La empatía es tan esencial para nuestras relaciones sociales que hasta los animales la tienen

La empatía es tan esencial para nuestras relaciones sociales que hasta los animales la tienen
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La empatía es la capacidad de compartir y comprender las emociones de los demás. Se basa en varios componentes, cada uno de los cuales está asociado con su propia red cerebral y hay tres formas de entender la empatía:

En primer lugar está la empatía afectiva y se basa en la posibilidad de compartir las emociones de los demás. Aquellas personas que tienen mucha empatía afectiva son las que, por ejemplo, tienen reacciones fuertes cuando ven una película de miedo. Pueden sentir miedo o el dolor ajeno en su cuerpo al ver a otras personas pasando miedo o sufriendo.

La empatía cognitiva, por el contrario, es la capacidad de comprender las emociones de los demás. Un buen ejemplo es el psicólogo que entiende las emociones de su cliente de una manera racional, pero no necesariamente comparte las emociones del cliente a nivel corporal.

Por último, está la regulación emocional que se refiere a la capacidad de regular las emociones propias. Por ejemplo, los cirujanos necesitan controlar sus emociones cuando están operando a un paciente.

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Aquellas personas que lo pasan mal cuando ven una película de miedo suelen ser personas con mucha empatía afectiva

Otra manera de entender la empatía es distinguirla de otras expresiones relacionadas. Por ejemplo, la empatía implica ser consciente de uno mismo y la distinción entre el yo y la otra persona. En ese sentido, es diferente a la mímica o a la imitación.

Muchos animales pueden mostrar signos de imitación o contagio emocional hacia otro animal en sufrimiento, pero sin un cierto nivel de autoconciencia y la distinción entre el yo y la otra persona no se trata de empatía en el sentido estricto. La empatía también difiere de la simpatía porque la simpatía consiste en preocuparse por el sufrimiento de otra persona y el deseo de ayudar.

Dicho esto, la empatía no es una experiencia exclusiva de los humanos, puesto que se ha observado en muchos primates no humanos e incluso en ratas.

Se suele decir que los psicópatas carecen de empatía, pero no es siempre el caso. De hecho, la psicopatía se basa en buenas habilidades empáticas cognitivas: es necesario comprender lo que la víctima siente cuando está siendo torturada. Lo que los psicópatas carecen es de simpatía: saben que la otra persona está sufriendo, pero simplemente no les importa.

La investigación también ha demostrado que a las personas con rasgos psicopáticos a menudo se les da muy bien regular sus emociones.

¿Por qué la necesitamos?

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Para ser un buen psicópata necesitas comprender lo que tu víctima está sintiendo

La empatía es importante porque nos ayuda a entender cómo se sienten los demás y así poder responder de manera apropiada a la situación. Por lo general se asocia con el comportamiento social y hay una gran cantidad de estudios que demuestran que una mayor empatía nos lleva a ser más solidarios.

Sin embargo, no es siempre el caso. La empatía también puede inhibir la acción social , o incluso llevar a un comportamiento amoral. Por ejemplo, una persona que presencia un accidente de coche y se siente abrumada al ver a la víctima bajo un gran sufrimiento puede ser menos propensa a ayudarla.

Del mismo modo, tener fuertes sentimientos de empatía hacia los miembros de nuestra propia familia o de nuestro grupo social o racial podrían dar lugar al odio o a agresiones hacia aquellas personas que percibimos como una amenaza. Ejemplos de esto serían una madre o un padre protegiendo a su bebé o un nacionalista protegiendo a su país.

Las personas a las que se les da bien leer las emociones ajenas, como los manipuladores, los adivinos o los médiums, también podrían utilizar sus excelentes habilidades empáticas para su propio beneficio engañando a los demás.

La empatía no es una experiencia exclusiva de los humanos, puesto que se ha observado en muchos primates no humanos e incluso en ratas.

Curiosamente, las personas que cuentan con más rasgos psicopáticos suelen tener respuestas más utilitarias a dilemas morales tales como el problema del tranvía. En este experimento, la gente tiene que decidir si se debería tirar a una persona desde un puente para detener un tren a punto de matar a otras cinco personas que se encuentran sobre los raíles.

El psicópata estaría más propenso a optar por no tirar a la persona por el puente, algo que no concordaría con la filosofía utilitaria que mantiene que salvar la vida de cinco personas matando a una persona es una buena opción. Se podría argumentar que las personas con tendencias psicopáticas son más morales que la gente normal (quienes probablemente no tirarían a la otra persona por el puente), puesto que están menos influenciados por las emociones a la hora de tomar decisiones morales.

¿Cómo se mide la empatía?

La empatía se mide a menudo a través de cuestionarios de personalidad como el Índice de Reactividad Interpersonal (IRI) o el Cuestionario para la empatía cognitiva y afectiva (QCAE). Por lo general estos cuestionarios preguntan sobre hasta qué punto la persona está de acuerdo con las afirmaciones que miden diferentes tipos de empatía.

El QCAE, por ejemplo, tiene frases como: "Me afecta mucho cuando uno de mis amigos se siente mal", pudiendo medir la empatía afectiva.

