El martillo y la danza: los conceptos que explican los próximos meses de la lucha contra el coronavirus

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La provincia de Hubei, el foco original de la pandemia de Covid-19 que ha vivido las medidas hasta ahora más draconianas en toda la lucha contra el virus, ahí donde su población ha tenido que estar confinada en sus casas durante dos meses, se reabrió ayer permitiendo que sus ciudadanos pudiesen viajar a regiones colindantes.

China vanagloria de haber vencido al virus. Sólo han detectado un único caso de contagio local en los últimos siete días. Sus decenas de nuevos casos confirmados son extranjeros, ciudadanos que han viajado al país y que están pasando controles y medidas de cuarentena muy estrictas para evitar que vayan a más.

Pese a ello, no se fían, y ahora el país ha anunciado que cierra sus fronteras físicas y aéreas a todos los extranjeros, tengan visados o no (sólo se libran diplomáticos), hasta nuevo aviso. Es una medida que tendrá enormes repercusiones económicas, pero es por un bien mayor: quieren evitar a toda costa que se propague una segunda oleada del coronavirus. En vista de que en el resto del mundo estamos viviendo una evolución pareja (aunque con algunas diferencias, sí) de los acontecimientos sanitarios y políticos con respecto a lo que hizo China con la pandemia, no viene mal poner un ojo en eso que están haciendo ahora.

Qué es el martillo y la danza

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Son los conceptos acuñados por Tomás Pueyo, “experto en psicología conductual”, divulgador empresarial y conferenciante del universo TED Talks, en un artículo de esta misma semana que ha sido leído por millones de personas (aquí la traducción al español). Ya nos encontramos a periodistas valiéndose del símil y a políticos usando estas palabras para explicar sus propuestas políticas. Son términos que están calando en la opinión pública.

El martillo es nuestro momento epidemiológico actual, ese en el que los gobiernos deben actuar con mano dura sobre la población general, llevándoles a un aislamiento social extremo para aplanar la curva y no saturar los sistemas sanitarios. El baile o la danza es lo que está por llegar. Como se puede ver en el ya famoso informe del Imperial College de Londres, los expertos apelaban a un futuro en el que, en el momento en el que el aislamiento extremo ha hecho efecto y se ha mitigado el número de ingresos en UCIs, se suavicen las medidas, tanto para devolverle a la gente sus libertades individuales como para no asfixiar innecesariamente a la economía.

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Los períodos regulares de confinamiento social mantienen la pandemia bajo control. Créditos: Equipo de respuesta a COVID-19 del Imperial College.

Pero, y este es el pero, el virus puede volver si no hay suficiente control. La danza serían los meses que transcurren desde este momento y hasta la llegada de la vacuna o la erradicación del covid-19 en la que las medidas van aumentando o bajando de intensidad dependiendo de cuánto se esté reproduciendo el brote entre los que aún están contagiados. De menos a más: no hacer nada, aislar sólo a los que den positivos, hacer llamamientos informales de distanciamiento social para la población, cerrar escuelas y tiendas, confinamientos, cierre de fronteras internas (para ciertos barrios, ciudades o países) y externas.

El propio Fernando Simón, el responsable del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias de España, también lo ve así. Como explicó en una de las ruedas de prensa de esta semana, "el objetivo es conseguir que el promedio de casos de transmisión esté por debajo de uno. Si el promedio está en alrededor de tres, tenemos que evitar dos de cada tres contagios. Si reducimos a un tercio el número de contactos que tiene una persona, sea la que sea, en principio deberíamos conseguir una reducción media. El objetivo de las medidas de cuarentena es lograr que el número de casos promedio provocados por cada persona sea menor a uno. Si conseguimos esto empezaremos a descender automáticamente la transmisión de la enfermedad y habrá un periodo de descenso hasta que, eventualmente, lleguemos a una transmisión cero".

La lucha contra el virus es una cuenta atrás hasta que llegue la vacuna y la danza es una forma de comprar tiempo.

El redactor jefe del MIT Technology Review prevé este mismo escenario, y anticipa un futuro próximo de meses, si no año y pico, en el que la evolución de sectores enteros de la economía queden supeditados a esa evolución paralela de la epidemia. En ese tiempo también las medidas de vigilancia de la población crecerán para que la danza sea efectiva, como controles de temperatura por doquier, un rastreo de movimientos total de los ciudadanos y muchos más límites a la hora de circular dentro y fuera del país.

En este otro fecundo artículo de The Atlantic se plantea esta misma hipótesis. Stephen Kissler, jefe de departamento de Inmunología y Enfermedades Infecciosas, dice que, aunque no debemos pensar en un mundo en el que tengamos que permanecer encerrados en nuestras casas a cal y canto hasta 2022, “necesitamos ir preparándonos para múltiples períodos de distanciamiento social”.

De abandonar esta senda, nuestro período del martillo no habría sido tan útil como podría haberlo sido. La alternativa a todo esto sería la vía holandesa.

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