Cheques para el 93% de niños: el nuevo plan de estímulos de EEUU es una suerte de renta básica infantil

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Estamos a cuatro días de que el Gobierno demócrata ponga en marcha el plan de ayudas ya aprobado en el Senado por valor de 1.9 billones de dólares que durará al menos un año pero del cual muchas de sus medidas se esperan que sean de carácter permanente en los años venideros. Es una expansión de ayudas asistenciales directas o indirectas a ciudadanos y contribuyentes, pero de todas ellas hay una que ha llamado la atención, la nueva “seguridad social” para niños, como algunos políticos la han llamado.

La ayuda: serán cheques directos (a gastar en lo que el receptor decida) de 300 dólares mensuales por niño menor de 5 años y 250 para los mayores (y extensible en algunos casos a hijos estudiantes en edad universitaria) para cada padre o madre que gane 75.000 dólares anuales o para parejas que en conjunto no superen los 150.000 anuales de ingresos. Con esas cifras, y según las estimaciones, el plan va a llegar al 93% de los niños del país, 69 millones.

Las proyecciones de la Administración Biden calculan que sacarán de la pobreza infantil a un 45% de los niños, y si segregamos por raza, afectará al 50% de los niños negros. Según un estudio de la Universidad de Colombia, las ganancias netas de cada niño anuales serán 1.700 dólares para un menor blanco, 1.900 para latinos y 2.100 para negros. Será la segunda división de mayor gasto social per cápita para el Estado detrás de Medicaid, 100.000 millones de dólares al año.

Un cambio hacia la no condicionalidad que lo transforma en "renta básica". El plan de Biden no es un salto al vacío, antes de su propuesta ya existía una deducción fiscal anual para cada padre que ganase menos de 400.000 dólares anuales de unos 2.000 dólares máximo por menor de 17 años (había una serie de condiciones y tramos). Los republicanos la mantuvieron y ahora incluso hay Estados donde gobiernan donde proponen extender y ampliar la ayuda.

La diferencia es que antes esta reducción iba unida a las rentas del trabajo: se te deducía de lo que pagabas en impuestos por este tipo de remuneración. Fueron los demócratas bajo el mando de Bill Clinton (y precisamente con Biden como uno de sus mayores defensores) los que en 1996 quitaron la incondicionalidad a las ayudas a quien no trabajase, acusándolas de “asistencia social” desincentivadora del trabajo.

Eso hizo, a la larga, que el plan dejase fuera al porcentaje de población más vulnerable de toda, y desincentivaba a la adquisición de algunos trabajadores pobres de mejores trabajos, ya que, según el tramo, podías perder un dinero si subían tus ingresos. Los receptores cayeron en pocos años en un 60%. La nueva norma de Biden es incondicional a la situación de empleo de los padres, lo que la convierte en una suerte de renta básica infantil.

Un ejemplo promedio con todo el actual paquete gubernamental: una madre no trabajadora con tres hijos a cargo recibirá una ayuda de 10.800 dólares al año en forma de Medicaid (cobertura sanitaria), cheques alimentarios (que sólo se pueden canjear por productos típicos del supermercado) y el cheque infantil. Cada estado es un mundo, pero según cálculos estadísticos el coste mínimo de la vida de un estadounidense soltero ronda los 31.300 dólares anuales, y una familia de cuatro personas con menos de 28.000 dólares de ingresos anuales es según la definición de los censos, pobre, categoría a la que pertenecen 10 millones de niños del país. A este respecto, por cierto, la cantidad de gente en pobreza en EEUU no para de bajar, está en su menor punto desde hace más de treinta años. Ahora, bien, y como ya comentamos, esos que son pobres viven muy mal. No hay peor país para ser pobre entre las potencias mundiales que este.

¿Se desincentivará al trabajo? Si se mira a las ayudas de otros países occidentales que ya asignan partidas a este gasto, no. El ejemplo más cercano, Canadá, muestra que los 4.800 dólares anuales por niño a cada padre desde 2006 ha correlacionado con un incremento de la participación laboral, especialmente entre las madres. Según algunos expertos, si a eso se une un incremento del salario mínimo por hora a los 15 dólares, sumado a que la ayuda no irá mermando a medida que el receptor gane más dinero, provocaría no sólo más familias que salgan de la pobreza extrema sino que haría que algunas de trabajadores semipobres ganen un poco más por el mismo número de horas trabajadas.

Sin embargo, sus críticos alegan que esto tendrá repercusiones en la tasa de trabajo, aunque pueda no tenerla en la del desempleo: según otros informes, y superado un umbral de ingresos, un buen número de personas prefiere aumentar el tiempo de ocio o cuidados familiares que las horas de trabajo. The New York Times, por ejemplo, entrevista a una madre que reconoce que con la nueva ayuda dejará de asistir a su segundo trabajo de catering nocturno para pasar más tiempo con sus hijos preadolescentes y vigilar así su rendimiento académico.

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