Quizá los extraterrestres aún no existan: el 92% de las "otras tierras" puede que aún no se hayan formado

Quizá los extraterrestres aún no existan: el 92% de las "otras tierras" puede que aún no se hayan formado
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La Tierra se formó hace unos 4.500 millones de años, casi un tercio de la edad estimada del Universo (13.800 millones de años). Y, por lo que sabemos como humanos, tras una mínima fracción de ese tiempo sobre nuestro planeta, estamos solos. Llevamos 200.000 años como especie, y sólo hace 400 años que montamos nuestras primeras lentes para mirar ahí fuera. Al espacio exterior.

Hoy, un puñado de astrónomos se emociona con la posibilidad de que haya una megacivilización alienígena en la estrella KIC 8462852, a 1.500 años luz de aquí. Y otro grupo ha publicado un interesante trabajo en el que se sugiere que, si no hemos encontrado extraterrestres, es porque puede que seamos los primogénitos del universo. Y que el resto de planetas que podrían albergar vida inteligente como la nuestra apenas existan aún.

¿No existe aún ni la décima parte de las "otras Tierras"?

Kepler-62f
Concepto de Kepler 62-F, uno de los exoplanetas confirmados más parecidos a la Tierra.

“Nuestra principal motivación era entender el papel de la Tierra en el contexto del resto del universo. Y, comparada con todos los planetas que aún quedan por formarse, la Tierra es bastante precoz”, según Peter Behroozi, del Space Telescope Science Institute. El de Behroozi no deja de ser un estudio teórico apoyado en datos de los telescopios Hubble y Kepler, en el que se examina a qué velocidad se han ido creando las estrellas en las galaxias que podemos observar. Y cuánta materia prima queda por emplearse.

Su conclusión es que nuestro planeta y todos los exoplanetas parecidos al nuestro que hemos detectado o inferido no son, ni de lejos, todos los que habrá durante la vida del Universo, apenas un 8%. Al Universo todavía le quedan 100 billones de años hasta que nazca la última estrella. Y, según sus modelos, en todo el tiempo desde la creación de nuestro planeta hasta esa estrella final, se formarán el 92% de exoplanetas habitables: rocosos, y a la distancia adecuada de sus estrellas como para poder tener agua líquida.

¿Resuelve eso la Paradoja de Fermi?

No, pero hace tiempo que se proponen modelos paralelos a la Paradoja de Fermi, formulada por el físico italiano (aunque él se dedicaba a otras cosas, como inventar reactores nucleares) para intentar entender por qué no hemos captado aún señales de otras civilizaciones. Casi todas las explicaciones para desentrañarla son bastante pesimistas, o apuntan que nos estamos equivocando. No a que estemos necesariamente solos.

El trabajo de Behroozi y el resto de científicos no habla de la cantidad de planetas parecidos a la Tierra que ya existen, sino de los que quedan por venir. Es decir, el problema con toda esa millonada de planetas donde residen nuestras esperanzas de encontrar vecinos cósmicos, sin éxito hasta ahora, sigue siendo el mismo. Lo que nos sugiere este estudio es que la muestra no está, ni mucho menos, completa. Si esperamos unas cuantas decenas de miles de millones de años, a que se formen nuevas estrellas y estas engendren nuevos planetas, tendremos más posibilidades.

El sol
Nuestro sol está destinado a comerse todos los planetas antes de morir, dentro de 6.000 millones de años.

El problema es que la Tierra ya no existirá para entonces: dentro de unos 6.000 millones de años, nuestro Sol engordará hasta tragarse todo el Sistema Solar. Míralo por el lado bueno: esta teoría dice que habrá muchos más candidatos a "Tierra-2" cuando eso pase. Si es que duramos tanto.

¿Hemos encontrado algo parecido a señales de vida inteligente?

