El lado oscuro de las marcas blancas: de refugio en tiempos de crisis a un encarecimiento rapidísimo

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Primero con la pandemia y ahora con una inflación desbordante (más del 10%), las familias hacen frente al encarecimiento de la cesta de la compra como pueden, repensando los productos básicos y con una menor fidelización a las marcas. De este fenómeno, el de una pérdida de poder adquisitivo, se observan tres tendencias comunes en los consumidores: auge de la marca blanca (como "refugio" anticrisis), control del gasto (hacer una lista e intentar no salirse del presupuesto) y más compras en promoción (el 15% de las ventas tienen algún tipo de descuento).

Sin embargo, la realidad es que las marcas blancas se están encareciendo casi el doble que las de fabricante. Y eso no son buenas noticias.

Los datos. A la hora de ir al súper, las familias están siguiendo la lógica de toda recesión económica: más marca blanca. También conocidas como marcas de distribución, están ganando más popularidad en el último año. Y claro, en un contexto de subidas de precios generalizado, estos productos han elevado también el suyo a pesar de que generalmente eran más baratos. Según el último estudio de Nielsen IQ sobre la evolución del gasto en gran consumo, las marcas blancas registraron en julio un encarecimiento medio del 13,8% respecto al mismo mes del año anterior.

No sólo eso, sino que el precio de estos productos crece casi el doble que los de las marcas de fabricante (que crecen un 7,6%). Es decir, comprar Hacendado ya no es la opción barata y viable que era antaño.

La tendencia. El fenómeno es aún mayor cuando las cuotas de mercado de la marca blanca y las de fabricante están ya muy igualadas: 48,8% frente al 51,2%. Los supermercados ya venden casi más marca blanca. En el conjunto de los productos de gran consumo, la cuota es del 40,6%, 1,8 puntos más. El mismo estudio indica que el gasto de los hogares en marcas blancas creció un 16,8%, con un aumento en los volúmenes comercializados del 2,7%.

¿Qué productos? Elegimos marca blanca en los básicos y los que compramos en abundancia (o que nos da igual que tengan una calidad algo peor de lo esperado), como los productos de higiene del hogar (75,8%), lácteos, yogures y postres (74,5%), alimentos envasados (61,9%) y los productos de higiene personal (60,7%), según los datos del informe Marcas de distribución: Hábitos de compra, valor de marca y sostenibilidad, de EAE Business School.

El llamado consumo de indulgencia es el más castigado, pero es donde entran en juego las promociones. Productos como helados, snacks o frutos secos no son de primera necesidad pero antes de renunciar a ellos buscamos alternativas. En cambio, los hogares no se lo piensan a la hora de evitar las marcas blancas en bebidas y refrescos. Ahí hay poca duda.

El precio de la cesta de la compra. Ir al supermercado se ha convertido en un dolor de cabeza para las familias, y para sus bolsilllos, ya que la cesta de la compra sigue encareciéndose mes a mes. El pasado mes de julio los españoles aumentaron su gasto en gran consumo (alimentación, bebidas y productos de droguería y perfumería) un 11,8% con respecto a 2021. Y no fue porque compraron más. En el caso de los productos de alimentación, compramos un 0,1% menos, pero gastamos un 12,6% mas.

En bebidas sí incrementamos el volumen de compra en verano (un 6,4%) por la terrible ola de calor que asoló la península. Y lo vimos reflejado en los precios: un encarecimiento del 5,5% de media. Tal y como comentamos en otro artículo de Magnet, se vivió un fenómeno insólito con el hielo: las ventas aumentaron un 27%, con un incremento del gasto del 32%. Tal y como comenta este artículo de El Mundo, el acaparamiento ya es algo frecuente en nuestros supermercados: hemos pasado del acopio de papel higiénico en el confinamiento de 2020, al de aceite de girasol cuando estalló la guerra de Ucrania y ahora al de hielo. La cosa no pinta bien.

Imagen: Pexels

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