Por qué prohibir las pajitas o recomendar gastar menos agua puede ser una medida medioambiental terrible

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¿Y si prohibir la venta de pajitas de plástico estuviese haciendo más mal que bien al medioambiente? Al menos eso defiende un equipo de investigadores de las universidades de Carnegie Mellon, Fordham y Harvard.

Su último estudio evalúa los efectos de las acciones conocidas como “empujones”. En Estados Unidos son populares medidas como las alarmas en la factura, por la que los clientes de una energética se ven obligados a comparar su consumo en el hogar con el de otros vecinos, de forma que se les alienta a reducir su consumo. También existen planes empresariales por los que se coacciona a los empleados a ahorrar dinero moviéndolo de su nómina a un plan de pensiones, para que lleguen a la jubilación con suficientes ahorros. 

En definitiva, estos “empujones” son medidas limitadas en su efecto, pero que animan a la consecución de un bien mayor. Como son muy baratas de implementar, cada vez más empresas y gobiernos las promueven. Sin embargo, y según los de Fordham y Harvard, estas microacciones actúan como ligero supresor conductual, y la gente no se las toma como complementarias a otras medidas, sino como supletorias.

Dicho de forma sencilla: que hace que la gente crea que ya está haciendo bastante. Que un ciudadano que ya recicla su basura y se quita de poner más lavadoras podría estar en contra de poner impuestos a los carburantes, según los expertos, la medida política más efectiva de todas las que tenemos ahora mismo para reducir las emisiones de carbono.

Hicieron varias pruebas. Una eran las encuestas directas. Se dio a los participantes una única opción para mejorar el medio ambiente: o poner impuestos a los carburantes o no, en cuyo caso el 70% de los participantes votaron favorablemente. Pero la cosa cambiaba si se le decía que, además de ofrecer el impuesto al transporte, se podía añadir algún plan de energía verde. Cuando se ofrecían esas dos opciones sólo el 55% de los encuestados seguía siendo favorable al impuesto a la gasolina.

El mismo estudio se condujo entre ex alumnos de universidades de ciencias políticas, personas en principio expertas en la gestión de lo público. Sus resultados no solo fueron idénticos a los del grupo poblacional más amplio, sino que además opinaron (incorrectamente) que el impulso a los planes verdes sería más efectivo que el impuesto al gasoil.

Las distintas (e irregulares) maneras de hacer del mundo un lugar mejor

Todas estas conclusiones apoyan una tesis contraintuitiva pero, para algunos escenarios, cierta: hay veces que “no hacer nada” puede ser mejor que “hacer algo”

Las Monturas Que Pueden Elegir

Una consultora de planes medioambientales para empresas lo exponía con otro caso parecido. Las políticas de donaciones altruistas “compra uno para dar uno” (compra unas gafas para darle otras a alguien en el tercer mundo, este boli puede comprar material escolar en Yemen) son altamente efectivas porque tendemos a apoyar más causas personalizadas en sujetos concretos y porque sirven mejor como alentador de nuestro ego, pero son más ineficaces que causas con objetivos más difusos porque tienden a ser un desperdicio de recursos y no modifican la cadena de abastecimiento de los recursos.

O como dice el dicho, “dale un pez a un hombre y comerá hoy, dale una caña y enséñale a pescar y comerá el resto de su vida”.

El informe también tiene otra funcionalidad, la de alertar a agencias públicas y medios de comunicación para que dejen de promover esas micro acciones. Es decir, que si de verdad el organismo quiere luchar contra el cambio climático y no promover medidas cosméticas, más vale que deje de elaborar las típicas listas de cosas sobre lo que los ciudadanos pueden hacer en casa (apagar la luz, convertir tus botellas de plástico en macetas) y que se pongan las pilas a la hora de incentivar la lucha empresarial y política para promover medidas de cambio estructural.

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