Barkley Marathon, el reto deportivo casi imposible que sólo un puñado de humanos han completado

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Por más sano que estés, por más deporte que hagas, por mucho que salgas a correr todos los días, tarde sí y tarde también, así nieve, diluvie o se caigan los pájaros de los árboles en plena canícula de agosto levantino, lo más probable es que te lo pienses dos veces antes de plantearte siquiera aspirar a la Maratón Barkley.

Y con razón. Hay maratones duras, las hay muy duras y luego, casi a otro nivel, lo suficientemente alejada del estándar como para merecer una categoría propia, figura esta endiablada competición de Tennessee diseñada por Gary Cantrell inspirándose en la fuga de un conocido asesino a finales de los años 70.

Quizás te suene exagerado, pero los datos hablan por sí solos. Veamos. La Barkley consta de cinco loops, bucles de 32 kilómetros cada uno que acaban dando forma a una competición de más de 160 km. ¿Mucho? Pues eso es solo el principio. Los corredores tienen un máximo de 60 horas para completarla, con un tiempo límite para cada vuelta, y durante su gesta no disponen de puntos de ayuda, ni pueden utilizar teléfonos móviles, GPS o cualquier otro sistema de navegación.

No apto para cardiacos... ni impacientes

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Matrículas entregadas por los atletas de la ultramaratón: todos deben aportar una de su estado o país.

Solo se les permite una brújula para orientarse. Eso y dos puntos en los que se les ofrece agua. Una vez iniciado un nuevo bucle la única ayuda que pueden recibir es del resto de competidores de la carrera. A lo largo de su periplo, que transcurre por montañas cubiertas de maleza y con desniveles pronunciados, las caídas, rasguños y pérdidas de orientación forman parte del pan de cada día. Lo milagroso en la Barkley no es solo llegar a la meta. Es hacerlo sin haberte lesionado.

¿Te parece excesivo? Pues la cosa tampoco termina ahí.

Olvídate de las trampas o aprovechar la longitud y duración de los loops para falsear tu participación. A la hora de diseñar su peculiar ultramaratón, Cantrell, más conocido como "Lazarus Lake", ideó un método tan simple como infalible: en determinados puntos del circuito hay un libro del que cada atleta debe arrancar la página que se corresponda con su número de dorsal. ¿Para qué? Para mostrar que ha estado allí: al finalizar cada bucle tienen que tener las hojas en una mano.

La Barkley Marathons se celebra en el parque de Frozen Head, en Tennessee, EEUU, y su recorrido puede variar de una edición a otra. Su filosofía de fondo es casi tan peculiar como el diseño de los bucles. La competición se inspira en la fuga protagonizada en 1977 por James Earl Ray, el asesino de Martin Luther King.

El criminal logró zafarse del control de la cercana penitenciaría estatal de Brushy Mounatin y recorrer unos 19 kilómetros durante algo más de 54 horas, agazapado en el bosque para esquivar a las autoridades. Cuando Lazarus se enteró de aquello, unos años más tarde, pensó en demostrar que durante el tiempo que habían tardado en dar caza a Ray bien podrían cubrirse al menos 160 kilómetros.

La idea era delirante, pero cuajó. Y de aquello surgió la primera Barkley Marathons, que echó a andar —aunque dadas las circunstancias lo correcto sería hablar de "correr"— en 1986 con un nombre que sirve de tributo a Barry Barkley, amigo y viejo compañero de carreras por el monte del propio Lazarus Lake.

¿Duro? ¿Rebuscado? Pues ojo: hay más.

Quizás la maratón te parezca excesiva y al alcance de una selectísima minoría de atletas tan entrenados como dispuestos a sufrir, pero lo cierto es que con el paso de los años la Barkley ha ganado popularidad hasta convertirse en casi una leyenda. De sus pruebas endiabladas se han hecho eco medios internacionales del alcance de la BBC, CNN o incluso The New York Times, cuyo reportero Jared Beasley se sentaba hace poco para charlar con Cantrell y conocer sus motivaciones.

"No se trata de ganar. Se trata de intentar ganar, de intentar alcanzar tu potencial", le explicaba el veterano diseñador de carreras de resistencia, a quien la revista Trail Runner bautizó con el elocuente apodo de "Da Vinci del dolor".

El caso es que la Barkley Marathon ha llegado a ser lo suficiente popular como para que optar siquiera a terminar sus bucles sea algo más que une demostración de fuerza, entereza y resistencia, tanto física como emocional: correr en uno de sus loops es además un privilegio. Y uno bastante disputado. Lazarus solo acepta 40 corredores en cada edición, que suele celebrarse entre marzo y abril.

Lazarus
"Lazarus" encendiendo un cigarro para marcar el inicio de la carrera en 2009.

¿Cómo los selecciona? Poniendo a prueba su inteligencia y paciencia. La ultramaratón no es apta solo para deportistas curtidos en el gimnasio. Deben demostrar también su habilidad y cierto bagaje cultural y científico.

Para empezar deben ser los propios aspirantes quienes descubran cómo postularse. Si lo logran, deben pasar aún una prueba de selección en la que se incluyen preguntas tan rebuscadas como "¿Cuál será el elemento 119 de la tabla periódica?", "Escriba el Discurso de Gettysburg en Sawveh" o "¿Quién construyó el Khatt Shebib?". No son ejemplos puestos al azar, sino cuestiones a las que se han afrontado los corredores de este mismo año, según The New York Times.

Si logras colarte entre el puñado de 40 corredores seleccionados aún deberás cumplir con el ceremonial de Barkley, que pasa por presentarte el día de la prueba con una placa del país o estado del que procedes. Muchas lucen hoy colgadas hoy de los árboles, a modo de recuerdo de gestas pretéritas… y no siempre exitosas.

Aunque han pasado casi 40 años desde la primera edición, solo 17 atletas han logrado finalizar todos los loops de la prueba. Otros se quedan por ejemplo en los tres circuitos, equivalentes a alrededor de 96 km, lo que entre los fieles a la ultramaratón de Tennessee considera simplemente una "fun run".

Si llegados a este punto aún te lo estás pensando, ahí va una noticia para el optimismo:  2023 ha sido un año memorable para la Barkley. porque por segunda vez en su historia han logrado completarla tres de los corredores. No pasaba desde 2012. La atleta británica Jasmin Paris hizo se sumó además a los anales de la competición al convertirse en la segunda mujer en iniciar el cuarto loop.

¿Quién sabe? Si entrenas y superas todas las pruebas, las que la Barkley exige superar sobre el terreno y en la fase de inscripción, quizás el año que viene sea tu nombre el que se añada el reducido club de atletas que le han ganado el pulso.

Imágenes: Michael Hodge (Flickr)

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