Australia está exterminando millones de gatos en su territorio. Algunos extranjeros no lo llevan nada bien

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¿Quién podría matar un gato? “Nosotros, y a mucha honra”, te responderían estos días los miles de cazadores australianos a los que el Gobierno ha dado permiso para adentrarse en terrenos privados para exterminar a los felinos. La medida forma parte de un plan mayor anunciado en 2015 por el cual el país se comprometía a acabar con dos millones de gatos antes de 2020. Sólo consiguieron acabar con 210.000 gatos en el primer año de su implantación, por lo que las medidas (también cepos y venenos) se han intensificado.

La plaga más adorable: los gatos se encuentran en el continente desde que los llevara la Primera Flota británica en 1787, aunque parece que la invasión se intensificó hace medio siglo. Como los conejos o los zorros, los gatos no eran especie autóctona, y su naturaleza pseudo salvaje y predatoria ha logrado, según los expertos, acabar con 11 especies reptiles y 22 mamíferas amenazadas, además de acabar con cientos de miles de otros especímenes locales.

Tiro al gato: hay periódicos nacionales que han exaltado el exterminio de los mininos publicando, por ejemplo, recetas de guisos con su carne. También en televisión se ha visto a cazadores disparando a plena luz del día a algunos de estos animales. Estas escenas chocan con el privilegiado y diferenciado lugar que ocupan los gatos en nuestro día a día, más como mascotas que como fieras salvajes.

Extranjeros enfurecidos: por eso mismo se han creado docenas de peticiones online con hasta 160.000 votos pidiendo la derogación de la norma australiana, personas en su mayoría foráneas que han visto en la medida del Gobierno un acto violento y desmedido. La actriz francesa Brigitte Bardot condenó la iniciativa en una carta abierta, el cantante británico Morrisey, que comparaba la situación con la vivida por el león Cecil, dijo que las autoridades habían “llevado la idiotez demasiado lejos", y algunos usuarios realizaron ciberataques contra los cazadores que habían salido en la tele.

bandicut oriental
Bandicut oriental, una de las especies amenazadas.

Sin embargo, la postura local es casi mayoritariamente de apoyo a este control de plagas, e instituciones como PETA reconocieron que, en casos como este, es necesario pararle los pies a algunas especies para apoyar a otras. Como denuncian algunos ecologistas, los activistas online pueden tener gatitos en casa, pero es probable que no se hayan podido enamorar de los movimientos de animalitos como el bilby, el betong de Lesueur o el mala. Muchos de los bichos amenazados por los gatos son pequeños marsupiales únicos en el mundo, y son más de 100 especies las que están amenazadas por la presencia de los gatos.

Lo que es más, ya se habían intentado otras medidas, como el cercamiento de miles de kilómetros de las especies amenazadas, sin suficiente éxito.

¿Y si dejamos hacer a la naturaleza? Existen grupos que presentan una tercera vía. Creen que la acción del Gobierno y de los cazadores autodenominados salvadores del medio ambiente se están equivocando. Al forzar y controlar el ecosistema sacando a los predadores sólo están interviniendo en la selección natural y debilitando a los animales autóctonos. Argumentan que, si el querido betong de Lesueur es una víctima perfecta para el gato, es por la obsesión local por mantener la comunidad en un estadio previo a la llegada de los colonos. En cualquier caso, están por ver los efectos de este mandato gubernamental. Quieren acabar con dos millones de gatitos. En las islas hay, que se sepa, al menos 20 millones, casi tantos como ciudadanos australianos.

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