Los protagonistas de los Papeles de Panamá denuncian a Netflix por difamación en The Laundromat

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Netflix estrenará mañana la película The Laundromat: dinero sucio, dirigida por Steven Soderberg, pero no sin haber sopesado la posibilidad de tener que pagar una sanción de millones de dólares por ello. Jürgen Mossack y Ramón Fonseca, más conocidos como los dirigentes y fundadores del panameño bufete de abogados Mossack Fonseca, han presentado una demanda ante los juzgados de Connecticut en Estados Unidos contra Netflix reclamando daños y perjuicios, así como la retirada cautelar de la obra de la plataforma.

La película incurre, según ellos, en "difamación", "invasión de privacidad", "publicidad engañosa" y "uso indebido de marca" de los juristas y su extinta empresa.

Crónica negra (y de humor) de los Papeles de Panamá: los hechos relatados en la película tienen como origen el famoso escándalo periodístico que filtró la mayor red de evasores en paraísos fiscales de la historia. Como soporte también está la crónica literaria Secrecy World de Jake Bernstein, uno de los periodistas que encabezó el destape.

Sin embargo la peli introduce multitud de personajes ficticios que encarnan alguna de las facetas del mundo del blanqueo de dinero, como políticos corruptos, pardillos estafados por aseguradoras o extravagantes testaferros. Gary Oldman y Antonio Banderas hacen de Mossack y Fonseca, así como de maestros de ceremonias que introducen cada pequeña fábula moral offshore.

No somos criminales: es lo que vienen a denunciar los abogados en su escrito contra Netflix. Según ellos la película “difama y retrata a los demandantes como abogados despiadados e indiferentes que están involucrados en lavado de dinero, evasión de impuestos, soborno y/o conductas criminales”, lo cual, dicen, podría originar nuevos cargos en los procesos judiciales que enfrentan e interferir con el derecho a un proceso imparcial.

La película les retrata como dos arpías inmorales, movidas únicamente por el beneficio económico, pero también carismáticas y celosas (al menos hasta cierto punto) de mantenerse en la legalidad. En el mundo real, y después del bombazo que supuso el leak, Jürgen Mossack y Ramón Fonseca sólo han sufrido el cese de operaciones de su firma (por la mala prensa) y tienen una causa pendiente por blanqueo de capitales en el marco de la Operación Lava Jato en Brasil, por lo que pasaron cuatro meses en prisión preventiva y ahora están en la calle tras el pago de la fianza.

Netflix no se achanta: no retirarán preventivamente la peli de su servicio. Ayer mismo sus abogados presentaron una moción para desestimar el caso o, al menos "transferir la demanda al Tribunal de Distrito de los Estados Unidos para el Distrito Central de California", mientras que también se mostraron opuestos a la restricción temporal.

Los números de la indignación: Mossack Fonseca contaba con 370 empleados en Panamá y otros 600 repartidos en decenas de oficinas de todo el mundo. En los 2.6 terabytes de datos filtrados de la empresa se descubrió que Mossack Fonseca había ayudado a más de 14.000 clientes a fundar 214.488 empresas de dudosa utilidad social en 21 paraísos fiscales diferentes. A día de hoy los Panama Papers han ayudado a aflorar 1.200 millones de dólares en evasión de impuestos, pero es sólo la punta del iceberg de lo que se estima que se desvió sólo por los clientes del bufete. En términos globales, las grandes economías del mundo estiman que hay 7.6 billones (de los españoles) de dólares evadidos o eludidos, el 8% de todo el PIB mundial.

¿Y qué tal está la película? No demasiado bien. Como han señalado varios críticos, se trata de un manual de evasión de impuestos para dummies, una copia formal y expositiva de La gran apuesta de Adam McKay, aunque más histriónica y menos lograda, lo que la ha llevado a un bajo 44% de aprobación según la prensa especializada en el agregador Rotten Tomatoes.

La paradoja final de este ensayo político es que ese mismo agente que llaman al pueblo a luchar contra la elusión fiscal (Netflix, productor de la película de Soderberg) es el mismo que tan solo paga 3.146 euros de impuestos en España en su primer ejercicio fiscal, el equivalente al pago por IRPF de un trabajador medio.

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