Bestiario de las criaturas que habitan BlaBlaCar

Bestiario de las criaturas que habitan BlaBlaCar

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Bestiario de las criaturas que habitan BlaBlaCar
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Javier Lacort y Víctor J. Gómez

Con BlaBlaCar ocurre lo mismo que con los restaurantes de localidades costeras que se han quedado ancladas en los noventa: los platos combinados lucen mucho mejor en la carta que en la mesa, pero cumplen su función.

Algo así sucede con los viajes del rey de la economía colaborativa: la teoría nos dice que ahorraremos viajando acompañados mientras disfrutamos de una enriquecedora experiencia social, pero la práctica suele incluir a personas que no esperábamos y nos hacen el viaje, pese a todo, algo más memorable, aunque finalmente llegamos a nuestro destino. Aquí recopilamos esos tipos de personas más habituales en los trayectos de BlaBlaCar.

El fumador

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La ciencia dice que veinte minutos después de fumar el último cigarrillo, la presión arterial y la frecuencia cardíaca bajan a su nivel normal. Mi experiencia en BlaBlaCar dice que otros diez minutos más tarde, comienzan los "¿si bajo la ventanilla puedo fumar?", los "jejeje crack tronco mira cómo vas de gasolina, párate en la Repsol y echamos unos pitis si eso" y los "pero si es un momentito y voy a echar el humo hacia fuera, ni os vais a enterar". "Tus muertos", suelo responder. Variante: "¿te importa que vapee?".

El fantasma

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¿Te gusta la música? Él estudió en el conservatorio hasta los dieciocho y toca el bajo en un grupo de barrio, "pero prometedor". ¿Te gusta el cine? Ha visto unas 3.000 películas y enumera de carrerilla la filmografía de Truffaut o Godard. ¿Haces crossfit? ¿Estudias aeroespaciales? ¿Eres psicólogo? Él va a redoblar su apuesta. Recomendación: en su presencia, no hablar de aficiones, estudios ni dedicación profesional. "Yo es que soy más de no hacer nada en todo el día".

El acosador

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Poca broma con esto: el acoso en los servicios de economía colaborativa o bajo demanda es un problema grave. Hay casos que van desde el simple cortejo que por fortuna no va a más una vez se ha obtenido el rechazo hasta el acoso puro y duro, como pasar el viaje haciendo comentarios inapropiados y propuestas indecentes. Se aprovecha haber obtenido el número de teléfono de, normalmente, la chica, y comienza una procesión de mensajes de WhatsApp e intentos de caza de lo más desagradables. Tolerancia cero si te toca uno así en tu trayecto, seas tú la víctima o no.

El comercial

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En una ocasión acabé escuchando durante veinticinco minutos las bondades de alquilar un chaqué en lugar de comprarlo. Nunca te acostarás sin saber una cosa más, pero está bien cuando esa sapiencia llega de una parte que no tiene interés alguno. No fue el caso de aquel día, cuando acabé con una tarjeta de visita de la trabajadora de ese negocio sin habérsela pedido. Los hay que aprovechan hasta viajes a Tomelloso.

El rata

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Una cosa es que BlaBlaCar sea quizás el mejor ejemplo de economía colaborativa, y otra es que las plataformas colaborativas crezcan en los árboles y hagan la fotosíntesis. Hace falta hardware, hospedaje, mantenimiento, un equipo humano que la desarrolle, supervisión para evitar abusos, pasarelas de pago... Así y todo, los hay quienes, una vez han realizado un primer viaje con alguien, aprovechan tener su número de teléfono para volver a contactar al querer realizar el mismo trayecto y así evitarse la comisión. Un caso extremo es el que pone un precio exageradamente bajo (el mínimo que permite la plataforma) para que la comisión sea menor y se mantengan las ventajas del seguro de viaje. Luego, al realizar el contacto telefónico, se pide dinero en efectivo para el día del viaje hasta equiparar el precio al habitual. Otra variante: en una ocasión una chica pidió que la conductora se desviara de la ruta Madrid - Valencia para dejarla en su pueblo, que no tendría más de 300 habitantes. La conductora sacó cuentas y le pidió 6 euros por dejarla en la puerta de su casa en un pueblo perdido. Ella le dijo que si se lo dejaba en 5. Españistán a tope.

El espléndido

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Entre tanto figura, hay un oasis de generosidad y camaradería en ese desierto de pesadilla sobre ruedas en que se puede convertir el trayecto compartido. Una vez, un tipo nos recogió en su monovolumen a seis viajeros para ocupar en total las siete plazas. Antes de arrancar nos dio a todos una botella de agua fría y un KitKat. ¿Qué son catorce euros de gasto cuando iba a embolsarse ciento veinte? Por favor, más conductores así. Aquel año, Santa Claus vino dos veces.

