Hillary Clinton se pasa al arte moderno: va por sorpresa a la Biennale de Venecia y lee sus famosos emails

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La obra: “Hillary: The Hillary Clinton Emails”. Una réplica del despacho oval. Y en ella Hillary Clinton leyendo, ehm, sus emails. Mientras pasas por delante de esta instalación del artista Kenneth Goldsmith algo te inquieta. Realmente está pero que muy logrado ese animatronix de la candidata demócrata. No, es la única y verdadera Hillary, que parece no tener nada mejor que hacer que leer alguna de sus infames 62.000 páginas de correos para ti y para la prensa asistente.

¿Cómo?

Estamos en la Biennale de Venecia, la muestra de arte contemporáneo más antigua y una de las más relevantes y ambiciosas del momento. El dúo de curadores llamado Francesco Urbano Ragazzi organiza las exposiciones de centenares de artistas, entre ellas la de Goldsmith, que tiene lugar en el antiguo recinto de Despar Teatro Italia. El colectivo explicó que habían hablado con un amigo cercano de Clinton, que les dijo informalmente que él y la política se pasarían por la instalación en algún momento cercano. Los comisarios afirman que asumieron que se trataba de una broma, pero que se dieron cuenta de que iba muy en serio cuando la vieron entrar en su teatro rodeada de un equipo de vigilancia el pasado jueves a las 9 de la mañana. 

Su irrupción por sorpresa cambió, claro, el significado de la obra. La performance clintoniana ha añadido capas de significado a la intervención de Goldsmith. “Hillary: The Hillary Clinton Emails” consiste en un ambiente que recrea la famosa oficina del presidente de Estados Unidos, con un escritorio Resolute a tamaño real, y sobre él un mantel con algunas líneas de los correos electrónicos del escándalo de Hillary Clinton junto con la primera copia impresa hasta el momento (según el artista) de todos los mensajes enviados por el correo clintonemail.com entre 2009 y 2013, según WikiLeaks. Un mazacote gigantesco.

La idea de la monumentalidad conjuga con la defensa que hizo Trump de la relevancia de estos mensajes, que afirmó que las acciones de Clinton mostradas en esos documentos (la entonces Secretaria de Estado estuvo usando servidores privados para comunicaciones gubernamentales durante cuatro años) eran “más gordos que el Watergate”, capaces de mandarla a la cárcel. 

La ironía o la paradoja de estos elementos se demostró tanto en el plano real-histórico como en el artístico. La obra de Goldsmith se complementa con el ambiente porque ese Despacho Oval está colocado sobre un balcón que corona la recreación de un supermercado en la planta baja, el lugar más banal, consumista y representativo de nuestro tiempo. 

La polémica de los emails, que secuestró buena parte del debate mediático de las pasadas elecciones, se saldó con una exoneración de Clinton por parte del FBI, que no vio necesario tomar acciones disciplinarias. Los miles de comentarios tampoco revelaron la participación en ninguna acción ilegal por parte de la secretaria, y a día de al menos seis altos cargos de la Casa Blanca de Trump han usado sus correos privados para comunicaciones oficiales.

Así, según el comentario oficial de la obra, “esta pila de papeles es más bien insustancial, y rebate los esfuerzos de Trump por hacerlos algo descomunal. Goldsmith crea el mayor poema sobre el siglo XXI, un anti-monumento a la locura de la atroz campaña de desprestigio de Trump contra Clinton".

La respuesta de Clinton en su asistencia y lectura de los emails fue definir aquel episodio de las pasadas elecciones como uno de los momentos más “extraños” y “absurdos” de la historia política norteamericana. “Cualquiera puede venir y leerlos. No hay nada aquí. Ni hay absolutamente nada que los haga polémicos”. Tildó su lectura de los mensajes como algo severamente “aburrido”.

Con su performance artística, asistiendo a esta obra y apropiándose de ella, Hillary también nos habla del servilismo de las artes a los patronos políticos y económicos, ya que gracias a su participación esta obra está ahora más cotizada. También podríamos reflexionar por esta misma vía sobre la necesidad de la atención de los medios por parte de los artistas para mantenerse en los estratos superiores de los circuitos de exhibición. Podría incluso pensarse en la similitud en las formas y los contenidos de los grandes partidos. A fin de cuentas, este gesto de provocadora propaganda política que acaba de hacer Hillary es muy similar a los que nos tiene acostumbrados el estridente Trump. 

Todo queda igualmente dentro de esa retórica del monumental “poema del siglo XXI”.

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