Tu perro está diseñado genéticamente para amarte: la ciencia detrás del "mejor amigo" del ser humano

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Los perros son muy sociables, cariñosos y fieles de forma indiscriminada porque poseen unos genes que activan este comportamiento los cuales son, a su vez, los mismos de los que carecen los lobos. El mero hecho de que no compartamos lenguaje común con los perros, hace que cada vez haya más investigaciones dispuestas decodificar a través del método científico por qué los perros son como son y actúan como actúan.

Indicios. El psicólogo Clive Wyne de la Universidad Estatal de Arizona es experto en comportamiento canino y autor de Dog is Love, uno de los últimos libros que aborda el significado y el origen de la hipersociabilidad de los perros. Hasta ahora, la mayor parte de los estudios publicados se han centrado en ensalzar la capacidad de los perros para comunicarse con sus dueños y no en su facilidad para establecer lazos emocionales. Para Wyne lo que hace que la relación humano-perro sea tan exitosa es el amor que ellos sienten hacia nosotros y, a su vez, la característica que les diferencia de otras especies.

Hallazgos. En el libro Cómo nos aman los perros su autor, Gregory Berns, explicó las conclusiones extraídas, tras someter a su perro a varias resonancias magnéticas. Las imágenes revelaron que el área del cerebro que se ilumina al escuchar la voz de sus dueños es la misma que se activa cuando les gusta alguien o algo. Así, una de las conclusiones recogidas por Berns en el libro señala a la hipersociabilidad como responsable de que los perros sean más despiertos a nivel emocional y cognitivo.

Síndrome de Williams-Beuren. Según este estudio de la Universidad de Princeton, el genoma de los perros presenta algunos genes relacionados con el trastorno genético presente en los humanos y conocido como monosomía del cromosoma del 7 o Síndrome de Williams. Esta coincidencia fue la llave para explicar la respuesta emocional presente en los perros. ¿Razón? Uno de los síntomas del síndrome es la amistad indiscriminada. Así y tras analizar el genoma del lobo en busca de los mismos genes, se dieron cuenta de que no había rastro de éstos y que, por lo tanto, la hipersociabilidad de los perros estaba predispuesta genéticamente.

Teniendo en cuenta que el perro (cannis lupus familiaris) se convirtió en una subespecie procedente del lobo (canis lupus) tras ser domesticado por el ser humano, la diferencia en el material genético de ambos es fruto de miles de años de adiestramiento y los factores ambientales.

Más diferencias. El investigador Brian Hare llegaba también a la conclusión de que los perros seguían con mayor facilidad las instrucciones de los humanos que los lobos, entre otras cosas, porque éstos tienen una capacidad innata para relacionarse. Según sus pruebas, para que un perro se sienta cómodo con las personas basta con que compartan 90 minutos diarios durante alguna de sus primeras 14 semanas de vida. 

Por el contrario, para crear un vínculo similar, los lobos necesitan tener contacto con las personas durante 24 horas a lo largo de varios meses.

Afecto sí, palabras meh. Los resultados anteriores que subrayan la faceta emocional de los perros, a su vez, son respaldados por otra investigación de la que hablamos hace unas semanas. Tras analizar el comportamiento de 72 perros que mantuvieron contacto con una persona de tres formas diferentes: mientras les acariciaban, les hablaban o no les hacían caso, observaron que los perros se muestran igual de indiferentes cuando les hablan que cuando pasan de ellos.

Así y a pesar de que el proceso de domesticación llevado a cabo hace 8.000 años ha dado sus frutos en el genoma perruno, por el momento, continúan sin tener interés en escuchar lo que tenemos que decirles. Prefieren que les acariciemos y nos callemos.

Imagen: Leighton Robinson/Unsplash

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