La empatía cognitiva se determina en el cuestionario QCAE con frases como: "Intento tener en consideración el punto de vista de cada persona en una disputa antes de tomar una decisión." Usando el cuestionario QCAE, nos hemos dado cuenta de que las personas que puntúan más alto en la empatía afectiva tienen más materia gris, un conjunto de diferentes tipos de células nerviosas, en un área del cerebro llamada la ínsula anterior.

Esta zona a menudo está involucrada en la regulación de las emociones positivas y negativas mediante la integración de los estimulantes ambientales (como ver un accidente de coche) con las sensaciones corporales viscerales y automáticas.

También nos dimos cuenta que las personas que puntúan más alto en la empatía cognitiva tenían más materia gris en la corteza prefrontal dorsomedial.

Esta zona normalmente se activa durante otros procesos cognitivos, como la teoría de la mente, que es la capacidad de atribuirse creencias mentales a uno mismo y a otra persona. También implica la comprensión de que las otras personas tienen creencias, deseos, intenciones y puntos de vista diferentes de las propias.

¿Puede la empatía ser selectiva?

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Sentimos más empatía hacia personas de nuestro grupo personal

La investigación muestra que normalmente sentimos más empatía por los miembros de nuestro mismo grupo, como pueden ser las personas de nuestro mismo grupo étnico. Por ejemplo, un estudio examinó los cerebros de participantes chinos y caucásicos mientras veían videos de personas de su mismo grupo étnico en situaciones de dolor y los compararon con lo que ocurría cuando veían a personas de un grupo étnico diferente sufriendo.

Los investigadores observaron como un área del cerebro llamada el córtex del cíngulo anterior, que a menudo se activa cuando vemos a otros sufrir, se encontraba menos activa cuando los participantes veían a miembros de otros grupos étnicos diferentes al suyo mientras estaban sometidos al dolor.

Las áreas del cerebro que otros estudios han encontrado que intervienen en la empatía están menos activas cuando se ven a personas sufriendo cuando actúan de forma injusta. Incluso podemos ver cómo se activan las áreas cerebrales que intervienen en el placer subjetivo, como el cuerpo estriado, al ver a un equipo deportivo rival perder.

Sin embargo, no siempre sentimos menos empatía por aquellos que no son miembros de nuestro mismo grupo. En nuestro reciente estudio, los estudiantes tenían que dar recompensas económicas o dolorosas descargas eléctricas a estudiantes de su misma universidad o de otra diferente y analizamos sus respuestas cerebrales durante el proceso.

Las personas que puntúan más alto en empatía afectiva tienen más materia gris, un conjunto de diferentes tipos de células nerviosas, en un área del cerebro llamada la ínsula anterior

Las áreas del cerebro implicadas en apremiar a otras personas estaban más activas cuando los sujetos recompensaban a miembros de su mismo grupo, pero las áreas involucradas en hacer daño a otras personas estaban igualmente activas en ambos grupos.

Estos resultados se corresponden a las observaciones de la vida cotidiana: normalmente nos sentimos más felices si miembros de nuestro grupo ganan algo, pero es poco probable que queramos hacer daño a otras personas solo porque pertenecen a un grupo, cultura o raza diferentes. En general, la inclinación sobre miembros del mismo grupo se debe más al amor hacia las personas del mismo grupo que al odio hacia las personas ajenas al grupo.

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En la guerra puede resultar beneficioso sentir menos empatía por las personas estás intentando matar, especialmente si también están tratando de hacerte daño

Sin embargo, en algunas situaciones, podría ser útil sentir menos empatía por un grupo particular de personas. Por ejemplo, en caso de guerra podría ser beneficioso sentir menos empatía por las personas a las que estás intentando matar, especialmente si también están tratando de hacer daño. Para investigarlo, realizamos otro estudio con imágenes cerebrales.

Le pedimos a los sujetos que visionaran varios vídeos de un videojuego violento en el que una persona estaba disparando a civiles inocentes (violencia injustificada) o a soldados enemigos (violencia justificada).

Mientras se visualizaban los videos, la persona tenía que fingir que estaba matando a personas reales. Encontramos que la corteza orbitofrontal lateral, normalmente activa cuando las personas hacen daño a otras, estaba activa cuando la gente disparaba a civiles inocentes. Cuanta más culpa sentían los participantes del estudio por disparar a civiles, mayor era la respuesta en esta región cerebral.

Sin embargo, la misma zona no se activó cuando la gente disparaba al soldado que estaba tratando de matarlos.

Los resultados nos dan una idea sobre cómo las personas regulan sus emociones y también nos muestran los mecanismos cerebrales implicados a la hora de hacer daño a otras personas cuando se vuelven menos activos si la violencia contra un grupo determinado se considera como justificada. Esto podría proporcionarnos nuevas ideas sobre de qué manera las personas se vuelven insensibles a la violencia o por qué algunas personas se sienten más o menos culpables por hacer daño a otras personas.

Nuestro cerebro empático ha evolucionado para poder adaptarse sin problemas a diferentes tipos de situaciones. Tener empatía es algo muy útil puesto que a menudo nos ayuda a comprender a los demás para que podamos ayudarles o engañarles, pero a veces tenemos que ser capaces de eliminar nuestros sentimientos de empatía para proteger nuestras vidas y las de los demás.

The Conversation

Autor: Pascal Molenberghs, Profesor de Neurociencia Social, Universidad de Monash

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.

Fotos | Fenix_21, dogberryjr, Pimkie, Bahal_us, Dvidshub

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