les está pagando 4.000 euros por producir 200 páginas, el equivalente a dos años de trabajo. Algunos de ellos están en esta selección [de los mejores títulos del año]”.

El arrastre de las pensiones: a nadie se le escapa que es este un momento muy apropiado para que haya surgido la chispa de un sector, el del arte, en el que hay una tendencia histórica al individualismo y a la falta de camaradería o movimiento sindical. Con sus altos y sus bajos, sus sectores más y menos encendidos, Francia lleva ya dos meses encendida por las huelgas por la famosa reforma de las pensiones. El saldo del pasado 2019 ha dejado al menos 2.448 manifestantes heridos y once muertos, y cuando parece que el movimiento se va a extinguir salen los bomberos a luchar contra la policía.

Y por qué los autores españoles leen la noticia con ilusión y amargura: si en España, comparado con nuestros vecinos, no hay industria cultural de ningún tipo a nivel literario o cinematográfico, el tebeo no iba a ser menos. La paradoja es que mientras en Francia protestan por las condiciones de sus ilustradores, en España se publican artículos donde se explica que la única vía de supervivencia para nuestros talentos pasa por mudarse al mercado estadounidense y, sí, francés.

Aunque las condiciones son sobre el papel similares en ambos mercados (el autor se lleva entre un 8 y un 10% frente a los jugosísimos márgenes del 40% para editoriales y 50% para distribuidores y las librerías), la diferencia es que la relación de ventas entre ambas naciones tiende a ser de 10 a 1 ganando los galos. Sergio Bleda, historietista e ilustrador profesional, dice que conversando con compañeros del gremio estima unos ingresos (que no ganancias) medios de los profesionales de entre 5.000 y 18.000 euros anuales. Poco más se puede decir.

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