“Ancabuela”, así evidencia un profesor estadounidense el mito de la pronunciación correcta del inglés

“Ancabuela”, así evidencia un profesor estadounidense el mito de la pronunciación correcta del inglés
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Charlie Geer, profesor de inglés en el gaditano municipio de Jeréz de la Frontera, cuenta uno de sus problemas más comunes en su trabajo. Cada tanto sus alumnos se revelan indignados por su “incorrecta” forma de enseñarles el idioma. “Una botella de agua” no es “oboreloguorel”, sino “obotelofguoter”. De esta anécdota parte el tuitero para evidenciar una controversia habitual de la lengua que, precisamente por dónde da clases, tiene mucha gracia.

La paja en el ojo ajeno. Sus alumnos son andaluces, hablantes de un castellano que tradicionalmente se ha considerado inferior al de Castilla. Si las gentes del sur de Estados Unidos enseñaron a Geer desde pequeño a expresar la erre como el fonema /w/ y a amontonar palabras, a sus alumnos, como a Gema, les enseñó a comerse las letras. El ejemplo más paradigmático, decir en cuatro sílabas lo que normalmente se diría en ocho. Se viene de “ancabuela”.

Avanzadilla fonética. Las expresiones lingüísticas de Carolina del Sur y Andalucía (tomémosles por un momento como un conjunto uniforme) tienen algo en común, se las puede considerar innovadoras por su economía fonética. Innovación, decimos, porque acomodan las palabras a una forma más sencilla y rápida de hablar que lo que demuestra la realidad de la escritura. Como explican los lingüistas, en un primer momento la escritura es un artificio posterior al habla e inicialmente es la primera la que se adapta a la segunda (aunque luego se produzca una retroalimentación). Por ejemplo, hoy pocos castellanoparlantes distinguen entre la be y la uve al hablar, pero hace muchos muchos años esto era motivo de mofa de franceses y alemanes.

El mito del seseo. Vale también para el ceceo. No es algo de hablantes de español cerrado ni algo de pueblos andaluces. En realidad Una inmensa mayoría de hablantes de español sesean. Andaluces, canarios, gallegos valencianos, vascos (yep)… pero también latinoamericanos. Es parte de las ramificaciones de la evolución de la lengua. El castellano antiguo tenía dos formas distintas de pronunciar y escribir el sonido ce y el sonido ese. Se cree que sobre finales del siglo XVI el sonido /dz/ y /z/ desaparecieron dejando sólo los sonidos /ş/ y /s/ en el norte de la península ibérica. Sin embargo, en Andalucía la distinción entre todas estas consonantes desapareció antes y se resolvió el dilema escrito leyéndolo todo como ese, con una apasionante problemática clasista de por medio y con Sevilla como cuna del movimiento. Como muchos sevillanos y andaluces fueron a "hacer las Américas", la pronunciación se extendió.

Y el mito de estudiar “inglés”. Geer pincha hueso porque su acentazo sureño es muy llamativo, no el que suelen entonar los profesores nativos que vienen a España, que siempre ha mirado el acento de las islas británicas (en realidad, un estilo muy concreto, el Cambridge) como el correcto. Hay decenas de variedades de acentos en inglés sin entrar ya a las lenguas de los guettos. Y no sólo va de pronunciación la cosa, hasta el vocabulario y la ortografía es distinto entre el inglés de uno y otro continente. Como recuerdan en muchas escuelas, si vas a ir a trabajar a Londres es posible que te convenga seguir estudiando el idioma a la antigua, pero si tienes como objetivo acabar hablando con gente al otro lado del charco, piénsate si no es mejor decir “oboreloguorel”.

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