Ícaro: el documental que ha dado a Netflix su primer Oscar (y que puedes ver ya mismo)

Ícaro: el documental que ha dado a Netflix su primer Oscar (y que puedes ver ya mismo)
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Artículo escrito por Kiko Vega.

El género documental está viviendo su época dorada. Son más de diez años al pie del cañón incrementando la aceptación crítica y, sobre todo, pública, de un género que siempre se había mantenido al margen del gran público pero que, gracias a títulos como Capturing the Friedmans, Fahrenheit 9/11 o, sobre todo, Man on Wire o The Imposter, han sabido dotar a sus narrativas con aires de thriller de primera categoría, haciendo de la experiencia un auténtico viaje a la realidad más desconocida y trepidante.

Snowden sobre ruedas

Ícaro, el flamante vencedor en la noche de la nonagésima ceremonia de los Premios de la Academia (sí, los Oscar), entra de lleno en ese grupo por derecho propio, otorgando, dicho sea de paso, el primer Oscar a la polémica Netflix, plataforma que está poniendo patas arriba la distribución cinematográfica y que provocó algún descontento que todavía resuena entre las butacas de algunas salas de Cannes.

Icarus 4 Netflix

Dirigido por Bryan Fogel, el documental inicia su historia desde la profunda decepción de un deportista aficionado cuando el dopaje en el deporte de élite ensucia la imagen idealizada del deporte por el que se deja la piel. A partir de ahí, Fogel se propondrá indagar sobre la integridad en el deporte de élite, hasta que una serie de carambolas crucen en su camino a Grigory Rodchenkov.

El ex-director del laboratorio de pruebas antidopaje de Rusia, en principio, aparece para echar un cable al cineasta a la hora de nutrirse de sustancias prohibidas que camuflar en posteriores análisis, pero una vez destapado el escándalo del dopaje ruso (vía televisión alemana), Rodchenkov será el único protagonista de Ícaro en un cambio de rumbo a la altura de los mejores thriller de los ochenta, como Vivir y morir en Los Ángeles.

The KGB took my piss away

Lo que empezaba siendo un “Super Size Me on Steroids” termina siendo un juego del gato y el ratón que casi reconstruye el telón de acero y una nueva Guerra Fría desde un puñado de polémicos botes de orina.

Una vez entrados en materia, Ícaro va sobrada de material atractivo para el espectador interesado en el entretenimiento inteligente. El caso del dopaje en los equipos deportivos que Rusia envía a competir transita entre agentes de la KGB, falsas paredes por las que cambiar frascos con análisis, agentes del FBI aporreando las puertas del futuro testigo protegido a medianoche y alguna que otra muerte sospechosa. Además, de vez en cuando, también aparece Vladímir Putin aguantando el tipo mientras niega con vehemencia cualquier irregularidad en el deporte de su país. Igual que Lance Amstrong hizo al comienzo de su etapa como deportista sospechoso.

Icarus 1

Apoyado en el discurso del 1984 de George Orwell, el doctor Rodchenkov guía al espectador por esta película de espías reales, trepidante y no exenta de momentos cómicos, como las primeras reuniones con Fogel, su manera de hablar medio en serio medio en broma de los asuntillos rusos (donde bromea con términos como mafia o propaganda), y las fiestas con vodka en tierras rusas. Si el personaje no fuera tan turbio, si no tuviera el historial delictivo que arrastra, esos momentos cómicos no resultarían tan perturbadores.

Rodchenkov es un personaje incómodo. Se deja querer y revienta a su país hasta extremos de encontrarse ahora en paradero desconocido como miembro del programa de protección de testigos de los Estados Unidos, pero también se encuentra en deuda con su país. Con su máximo dirigente, de hecho. En el ecuador de la historia nos encontraremos con una serie de confesiones que nos harán replantearnos cuánto de realidad y cuánto de fantasía hay en el relato. Y es que, en un momento dado de su testimonio, Rodchenkov afirma que llegó a dirigir la organización del laboratorio contra el dopaje de su país, asesorando a todo el equipo nacional ruso, desde una horrenda clínica psiquiátrica donde fue encerrado tras un intento de suicidio.

La realidad siempre supera a la ficción, por eso los documentales molan tanto

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Ícaro es una historia de arrepentimiento y ajustes de cuentas desde un punto de vista que, en teoría, no parecía poder aportar semejante cantidad de información contrastada. Ese detalle hace de este vertiginoso thriller documental un plato del gusto de cualquier espectador de Netflix con ganas de llevarse a los ojos una buena historia. ¿Recuerdas a Ivan Drago? ¿El villano de Rocky IV? La película de Sylvester Stallone ya dejó caer allá por 1985 que los rusos no jugaban limpio en esto del deporte, pero todo el mundo se lo tomó a broma. Viendo Ícaro, y comprobando cómo 1984 marca las pautas de la historia, podemos afirmar que el protagonista de Demolition Man no andaba muy equivocado.

Al principio del texto mencionaba una serie de documentales que en realidad también son thrillers, pero si te has quedado con ganas de más, no podemos dejar de recomendar Cropsey, aterrador documento sobre la leyenda de una historia sobre un monstruo que raptaba niños en Staten Island; Tickled, incómodo “invent” (O NO) sobre unos perversos campeonatos internacionales y clandestinos de cosquillas, o uno de los más perturbadores que hayamos podido ver, que también se encuentra en Netflix y que forma un programa doble ideal con Ícaro: Team Foxcatcher.

No importa cuántas veces hayas visto la extraordinaria película de Bennett Miller, porque el documental de Jon Greenhalgh sobre el terrorífico caso de la lucha deportiva americana que pretendía John du Pont. No viene mal compaginar el sueño al golpe moscovita con el golpe al sueño americano, no se vayan a pensar que barrimos para una de las dos casas.

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