¿Por qué llueven arañas (y telarañas) del cielo en Australia?

¿Por qué llueven arañas (y telarañas) del cielo en Australia?
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Los habitantes de las Mesetas del Sur australianas sufrieron hace unos días una lluvia de arañas: millones de criaturas acompañadas de una enorme masa de telaraña que dejó un manto de seda en la zona. ¿Señal de Apocalipsis? ¿Pesadilla? ¿Peligro mortal? Nah, las nuestras también lo hacen. Sólo que a las australianas su viaje iniciático les salió mal.

Las arañas voladoras están presentes en todos los continentes, también en España. Y, aunque lo que ha pasado en Australia no sea normal, es algo con lo que convivimos a pequeña escala todos los días. De hecho, los científicos están estudiando cómo controlar sus vuelos para que cumplan su función natural en terrenos cultivables: pesticidas con ocho patas.

El fenómeno australiano ha dejado un rastro visible:

Mientras los habitantes de Goldburn, la población más afectada por el suceso cuentan historias que dan un poquito de asco: arañas muy pequeñas + millones de ellas + tener barba =

Nope

Pero, arañas. A nosotros nos caen bien. Y su tela es una de las sustancias más maravillosas y resistentes del planeta: podríamos detener un avión en pleno vuelo con un cable hecho de telaraña de 24 centímetros de diámetro. Pero, a la vez, es una sustancia tan liviana que, en varias de sus familias, sobre todo las linífidas, utilizan uno de los nueve tipos de telaraña que pueden producir para viajar mediante un fenómeno llamado “vuelo arácnido”. Sueltan un poco de tela, la exponen al viento cálido de un buen día soleado y, tocotó: Mary Poppins instantánea.

Chemtraaaails!

Las ventajas son obvias: sirve para evitar tener que pegarse de codazos con tus compañeros de especie y compartir el menú. O para multiplicarse por todo el planeta: hay arañas en todos los continentes, incluso en la Antártida -aunque allí se mueren-. Y son capaces de recolonizar regiones tras un desastre natural a una velocidad pasmosa. En España también podemos apreciarlo, es bastante común que se te peguen a la cara o a la ropa en un buen día primaveral -sobre todo si ha refrescado el día anterior- o encontrarte una diminuta araña tejiendo su tela definitiva en el balcón, aunque vivas en un sexto piso.

También es bastante común no darte cuenta: son tan minúsculas como inofensivas.

Los problemas del vuelo low cost

Lo que pasó en Australia no es habitual, pero tampoco improbable. El biólogo Todd Blackledge, de la Universidad de Ohio, lo explicaba en LiveScience: si estas arañas, capaces de viajar miles de kilómetros suspendidas en el aire, se encuentran con cambios en los patrones del viento o del clima, pueden quedar atrapadas en la atmósfera. En un número cada vez mayor, hasta que las condiciones cambien otra vez y aterricen todas de golpe.

Eso es lo que ha pasado en Goldburn, y también en varios casos de "avistamiento OVNI" (incluyendo el de la propia Goldburn) donde se registra la presencia de "cabello de ángel" y "masas plateadas en el cielo" como signo inequívoco de la presencia extraterrestre...

¿Coincidencia?

...Que en muchos casos no son más que esas hebras, poco adhesivas y casi invisibles para el ojo humano, en volumen suficiente para reflejar la luz del sol mientras están suspendidas y dejar un rastro sedoso según van cayendo.

¿Hay peligro?

No. Las arañas voladoras, como la mayor parte de sus cerca de 45.000 especies, no poseen un veneno capaz de afectarnos. Tampoco están por la labor de mordernos. Salvo aracnofobia y un poquito de asco, los vecinos de las Mesetas del Sur están a salvo. Las que sí pueden sufrir, curiosamente, son las plantas: la gran masa de telaraña depositada sobre ellas puede impedir que les llegue suficiente luz solar como para sobrevivir.

Hollywood, te acabamos de dar una idea gratis: arañas paracaidistas crean un postapocalipsis sin plantas, y le puedes echar la culpa al cambio climático.

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Foto | Stephen Michael Barnett

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