Francia se apunta el tanto animalista: prohíbida la matanza de pollitos macho con trituradoras

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Y así es como Francia mueve ficha en la pelea por el bienestar animal. El ministro galo de Agricultura, Didier Guillaume, acaba de anunciar que 2021 será el último año en el que las empresas podrán seguir practicando el triturado de pollitos macho vivos. Se trata de un procedimiento ubicuo a toda la industria avícola que se lleva la vida de 7.000 millones de pollitos anuales en todo el mundo, unos 50 millones en el caso de Francia.

¿Por qué se les mata? Como ya comentamos por aquí, porque estas crías no son rentables. Los varones no ponen huevos y sus cuerpos no son lo suficientemente buenos para el engorde para su posterior venta como carne. Según la última directiva europea de 2009, se permite la matanza de estas aves siempre y cuando ocurra en las primeras 72 horas desde su nacimiento y la muerte sea inmediata.

Triturado o asfixia: las trituradoras son el procedimiento visualmente más espectacular de estas ejecuciones, hasta tal punto que son la pera en dulce de las campañas de sensibilización de los animalistas. Pero la matanza de pollitos vivos se realiza también por otras vías: tan popular como estas máquinas son las de asfixia con CO2. Aunque la nueva normativa francesa y la del pasado año de Suiza prohíban las picadoras, no lo hacen así con las cámaras de gas, un tipo de muerte que también conlleva sufrimiento.

El aborto será ley: es el siguiente paso, uno cada día más próximo. La alternativa menos cruenta de cuantas hay ahora mismo disponibles (y siempre que no nos volvamos todos veganos) son las tecnologías láser de detención de la composición química (si es la propia de un macho o de una hembra) del embrión dentro del huevo, de forma que se practique un aborto sistemático en aquellos que la maquinaria reconozca al pollito. Se ha bautizado a esta práctica como Ovo Sexing y la empresa Seleggt dice estar perfeccionando su uso a gran escala, lo que podría convertirlo en una alternativa real para la industria.

¿Y sale rentable? He ahí la batalla. En 2013 la región alemana del Norte-Westfalia prohibió el sacrificio de pollitos, pero, ante su coste, varias granjas apelaron y ganaron en los tribunales. Según la legislación alemana de bienestar animal, “nadie debe infligir dolor, sufrimiento o daño a un animal sin una causa razonable”, y la resolución dictó que esa diferencia de precio era una “causa razonable”. Los envases de huevos elaborados con este método que se están comercializando como “cruelty free” tienen un precio que varía a, según el supermercado que lo venda, desde un puñado de céntimos extra por envase de seis huevos a una diferencia de hasta un 40% más de precio por unidad.

¿Y España? No se ha dicho aún nada, pero ante la noticia del fin del exterminio por trituradora la organización Internacional Igualdad Animal no ha tardado en anunciar que solicitará al nuevo Gobierno español la misma prohibición, que supone anualmente la muerte prematura de 35 millones de pollitos macho.

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