Open Arms: Italia quiere frenar la crisis migratoria acusando de tráfico humano a las ONGs

Open Arms: Italia quiere frenar la crisis migratoria acusando de tráfico humano a las ONGs
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La crisis migratoria del Mediterráneo, que tantos trágicos titulares nos daba hace unos años y tantos conflictos políticos ha arrastrado en la eurozona, va poco a poco amainando. Si la ruta de la muerte entre Libia e Italia nos dejaba un saldo de 363.000 hombres rescatados en alta mar en 2016, en 2017 la cifra ha bajado a 171.000. Las medidas restrictivas también van cada vez a más: desde hace dos años la UE ha implementado cierres en las rutas más frecuentadas, y Bruselas envió 200 millones para ampliar la formación de los guardacostas libios y financiar los retornos voluntarios.

Ese es el ambiente en el que trabajaba hasta la semana pasada el barco español Open Arms, ahora confiscado y a cuyos miembros les está acusando el fiscal de Catania de "tráfico de personas" y "asociación criminal", mientras los voluntarios se escudan en que haber dado a los migrantes al barco libio que los requería y que llegó a hacer disparos al aire equivaldría “a llevar una devolución en caliente”, lo que contraviene el Estatuto de los Refugiados de la ONU. Se trata de un conflicto diplomático en el que se entremezclan protocolos de actuación, cuestiones de legalidad internacional e intereses supranacionales.

En resumidas cuentas: Italia no quiere recibir más inmigrantes y tiene cada día menos escrúpulos a la hora de hacer acusaciones contra las ONGs, Libia son peones a sus órdenes, y los que trabajan en el barco de rescate tienen el apoyo de la opinión pública, aunque puede que no todas las de ganar a nivel judicial. Como mínimo, el barco va a estar varado durante meses, que es tiempo en el que los voluntarios no van a poder trabajar.

También Save the Children: el registro de los barcos de rescate y acusación de tráfico es una práctica disuasoria que el gobierno italiano ya había puesto en marcha anteriormente con la nave Vos Hestia, de la ONG británica. Aunque desvinculó la decisión del operativo policial al que se habían sometido, al poco tiempo de aquellos registros Save The Children anunció el fin de sus labores de rescate en el Mediterráneo. Como acusan los de Open Arms, son cada vez menos organizaciones las que trabajan en la zona, sobre todo desde que tuvieron que firmar el nuevo código de conducta que algunos explícitamente rechazaron. También son menos las personas que se tiran al mar abierto en busca de las oportunidades de Europa.

Se trata de una campaña anti organizaciones: llevada a cabo por el mismo fiscal mencionado arriba y que está convencido de que estas asociaciones están compinchadas con los traficantes y funcionan como taxis entre África y Europa. Dice tener pruebas.

También han mejorado los controles Primero, porque hay cada vez más patrullas de rescate vigilantes en las costas libias. Y segundo porque la lucha entre grupos de contrabandistas ha contribuido a la caída general de los intentos de traslado. Además, los retornos voluntarios de repatriación desde Libia han aumentado a 20.000, aunque no son suficientes según exigencias de las Naciones Unidas. La gestión de Italia está perjudicando a su imagen en el exterior: las primeras cifras de fallecimientos en alta mar de 2018 son trece veces superiores a las del año pasado.

Apoyo a los voluntarios españoles: gente de todas partes ha visto en la confiscación del barco de Open Arms un pobre pretexto para entorpecer las misiones de rescate. Como ellos mismo recuerdan, en los años que llevan en activo han salvado la vida de casi 60.000 personas. Sin su nave no podrán seguir ejerciendo esta misión. Llevan recaudadas más de 124.000 firmas.

Una Italia antiinmigratoria: según las cifras oficiales del gobierno italiano, los refugiados económicos son el 85% de los migrantes que llegan a sus costas, y sólo el 15% personas que huyen de la guerra y la devastación total y, por tanto, merecedores del apoyo gubernamental. La llegada de inmigrantes ha espoleado a los viejos populismos y movimientos de extrema derecha que cada día penetran más en el país alpino, provocando a su vez un endurecimiento en los discursos de los partidos más centristas. Quien ayude a desbaratar el sistema de rescate será quien se lleve el rédito político de esta historia.

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