Japón ha hecho un arte de caminar sincronizado: se llama "Shuudan Koudou" y es un deleite visual

Vista de una exhibición de Shuudan Koudou en Tokio.
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En Japón, los valores como la dedicación, la persistencia, la idea de trabajo en equipo o la disciplina forman parte de su ideario histórico. Con la finalidad de potenciar estas habilidades nació el Shuudan Koudou, que se traduce como "acción colectiva" o "movimiento grupal". En occidente hemos tirado por la opción más sencilla y lo hemos descrito simplemente como "caminar sincronizado". Se trata básicamente de andar, pero de manera acompasada con otros participantes, logrando coreografías artísticas impresionantes.

Este tipo de arte, con casi medio siglo de historia, nació en la Universidad de Ciencias del Deporte de Japón, en Tokio, que a día de hoy, es la universidad del país asíatico que más maestros y medallistas olímpicos produce. Hasta hace bien poco, el Shuudan Koudou se realizaba a puertas cerradas pero su estilo llama tanto la atención que recientemente se han hecho públicas sus puestas en escena, atrayendo a una gran audiencia que embobada mata los minutos clavada en la hipnotizante sincronización de los deportistas.

Caminar puede resultar sencillo, sí, pero las rutinas para practicar esta disciplina requieren meses de entrenamiento. Hasta el punto de que se necesita conseguir realizar los movimientos a la perfección de memoria y con los ojos cerrados. Ni un choque, ni un tropiezo. Todo es precisión y una concentración absoluta. De hecho, los estudiantes de Shuudan Koudou practican tres días a la semana, durante cinco meses seguidos, una repetición gradual de patrones. Durante el entrenamiento llegan a caminar casi 1.200 kilómetros (aproximadamente la distancia entre París y Roma).

Cada equipo está compuesto por los caminantes y un coordinador, quien debe con precisión marcar mediante gritos cortos y puntuales el ritmo a seguir, el sentido y la posición de la marcha. Para reducir el tiempo de respuesta, varios movimientos complejos han sido codificados y reducidos a una palabra monosilábica, o un número. Si te fijas en los vídeos, los participantes son como robots desfilando por un campo de batalla o un ejército de zombies.

Vista de una exhibición de Shuudan Koudou en Tokio.

El programa de caminata sincronizada era una parte opcional del plan de estudios de la universidad y no una categoría competitiva: los participantes realizaban una exhibición en un evento universitario anual durante el mes de noviembre, como lo han hecho durante aproximadamente cincuenta años. Pero la práctica del Shuudan Koudou es tan admirada hoy en día que se han organizado concursos, llegando a reunir públicos compuestos por miles de personas que quieren admirar este espectáculo en vivo.

La idea es inculcar en los estudiantes la disciplina y la capacidad de trabajar colectivamente. Para nosotros: un placer visual altamente adictivo.

Tales son las obsesiones del país asíatico que no es el único deporte que parece sacado de un concurso de humor. Hace tiempo hablábamos en Magnet del loquísimo deporte japonés que consiste en darte de tortas para conquistar un palo. Es otra de las extravagantes prácticas deportivas de Japón. Se trata de un enfretamiento entre dos equipos rivales de 75 personas donde la defensa tiene que resistir el envite del grupo de ataque, cuya  misión es tumbar un poste ajeno de entre tres y cinco metros con todas sus fuerzas y mediante el valor de su propia acumulación de cuerpos. Otra locura nipona con mayúsculas.

Imágenes: Takahiro Hayashi

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