¿Por qué el precio del petróleo sigue cayendo y qué consecuencias tiene esto?

¿Por qué el precio del petróleo sigue cayendo y qué consecuencias tiene esto?
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En el último año y medio hemos visto un cambio de tendencia increíble en el precio del petróleo. Hemos pasado de tener el barril de Brent por encima de los 100 dólares a tenerlo cotizando a menos de 30. Una reducción mayor de más de un 70% en un producto revolucionaría un sector, pero si este sector es la base de otros muchos sectores las consecuencias son inimaginables.

La gran pregunta que surge es, ¿cómo es posible que el petróleo siga cayendo cuando parece que se han tocado mínimos? Y otra pregunta no menos importante, ¿cuáles son las consecuencias que tiene esta caída tan acusada?

¿Por qué sigue cayendo el petróleo?

El petróleo es un bien cotizado y por tanto, debido al volumen que se mueve a diario, el precio se fija por la oferta y la demanda. Si los precios están cayendo es, o bien porque hay más oferta, o porque la demanda baja, o ambas situaciones.

En este caso, se combinan los efectos de un incremento en la oferta y una caída en la demanda. Por un lado, la oferta está creciendo una barbaridad, por varios motivos que que se detallan a continuación. Y por otro lado la demanda está bajando o se mantiene sin grandes crecimientos.

Primero vamos a ver la oferta. Está claro que las economías occidentales dependen del petróleo importado de una forma excesiva. Eso quedó demostrado en los años 70 cuando nos vimos en medio de una crisis causada por la subida del precio de algo que se suponía estable. Desde entonces se han hecho esfuerzos por reducir la dependencia del petróleo importado, aunque no es tan fácil. Y EEUU vio reforzada su posición de no depender tanto del petróleo externo después del 11S.

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Con el petróleo caro de la última década aparecen nuevas posibilidades: nuevas perforaciones que a precios menores no son rentables, el fracking, las energías renovables... Y esas inversiones empiezan a dar sus frutos, la capacidad productora mundial de petróleo ha aumentado significativamente.

Es entonces cuando la OPEP empieza ponerse nerviosa. Se están haciendo inversiones muy potentes para sacar petróleo de zonas donde antes no era rentable, de hecho el fracking en EEUU ha pasado de producir 5 millones de barriles al día en 2008 a 9 millones de barriles al día en la actualidad. La respuesta es clara: aumentemos la producción "clásica" de petróleo para abaratar el precio y arruinar esas inversiones. Arabia Saudí a la cabeza de la OPEP se puso manos a la obra.

Sin embargo es complicado paralizar estas inversiones. Si, han logrado cortar muchas de ellas, pero en el caso de todas las que ya estaban en marcha, el coste está hundido: aunque no sea posible pagar la deuda, al estar ya completada la infraestructura, sólo es rentable parar la producción cuando el precio del petróleo baja muchísimo. Pongamos un ejemplo: imaginemos que un campo de fracking es rentable con el barril de petróleo por encima de 80 dólares. Es decir, por cada barril que se vende, 80 dólares se destinan a pagar deuda y el resto a beneficios. Si se realiza la inversión y después de un tiempo el barril baja a 60 dólares. ¿Es mejor parar la producción? No, porque al parar se pierden 80 dólares por cada barril que no se extrae (la deuda hay que pagarla haya o no actividad) mientras que a 60 dólares sólo se pierden 20. Es una simplificación muy burda (no hemos contemplado los costes de explotación), pero demuestra que hay un precio de rentabilidad antes de hacer la inversión y otro después. Los precios de rentabilidad antes de la inversión sí pueden rondar los 80 dólares pero los de después de realizarla pueden ir de 20 a 40, dependiendo del campo.

La realidad es que Arabia Saudí ha llegado tarde, debería haber hecho este aumento de producción mucho antes. Ahora debe hacer un esfuerzo para mantener los precios bajos e incluso mucho más bajos durante mucho tiempo para que realmente las instalaciones de fracking quiebren

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Hay otro factor interesante que impulsa la oferta: el fin del embargo a Irán. Un movimiento diplomático de EEUU que permite que otro país, en principio excluido del circuito normal, abra su manguera a todo el que quiera petróleo.

La bajada del precio del petróleo también tiene que ver con una disminución de la demanda. No es un secreto que China está en crisis y una caída en el consumo de petróleo por su parte afecta a los precios. Tampoco Europa anda en sus mejores momentos y su consumo es significativo. En definitiva, una tormenta perfecta para que los precios se hayan desplomado.

¿Qué consecuencias tiene?

Un petróleo barato tiene consecuencia de todo tipo, desde las más obvias a las más inverosímiles. La más obvia es que, al ser la economía mundial tan dependiente del petróleo, cuanto más barato sea éste, mejor (mayores márgenes hay para labores más productivas). Se estima que por cada caída de un 10% del precio del petróleo el PIB mundial crece entre 0,5 y 1 punto porcentual

No hay más que ver a España. Si estamos creciendo y generando empleo es más por el bajo precio del petróleo y el euro débil (que abarata mucho nuestros costes internos) que por nada que haya hecho el Gobierno. Un petróleo barato nos viene genial.

Otra consecuencia obvia es que los países productores lo van a pasar mal. Arabia Saudí tiene ahora mismo un déficit público del 15% del PIB (una verdadera barbaridad, no hay que olvidar que lo peor de la crisis en España vino con un déficit de un 10%). Rusia está recortando el gasto público un 10%. Canadá ha sufrido una fuerte devaluación de su moneda que afecta a los consumidores ya que apenas producen frutas y verduras en invierno (la coliflor ha pasado en un año de 2,5 dólares a 9 dólares, la lechuga de 90 céntimos a 3 dólares... y así todo). Noruega está tirando de su fondo soberano que proviene del petróleo para equilibrar las cuentas, por primera vez en la historia.

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Quizá no tan obvio es lo que pasará en estos países productores de petróleo. Canadá y Noruega se pueden permitir una crisis, tienen mecanismos y diversidad económica como para afrontar una reconversión dura si hace falta. Pero en otros países como Venezuela, Arabia Saudí y Rusia si los ingresos del petróleo se recortan las consecuencias son impredecibles. ¿Podría darse una nueva primavera árabe pero en este caso una primavera negra? Quién sabe.

La última consecuencia es que un petróleo tan barato frena las inversiones en energías renovables y esto es una mala noticia para el planeta. Que el petróleo sea barato no quiere decir que consumirlo sea bueno, tanto en calentamiento global como en contaminación que sabemos que crea problemas a la población. Esta bajada del petróleo va a empeorar la salud del planeta y la salud de sus habitantes. Y es muy complicado de evitar.

Imagen | Paul Lowry, nestor galina, SFU - University Communications, Tjook

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