El profesional

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Ha hecho de BlaBlaCar su negocio. Es algo que no está permitido, pero los hay. Las normas de uso de la empresa niegan esta posibilidad: oficialmente, la plataforma es para compartir gastos de un viaje, no para obtener ganancias y mucho menos hacerlo de forma recurrente. En el mundo real, los chóferes de andar por casa existen. Son los que se hacen un Madrid-Valencia ida y vuelta en el mismo día, cinco o seis veces a la semana.

El Fiti

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"Fiti, de... ¿Fitipaldi?" Sí y no. "Fiti", de... Fructuoso Martínez, el cuñado génesis, el que lo aglutinaba todo: homofobia encubierta, racismo "humorístico", machismo activista, pasión por el fútbol bufandero y dedicación profesional al motor, empezando por su Golf tuneado. En BlaBlaCar, El Fiti es el que continúa con el legado espiritual de Fructuoso y te pone Máxima FM a todo volumen para que veas "cómo bufan" los Pioneer que le ha metido a su coche, el que te dice que "no es racista, sino ordenado", el que ha descubierto una cosa "muy guapa" que se llama Netflix pero que está viendo cómo piratearlo porque no piensa pagar 8 euros por "lo que en Internet está gratis". Y que "el otro día llevé a una jamba espectacular, lo que pasa es que se puso a hablar de su novio y nos cortó tó' el rollo". Bonus: "yo veo películas en español, no con subtitulitos, si quiero leer me cojo un libro" (estos son los que precisamente nunca suelen coger libros).

El asocial

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Usa BlaBlaCar para viajar, no para hacer amigos. En su perfil tiene un solo "Bla", y porque no se puede dejar a cero. En cuanto puede, pasa el viaje con sus auriculares puestos. Usa BlaBlaCar porque el autobús tarda demasiado, no se puede pagar un AVE o simplemente no tiene opciones de transporte público para su ruta u horario. Si no, al igual iba a aguantar conversaciones amistosas de extraños.

El yo-tengo-un-millón-de-amigos

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En contraposición al anterior, este necesita hacer amigos a cada oportunidad que tiene. Saca temas de conversación, hace preguntas, se muestra predispuesto a solucionar cuestiones de otros, es capaz de llegar a sugerir un plan para el fin de semana con los desconocidos que le acompañan en el viaje. Se toma las caras de indiferencia y las miradas desviándose como un desafío a su capacidad de sociabilizar, así que nunca se rinde.

El activista

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De cualquier espectro político. Porque no hay nada más placentero que escuchar un mitin de dos horas en una caja con ruedas a 120 km/h de la que no puedes escapar. Siempre tiene una réplica para cualquier argumento o punto rebatido, es un personaje a la altura de Detritus, el protagonista de la Cizaña, el cómic de Astérix.

The Rock

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Se cree Dwayne Johnson en Ballers, pese a las visibles diferencias. Lleva gorra, habla de sus amigos como sus "hermanos", usa palabras como "flow", se siente más cómodo con gafas de sol y en los ratos de espera aprieta los labios y se coge las manos en oblicuo a la altura del pecho mientras mira al infinito. "Tengo esto dominao'". Hace apuestas de cuatro euros a partidos de fútbol con la app de Luckia desde su Huawei y presume de ello a sus amigos en el grupo de WhatsApp.

El Paul Walker

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Posiblemente haya aparecido en algún programa de Callejeros grabado en un control de velocidad o alcoholemia. Le gusta pisar el pedal a fondo, dice que los coches automáticos son "un coñazo" y cree que las leyes de circulación son para los demás. "Si no quieren que vaya a 170 km/h por la A3, que no me vendan esta BESTIA. ¡Escucha cómo ruge!". El carril derecho es para los perdedores y no hay motivo para renunciar a responder un WhatsApp (u ochenta) durante la conducción. "Van todos detrás de mí".

El conductor seguro

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En contraposición al anterior, este asegura que "a 80 km/h es como mejor se va", y que a esa velocidad "nadie tiene un accidente". Si en la definición de "accidente" dejamos fuera la posibilidad de ser ajusticiado por otros conductores en la estación de servicio, está en lo cierto. Antes de partir siempre revisa la posición de espejos y asiento, conduce con una mano en el 2 y otra en el 10, únicamente toca el cambio de marchas cuando cambia de marcha. Solo le falta sacar la mano por la ventanilla para acompañar al intermitente a la hora de hacer un giro.

Bonus

El Marichalar. Que tiene un poquito de todos.

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