Un grupo de influencers llama a la responsabilidad de los jóvenes frente al covid. El tiro sale por la culata

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Una cantinela se oye desde hace meses en los medios de comunicación: los jóvenes, haciendo honor a la temeraria naturaleza inconsciente propia de su edad, están extendiendo el virus por la población pese a los esfuerzos de técnicos y el resto de la sociedad. No hay toques de queda ni limitaciones al movimiento que valgan, sus botellones y sus reuniones de más de seis personas nos ponen en peligro a todos. "No estamos para fiestas", les amonestaba el vicepresidente de Madrid Ignacio Aguado. “No podemos no ser disciplinados”, decía Salvador Illa al ser preguntado por las conductas de los veinteañeros.

El relato es unánime, que los chavales no se conciencian. Haciendo caso de una de las ideas lanzadas a principios de pandemia por la OMS, la Comunidad de Madrid ha decidido hacer un spot de sensibilización presentando en él los rostros de aquellos a los que, según el equipo de márketing a cargo del producto final, es la gente que podrá provocar un cambio en su conducta.

Los influencers aparecidos en #EresJovenNoInmortal son Pelayo Díaz, Fran Rivera, Madame de Rosa, Carla Hinojosa, Roberto Carlos, Eugenia Osborne, Koke y Oscar Riballo. Todos ellos personajes públicos con cientos de miles de seguidores, sí, pero en algunos casos hay quien se ha cuestionado cuánto tirón pueden tener ex boxeadores, ex toreros y ex futbolistas de cuarentaitantos años sobre la juventud. “Desde que comenzó la pandemia en Madrid se han detectado más de 53.000 casos de Covid entre jóvenes”, dice Carla. “Eres joven, no inmortal”, apostilla de Rosa sincronizando su mensaje con fotos de apretadas fiestas caseras.

¿Con qué derecho?

No puede decirse que la campaña esté resultando un éxito. Al menos en lo que respecta a su objetivo de concienciación, no así al de difusión, que lo han alcanzado de sobra. En algunos casos los tuiteros han preguntado por la implicación de la Comunidad con la mejora de la seguridad sanitaria, la contratación de rastreadores o aumento de afluencias del transporte público. Pero lo que más se ha visto es un rechazo directo del mensaje de los diferentes referentes del vídeo.

Pelayo Díaz ha pasado un verano de agenda atareada. El Alto Ampurdán, en Gerona, Es Vedrá, en Baleares o Sitges en Barcelona son sólo algunos de los destinos en los que se le ha visto en casas rurales con decenas de personas o apretado junto a varios amigos en yates disfrutando del sol. Fran Rivera parece alérgico a la mascarilla en sus múltiples encuentros en interiores por todo el paisaje español, todo ello sin contar el titular que nos dejó en julio de este año: “Fran Rivera termina una gran farra nocturna tumbado en la calle”.

 

 

Algunas de ellas tampoco cuentan con un historial lo que se dice intachable. Madame de Rosa debe ser una de las más concienciadas del grupo, dado que ella pasó aproximadamente diez días en torno al 13 de marzo trabajando como refuerzo de enfermería por Covid en el hospital de La Paz. Sin embargo a finales de julio, recién permitidos los viajes, no tuvo problemas en viajar a Ibiza, entre otros parajes para su disfrute y sus sesiones fotográficas como buena influencer de moda. Allí se encontró con diversas personas, una de ellas Dulceida, quien hizo allí varias fiestas con multitud de influencers, suponemos que no convivientes, donde la distancia de seguridad o la mascarilla eran complementos poco estéticos, de mal gusto.

Las stories de Carla Hinojosa de las últimas 24 horas nos devuelven varias reuniones de personas en las que a veces se cumplen unas normas y en otras no, a veces tenemos a ocho o nueve personas juntas y en otras a sólo seis pero teniendo una distendida sobremesa sin tapabocas dentro de un restaurante, a pesar de que, según se nos dice desde las instituciones, sólo deberíamos quitárnosla para el tiempo justo de la consumición.

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Captura de uno de los vídeos de Dulceida grabado en su estancia en Ibiza en julio, donde se juntó sin cumplir las medidas sanitarias junto con decenas de influencers, incluida Madame de Rosa.

Si bien el argumento empleado por los influencers en todos estos casos es que su trabajo, su sustento, depende de su imagen pública y de esos viajes de ensueño con los que nutren nuestros feeds, o dicho de otra manera, que lo que nos pasa es que tenemos envidia, la excusa tiene las patas muy cortas si tenemos en cuenta un par de cosas.

La primera, que empleados de todos los sectores de cara al público tienen que cumplir en todo momento unos requisitos sanitarios (mascarillas, distancia en lo posible) que parecen desvanecerse cuando pisamos el mundo del lujo. Y la segunda, que si su función para esta campaña es la de convertirse en refrentes ejemplarizantes, el efecto producido en la juventud española, asfixiada a prohibiciones que a ellos no les afecta y avocados a un futuro laboral desolador, es más bien la contraria, que los más privilegiados se están riendo de ellos.

Quién para su fiesta

Es difícil encontrar referentes morales para el coronavirus. Parte de quienes decretan las restricciones que caen sobre todos nosotros son a los que veíamos hace un par de semanas celebrar entregas de premios que difícilmente podrían etiquetarse como reuniones imprescindibles.

Un reciente preprint que estudiaba la sociología de la movilidad pre y post confinamiento en el contexto español en función de la renta demostraba que durante el confinamiento los más pobres fueron los que más se movían (menos teletrabajo, desplazamientos más largos hasta su puesto) mientras que en verano los roles se invirtieron (los más ricos fueron los que más viajaron de vacaciones). Un estudio que tomar con pinzas por su definición de clase, como se observa en el siguiente gráfico, que toma como referencia de rico alguien con un sueldo superior a 25.000 euros al año (en la que encajan muchos percentiles de renta de nuestro país) pero que puede servir de baremo para el spot de Madrid dado que la juventud, que es a quien se supone que se dirige el anuncio, cuenta con una renta muy, muy baja.

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Ninguno de estos datos debería suponer, por supuesto, una coartada mental para negar otro hecho: aunque los botellones se hayan convertido en un cómodo chivo expiatorio desde ciertas instancias que no se preocupan de muchas otras vías, esos entornos, lo mismo que muchas otras reuniones sociales, están suponiendo un foco de contagios por coronavirus que está provocando en última instancia la muerte de muchas personas.

Para terminar, hay quien ha señalado otro error básico de #EresJovenNoInmortal:

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