La extrema gravedad de la sequía en España, resumida de forma brutal en un mapa

La extrema gravedad de la sequía en España, resumida de forma brutal en un mapa
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La península ibérica atraviesa la peor sequía de los últimos diez años. Las cuencas de los ríos se han secado gravemente, y algunas, como la del Duero, muy extensa, están a menos del 30% de su capacidad (esto es, sus embalses están prácticamente vacíos). Ejemplos dramáticos como el pantano de Barrios de Luna o situaciones inverosímiles como los incendios en Galicia y Portugal en pleno otoño son sus consecuencias más evidentes.

¿Pero cómo está afectando la sequía al paisaje, al verde de España, de por sí, digamos, escaso? No se trata únicamente de que los pantanos estén bajo mínimos, sino de que la vegetación se ha secado. Para mostrarlo gráficamente en una sola imagen, AEMET ha publicado este mapa en el que compara "el desarrollo de la vegación" hace tres años por estas mismas fechas y su estado actual. ¿El resultado? Menos verde, más marrón.

Como explica el Colegio de Ingenieros de Montes de Castilla y León en una respuesta, el mapa no indica que haya "menos vegetación", esto es, que los árboles o las plantas hayan desaparecido allí donde sí estuvieron. Significan, no obstante, que hay mucha menos actividad fotosintética, como aclara AEMET aquí. De forma práctica, lo podemos interpretar como la ausencia o carencia de hierba: mientras en otoño de 2014 brotaba gracias a la lluvia, ahora está asuente. Y no se le espera.

La diferencia es dramática. Mientras en 2014 la mayor parte de Portugal, exceptuando focos concretos entre el Alentejo y el Algarve, mostraba un índice de vegetación bastante vibrante, hoy sus colores se han resumido al naranja y al marrón, muy malas noticias. Lo mismo puede decirse de las provincias extremeñas, Salamanca o Zamora: donde antes había verdes y azulados, hoy sólo hay anaranjados y rojizos. Indicativos de que la sequía está causando incomparables estragos.

Y si bien las zonas tradicionalmente secas de la península, como los Monegros, La Mancha o el sudeste mediterráneo, no han visto cómo su estatus variaba en tres años, otras, más húmedas, sí. Así, Galicia y Asturias, regiones muy boscosas y lluviosas preñadas siempre de colores verdes y azules (es decir, de una intensa actividad fotosintética) hoy aparecen clareados y, en algunas ocasiones, incluso amarillentos. Una particularidad que explica en gran medida los incendios de octubre.

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2014.
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2017.

El mapa pone color a un cuadro de por sí dramático. Ya a finales de septiembre, cuando la sequía aún no se había agravado tras otro mes sin lluvias, cuencas como las del Júcar o las del Segura se encontraban respectivamente al 26% y al ¡14%! de su capacidad. A finales de octubre, el 90% de los 50 embalses más grandes del país se encontraba por debajo de su capacidad y de sus reservas habituales en años anteriores. De forma sistemática, todas las cuencas están bajo mínimos.

Datos que, quizá, quedan ejemplificados en el más trágico del año: en verano, el Tajo estuvo a punto de secarse. Hablamos del río más largo de la península, mientras el más caudaloso, el Ebro, ofrecía estampas inéditas a su paso por Zaragoza (se podía cruzar andando prácticamente de lado a lado de la orilla). Y a tan impactantes imágenes y a tan trágicos acontecimientos en el noroeste hay que sumar otra cuestión clave: muchas cosechas, incapaces de crecer sin agua, se han perdido, y la sequía amenaza con estropear la del año que viene.

Un panorama desolador. Y marrón. Muy marrón.

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