Cómo Rosamunde Pilcher, la culpable de los telefilmes de tu sobremesa, se ha colado en la agenda del G7

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Esta semana tendrá lugar la nueva cita del G7, donde los líderes de las economías más avanzadas del planeta se reunirán para hablar de fiscalidad, geopolítica o desafíos medioambientales, entre otras cuestiones esenciales del gobierno ciudadano. En la cumbre de este año también se hablará de otra cosa: el impacto cultural de las novelas y tele-novelas románticas.

El poder de Cornualles. Será en este condado costero británico donde tenga lugar la primera cumbre presencial en casi dos años, ayudando así a poner en valor la histórica región a ojos del resto de líderes del planeta. Pero mucho saben los alemanes (y por extensión también los españoles) de sus marítimos e idílicos paisajes, sus palacios isabelinos, los imponentes acantilados y en general una campiña y costas evocadoras de tradición y leyenda. Perfecto, claro, para servir de escenario para aventuras amorosas.

Rosamunde Pilcher es la Corín Tellado británica de las últimas décadas. Originaria de Lelant y fallecida en 2019 con 94 años, pasó su vida escribiendo novelas ambientadas indefectiblemente en el citado condado, tratándolo casi como un personaje principal más de sus folletines románticos y que se han transformado, gracias a la inestimable ayuda de Michael Smeaton, productor de televisión germanoescocés, en 160 dramas de televisión.

El “país Pilcher” que aman los germanos. A raíz del fenómeno literario que supusieron en Alemania algunas de sus primeras ficciones, como Los buscadores de conchas (1987), Smeaton decidió adaptarlas al audiovisual. Lo hizo también contando con una intuición: si Poldark, serie británica original del 1975, había conquistado a audiencias internacionales, tal vez es que Cornualles tenía más atractivo universal del que parecía. Era hora de darle una oportunidad a las guapas y lozanas aventuras de la escritora córnica. Arrancaron en 1993 y desde entonces FFP New Media lleva realizando entre 4 y 6 obras pilcherianas al año, llenando de luz británica las sobremesas de medio continente, también las nuestras. Se ruedan en Cornualles, donde la productora tiene contratados a 300 trabajadores (nada mal para una región de escasa empleabilidad), y, aunque se rueden aquí, sus actores son alemanes y hablan en su idioma.

Lichter, Kamera, Action. Aunque muchos telefilmes de hoy siguen teniendo el sello de la escritora, los alemanes aprovecharon el tirón para expandir sus miras e imponerse como gran exportador de telefilmes europeos, y de ahí pasamos a España, donde, por ejemplo, La 1 emitió 132 pelis de tarde en fin de semana y 95 de ellas eran de nacionalidad alemana (en 2017 fueron el triple). El universo pilcheriano se ha metido en algún momento en tu casa o en la de tus padres, imponiendo sus condiciones estilísticas que el resto de productores han calcado: nada de violencia, siempre finales felices y prohibida la modernidad (están prohibidas las escenas en supermercados y autopistas o la presencia de postes eléctricos).

Y de ahí a la alianza internacional. Estas coproducciones también han beneficiado al Reino Unido. Según cifras de Visit Cornwall, si en 2019 hubo alrededor de 350.000 visitantes en el condado, 96.000 eran alemanes deseosos de ver con sus propios ojos los escenarios de las películas que les habían ayudado a escapar en el periodo laboral. El plan de Boris Johnson es aprovechar la ocasión para potenciar entre sus socios la región tanto como destino turístico como lugar de rodajes.

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