Netflix ha abanderado la diversidad. Pero 17 de las 23 series que ha cancelado este año eran "inclusivas"

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“Tras la cancelación de GLOW, uno de mis lectores ha hecho un análisis rápido de las 23 series que Netflix ha cancelado [este año] hasta el momento. ¿tal vez haya un patrón?” Así dice un tuit de la periodista cultural Anne Helen Petersen que ha empezado a circular por lo llamativo de sus resultados: sí, de los 23 shows cancelados en 17 de ellos coincidían uno o varios de los siguientes grupos para sus personajes principales: eran femeninos, eran LGTBIQ y/o de razas distintas a la blanca.

¿Eso es representativo o no? El análisis se refiere sólo a los seriales estadounidenses cuya cancelación era posible, lo que deja fuera a muchos de los productos de Netflix como podrían ser shows de telerrealidad, películas, documentales o especiales. A fin de cuentas sólo en 2019 Netflix produjo 371 proyectos audiovisuales en suelo norteamericano. No se ha calculado qué porcentaje de las series lanzadas ese año representaban diversidad en pantalla frente a las que optaban por un cásting normativo. Sí se sabe que, de 23 series que han confirmado iniciar en 2020, 12 estarán protagonizadas por mujeres. Si han seguido la misma tendencia, lo que tenemos es muchas primeras y segundas temporadas de temas multiculturales pero que lo que consigue afianzarse es lo de siempre.

Inclusión, inclusión e inclusión

Sense8

¿Por qué es esto llamativo? Porque Netflix se ha vanagloriado en no pocas ocasiones de su buen hacer representativo, de dar cabida a “historias diversas” y aprobar proyectos que en las cadenas ya establecidas nunca hubiesen visto la luz. No importa que esto sea cierto o no (por supuesto que hay series “diversas” más allá de su reino) o que tenga motivaciones comerciales o no (al gigante VOD le interesaba crear obras de cero antes que seguir pagando licencias de exhibición a terceros, y, ya que tenían asegurada la financiación, ¿por qué no intentarlo con productos que puedan atraer a nuevas audiencias a las que se podría estar dejando de lado por meros prejuicios?), la cuestión es que este era uno de los lemas indisolubles a su marca.

Dos casos que ejemplifican bien esta tendencia son Sense8 o The Get Down, en ambos programas con un cásting muy variado y con argumentos no normativos. También, claro está, dos series carísimas que necesitaban cifras de audiencia que no debieron lograr mientras que Por trece razones o Riverdale sí lo lograron.

Los usuarios indignados con estas cifras cuestionan ahora si aquellas palabras eran puro humo. Aunque Netflix es celoso de compartir las cifras de sus programas, los propios tuiteros ya sospechan que la mayoría de las series canceladas lo serán por una cuestión de audiencia, lo cual ya es una noticia mala de por sí (¿y si el público sigue siendo reacio a estas narrativas?). De lo que se lamentan es de que laven su imagen pero no puedan hacer el esfuerzo suficiente para seguir apostando por estos proyectos un poco más de tiempo.

Pongamos como ejemplo de indignación lo que ocurrió cuando cancelaron One Day At A Time, una serie con personajes LGTB y latinos. Al hacer su anuncio en Twitter, la cadena pidió a sus espectadores que no se tomasen eso "como una indicación de que vuestra historia no es importante", para después, al ver que había mucha gente protestando por la cancelación, decir que “el efusivo amor que vemos que este programa estaba recibiendo es nuestro firme recordatorio de que debemos seguir buscando formas de contar estas historias”.

La pandemia, la culpable de (casi) todo

Mand 1

La serie que ha detonado el destape ha sido GLOW, que estaba entre las más populares, o al menos con una amplia base de fans, y cuya tercera temporada cerró con todas las tramas abiertas a la espera de la (entonces confirmada) cuarta temporada. Netflix la ha cancelado, cuentan, porque ahora no se podrá rodar y no saben cuánta gente estará interesada en su final cuandoquiera que pudiese estrenarse en un futuro post Covid. GLOW contaba la historia de un equipo de luchadoras de wrestling de muy variados orígenes, una obra de mucha espectacularidad visual y humor, y se vendió como una serie que iba a ser “diversa sin tener que hablar de diversidad”.

Antes de que se hiciese público el anuncio de su cancelación varias actrices del reparto denunciaron que sentían que ese supuesto empoderamiento en pantalla era en realidad una excusa para hacer representaciones estereotipadas (Kia Stevens, negra, interpretaba a la Reina de las Subvenciones; Britney Young, latina, a la luchadora Machu Picchu) y que los guiones, escritos sólo por gente blanca, explotaban sus raíces para hacer comedia irónica sobre su procedencia. Además alegaban que sus personajes eran superficiales, más bien un apoyo narrativo para sus dos protagonistas, dos mujeres blancas.

Es natural el despacho intenso de rodajes en tiempos de Covid. De hecho es un fenómeno que se ha dado entre los rivales de la plataforma. Para empezar, hay muchas ficciones que no van a poder grabarse por cuestiones de logística pandémica, por necesitar de grandes multitudes. Pero también ocurre que, en un momento de posible recesión económica, lo más inteligente es “jugar sobre seguro”, y eso está llevando a que HBO o Disney+ no renuncien a los productos licenciados de Juego de Tronos o de Star Wars respectivamente. Lo lógico desde el punto de vista empresarial es que Netflix actúe de la misma forma, apostando por cosas tradicionales. De hacerlo no sería tan fácil, eso sí, valerse de la etiqueta woke.

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