Tras matar a 17 personas, el asesino de Parkland está recibiendo cartas de amor y fotos eróticas

Tras matar a 17 personas, el asesino de Parkland está recibiendo cartas de amor y fotos eróticas
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La mañana del 14 de febrero Nikolas Cruz entró en el instituto ¡Stoneman Douglas de Parkland armado con un rifle semiautomático. Cuando salió, su psicosis criminal había dejado diecisiete cadáveres, la mayor parte de ellos estudiantes, y diecisiete heridos. Entró en prisión aquel mismo día, de forma preventiva. De forma paralela, su crimen espoleó una escalada de protestas, marchas y activismo por la regulación del acceso y la posesión de armas de fuego histórica en Estados Unidos.

Desde entonces, Cruz no ha sido más que atrezzo: otro asesino más en la larga lista de tiroteos mortales que sangran el país cada semana. Sin embargo, también se ha convertido en algo más complejo, y también más familiar: un icono para centenares de mujeres de Estados Unidos que, desde su ingreso en la cárcel, le han estado enviando cartas de amor y fotos eróticas de ellas mismas. Una suerte de fenómeno pop adolescente con 17 muertos a sus espaldas.

Lo cuenta Business Insider: el volumen de cartas y fotografías personales recibidas por Cruz desde que fuera detenido ha sido gigantesco, tanto que ha llegado a suponer un quebradero de cabeza para sus abogados. Al parecer, el detenido no ha recibido la ninguna de las cartas enviadas por sus admiradoras, aunque sí dispondrá de unos 800 dólares donados a su causa y adjuntados en muchas de las misivas. Es improbable que Cruz, en algún momento, salga de la cárcel.

¿Pero qué empuja a una adolescente de Chicago a declarar su amor apasionado por un asesino en serie, a escribirle cartas emocionadas expresando la irresistible tentación sexual que supone su joven cara repleta de pecas y sus ojos oscuros? Lo cierto es que la fascinación popular que han producido los asesinos en serie a lo largo de la historia de Estados Unidos es bien conocida. El ejemplo más evidente es Charles Manson, cuya figura sigue siendo hoy objeto de extraño culto.

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El tiroteo de Parkland ha espoleado protestas masivas por todo Estados Unidos, proyectando la imagen de Nikolas Cruz. (Tristan Loper/Flickr)

Una explicación la ofrece Scott Bonn en su libro Why We Love Serial Killers, fruto de una larga investigación que trata de responder a la misma pregunta de su título: la sociedad tiende a espantarse y obsesionarse con el lado oscuro del alma humana. Figuras como Cruz, como Ted Bundo o David Berkowitz son a priori inexplicables. Sus crímenes no tienen un móvil evidente y sus acciones violentas son brutales y extremas, en ocasiones sórdidas. Resultan antinaturales.

Por naturaleza, nos abruma (y nos atrae) aquello que no comprendemos. También lo excepcional: tan sólo el 1% de los homicidios cometidos en Estados Unidos corresponden a crímenes seriales. Por contra, la sociedad está acostumbrada a asesinatos callejeros relacionados con las drogas o las bandas criminales o a la violencia doméstica que, año a año, acaba con la vida de miles de mujeres. Los tiroteos son habituales, pero los grandes tiroteos, como el de Cruz, no.

Otro factor atribuible al magnetismo de algunos criminales es la exposición mediática. Si sumamos los factores previos (carácter incomprensible y por lo tanto fascinante de sus actos, singularidad y excepcionalidad) a un amplio recorrido mediático, en este caso, además, con consecuencias políticas y sociales, el resultado son cartas de amor y fotos eróticas. O como se ha filtrado desde la Fiscalía de Florida, la creación de un club de fans para Nikolas Cruz espoleada por su hermano.

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Quizá para evitarlo, tantos su abogados como las instituciones penitenciarias están evitando que Cruz se entere del ruido generado alrededor de su figura. Dado que se sospecha de sus tendencias suicidas, las cartas se han mantenido a buen recaudo, a excepción de un puñado de ellas de carácter religioso. Lo mismo sucede con los objetos (como las fotografías) que le han hecho llegar. Se llegaron a crear varios grupos de apoyo y seguimiento en Facebook, ya eliminados.

Como explicó en su día Katherine Ramsland, psicóloga forense y autora de diversos libros como The Human Predator: "No se trata de las víctimas. Se trata del puzzle, del interesante laberinto de emociones y motivos humanos" que empujan los crímenes en serie o los tiroteos masivos. Del comportamiento, como ilustró Mindhunter en su excelente temporada. De la explicación o la falta de ella. En nuestra búsqueda de una respuesta lógica, racional y humana a actos en apariencia ilógicos e irracionales, los asesinos se convierten en figuras pop. En tétricas estrellas.

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