Puede que sea más difícil de lo que creíamos. Aunque el programa SETI, destinado a buscar mensajes extraterrestres, todavía no ha encontrado nada, quizás no haya nada que encontrar con las herramientas que utilizamos. Y también hay que tener en cuenta que esa estrella que comentábamos, por ejemplo, está a 1.500 años-luz. Es decir, cuando aquí acababa de derrumbarse el Imperio Romano de Occidente y empezaba la Edad Media.


Hace un mes, por ejemplo, Edward Snowden y Neil Degrasse Tyson hablaban en el podcast del segundo sobre una posibilidad: todas las comunicaciones alienígenas están tan bien encriptadas que son indistinguibles del ruido de fondo. O ni siquiera se transmiten por radio. Si nosotros vamos por ese camino y no llevamos ni dos siglos mandando señales al exterior, imagina el resto de alienígenas.

¿Qué pasa con la estrella KIC 8462852?

Kepler
La zona en la que el telescopio espacial Kepler lleva seis años buscando planetas

Hay un puñado de astrónomos bastante a tope con la idea de que en la estrella KIC 8462852 (mira al cielo, entre las constelaciones de Lira y el Cisne. ¿La ves? Claro que no, es invisible al ojo humano) hay una civilización de las de ciencia-ficción dura. La argumentación es delicada: para detectar cosas orbitando en otras estrellas, nuestros supertelescopios lo único que pueden hacer es medir fluctuaciones en la luz. Piensa en una polilla revoloteando alrededor de tu bombilla por la noche. Sabes que está ahí aunque no la veas ni la oigas, porque interfiere en la luz. Es una reducción muy burda de cómo funciona la detección de planetas, pero nos vale.

La historia es que en esa estrella han detectado algo que no encaja con lo que sabemos -y sabemos muy poco- de las cosas que orbitan alrededor de las estrellas. Al menos, de las 150.000 estrellas que hemos estudiado más o menos hasta la fecha. Se trata de un puñado de cuerpos mucho más pequeños que planetas. Algo que hemos visto en otros soles, pero sólo cuando son jovenes y sus sistemas solares están en formación. No es el caso de esta estrella.

Hay más explicaciones naturales, pero que no bastan para justificar lo que están detectando o dependería de una casualidad cósmica: algo no va bien en la instrumentación del Kepler; un puñado de cometas; un inesperado cinturón de asteroides o una colisión interplanetaria como la que se cree que formó nuestra Luna...

... O puede -y es la posibilidad más remota, tampoco nos emocionemos- que se trate de una afanosa civilización mucho más avanzada que la nuestra, intentando construir baterías solares gigantes que les diesen la energía necesaria para moverse tranquilamente por el espacio exterior.

Es la teoría de Jason Wright, un astrónomo de la Universidad Penn State, que quiere centrar todos sus esfuerzos en la estrella para ver si detectamos señales de radio propias de una civilización avanzada. Si todo va bien, Wright podría empezar a buscar señales en enero con el VLA (el prosaico Very Large Array, "Grupo de Antenas Muy Grande").

¿Eso es todo?

Wowsignal

Bueno, está la "¡señal guau!", que detectamos en 1977, dura 72 segundos y todavía no tenemos una idea clara de qué puede ser aparte de una transmisión alienígena que nunca se repitió, no tenía precedentes en esa región espacial y no tiene ninguna explicación convincente. Ni del lado de los alienígenas ni del nuestro.

Por si acaso, en 2012 mandamos un mensaje en esa dirección dando todos los datos necesarios para que una civilización alienígena los intercepte, venga y nos aniquile.

¿Suena pesimista? No estoy solo: "Si los extraterrestres nos visitaran, el resultado se parecería mucho a lo ocurrido cuando Colón desembarcó en América: a los nativos americanos no les fue bien". Stephen Hawking explicaba así a El País uno de los posibles riesgos de ponerse a gritar en la selva en mitad de la noche, en vez de limitarse a escuchar, algo que el científico lleva años apoyando.
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Imagen de apertura: ESO/M. Kornmesser
Resto de imágenes: NASA

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