Ya sabemos que la economía de Suecia lo va a hacer ligeramente mejor que la de sus vecinos

Surgical Masks During The Covid 19 Pandemic
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Ya tenemos una foto aproximada de cuál va a ser la ganancia económica final de Suecia al no haber impuesto un confinamiento restrictivo durante el primer pico de la pandemia por el coronavirus. El país estandarte del mundo desarrollado que optó por la estrategia más parecida al intento de una inmunidad de rebaño va a ver cómo su economía perderá un 3.3% de su PIB en 2020 y la recuperación para 2021 será del 3.8%, según las recién publicadas previsiones del Danske Bank para el desempeño del norte de Europa. Así se relaciona con sus países vecinos y otros referentes:

  • Suecia, -3.3% en 2020 y 3.8% en 2021.
  • Noruega, -3.6% en 2020 y 3.7% en 2021.
  • Dinamarca, -3.5% en 2020 y 3.7% en 2021.
  • Finlandia, -4.5% en 2020 y 2.5% en 2021.

Las cifras de Suecia son astronómicamente mejores que las del conjunto de la Eurozona una caída en 2021 del 8.3%. Es incluso mejor que la de Estados Unidos, un país que, pese a haber aplicado ciertos confinamientos con variada duración y endurecimiento en distintos estados, se considera que está a la cola de restricciones en el cómputo global. Reino Unido, otros de los que también han sido bastante laxos, perderán este año un 5.8% de su PIB.

Entonces, ¿es eso mucho o poco? La comparación con los nórdicos es la mejor, puesto que la estructura poblacional de Suecia y las condiciones económicas se parecen más a ellos que a, por ejemplo, España. Ningunos de los otros tres países analizados impuso cuarentenas como las que se vivieron en Francia o España, con gente cerrada a cal y canto, pero sí que desplegaron una serie de medidas de restricciones de movilidad, cierre de una enorme cantidad de comercios y actividades económicas durante semanas, que fueron notables.

Para ejemplo de su dureza, en Noruega las restricciones fueron tales que no sólo evitaron las muertes por coronavirus, sino que hubo funerarias que se vieron en números rojos: en junio murieron en el país un 13% menos de habitantes que normalmente.

Así que con esto puede hacerse un macabro cálculo de cuál ha sido el precio de cada muerte sueca por coronavirus: 5.892 en total para un país de algo más de 10 millones de habitantes, 60 muertes para cada 100.000 habitantes, mientras que el recuento total de muertes por coronavirus en Dinamarca (población de 5.8 millones) está ahora mismo en 665, en Noruega (5.3 millones) 275 y en Finlandia (5.3 millones) en 346.

En todos los casos una cifra apabullantemente más baja, llegando Suecia a duplicar o triplicar la mortalidad del virus en su tierra frente a los demás para tener después un índice de recuperación mínimamente mejor que sus vecinos, aunque la correlación entre medidas sanitarias y evolución económica no es exacta e influyen muchísimas otras variables, como ha recordado el propio Danske Bank en su informe.

La crisis del Covid-19 ha sido (es, porque en realidad aún queda mucho por delante) un juego de pérdidas constante y es difícil afirmar que ninguna estrategia haya sido del todo idónea. Tal vez por eso mismo, y al ver los bajos índices de muerte, la primera ministra de Noruega, Erna Solberg, declaró en junio que, en retrospectiva, considera que se excedió en las medidas del confinamiento, esas mismas que organismos internacionales después elogiaron por ser unas de las más extensas y tempranas. “Probablemente tomé muchas de las decisiones por miedo”, afirmó, y al ser preguntada si había sido necesario cerrar las escuelas, la mandataria respondió que “tal vez no”.

Otro ejemplo más de una lección que a costa de mucho dolor hemos aprendido: si respondemos pronto, pareceremos exagerados, si respondemos poco y tarde, nos lamentaremos por no haber hecho nada cuando pudimos.

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