La valla fronteriza más larga del mundo no separa a dos países, sino a Australia de sus dingos

La valla fronteriza más larga del mundo no separa a dos países, sino a Australia de sus dingos
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Nada hay más definitorio de la historia de Australia que su relación con la propia isla de Australia. No hay estados extranjeros que hayan causado tantos quebraderos de cabeza a la ex-colonia como la fauna salvaje que los colonos europeos se toparon en el gigante trozo de tierra isleño allá por el siglo XVII.

En Magnet hemos hablado de los animales de Australia de diversos modos: desde este repaso a todos los bichos empeñados en matarte hasta esta particular epopeya bélica que enfrentó a las tropas australianas con la peligrosa población de emus del país, pasando por sus recientes planes de exterminio felino a gran escala (más de dos millones de gatos están en el punto de mira del gobierno, como antes estuvieron los koalas).

Y como también hemos hablado mucho de fronteras y de vallas, la ecuación es natural: fronteras valladas... contra animales australianos.

El dingo: el perro que también odiaba Australia

En concreto, contra el dingo, el icónico perro no-domesticado que, se cree, desciende de sus parientes ya amaestrados en Europa y Asia.

El dingo es el principal predador de la isla de Australia. Pese a su alucinante cantidad de animales mortalmente peligrosos para el ser humano, la vida en Australia no es especialmente terrible para bichos como el koala, cuya existencia peluchil se antoja posible en un entorno carente de grandes felinos sedientos de sangre. Por tanto, los dingos, perros anaranjados de aspecto enclenque, tienen un rol vital en el país anglosajón.

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Un dingo de buen rollo. (Peripitus/Wikipedia)

Sin embargo, no desde el punto de vista económico. Presentes a lo largo y ancho de toda la isla, el dingo encontró en el ganado importado de Europa y exógeno a la tradicional fauna australiana un excelente caladero de manjares, dispuestos por obra y gracia del ser humano para su deleite. Fueron las ovejas las que se llevaron la peor parte: timoratas e indefensas, los dingos las cazaban con facilidad, especialmente si tenemos en cuenta la absurda cantidad de ellas que hay en Australia (más de 100 millones, ¡100!).

Al igual que en el caso de los emus, el gobierno australiano se topó a finales del siglo XIX con un montón de granjeros enfadados porque Dios había puesto en aquella isla que ellos habían decidido civilizar a toda costa perros indeseables. Y como sucedería varias décadas más tarde, Australia optó por la solución más tremendista y la más puramente australiana: una verja.

Dog Fence
"The dog fence". (Schutz/Wikipedia)

No hubo guerra como tal, pero sí un cuidadoso plan para apartar al dingo de los estados del sudeste australiano, allí donde se concentra la mayor parte de la población y las gigantescas poblaciones de ganado, una industria capital para el país. Las autoridades elaboraron entonces, a principios de 1880, la "Valla Dingo", una larguísima concatenación de verjas con alambre de espino que habrían de mantener a la población de dingos lejos de las apetecibles ovejas. Fue terminada en 1885 y sigue ahí desde entonces.

La valla, que delimita la frontera de la Australia salvaje y de la Australia más adaptada al caprichoso ser humano, se extiende por 5.600 kilómetros, haciendo de ella la más larga e impresionante del planeta. No es inmune a los agujeros y a la ocasional invasión de dingos, pero ha mantenido al grueso de los estados poblados del país lejos de los dingos-puros. Hay dingos híbridos (mezclados con perros comunes) campando a sus anchas por la zona, pero en general son pocos y representan una preocupación menor.

Dingo Map
Distribución del dingo y de su valla en Australia. Fue bastante efectiva.

El proyecto, que atraviesa Queensland, New South Wales y South Australia, ha tenido sus luces y sus sombras. Por un lado, es altamente disruptivo con la fauna local: compuesta por alambre de espino y con una altura de 180 cenímetros, en ocasiones está electrificada y requiere de un continuado mantenimiento y vigilancia por parte de la administración. Por otro, ha permitido proteger al ganado. Sin embargo, ha provocado que los dingos se busquen la vida en otros lugares, comenzando a atacar a más emus y canguros.

¿Cómo de necesaria era? Para los ganaderos, bastante: hubo años, antes de la valla, que más de 11.000 ovejas perecían en las fauces de los dingos. En global son pocas, pero para algunas granjas pueden ser pérdidas definitivas.

Las otras verjas de Australia contra Australia

Pero si Australia sólo hubiera tenido problemas con los dingos no sería Australia, sería Canadá o algún sucedáneo descafeinado del Auténtico Lol Faunístico.

Al mismo tiempo que el gobierno australiano divagaba sobre cómo controlar a una especie nativa para proteger a una especie invasiva, aunque capital en su economía, las mentes pensantes del ejecutivo colonial se ocupaban del inverso problema: cómo aniquilar a una especie invasiva para salvar a la nativa. Fue el caso de los conejos, cuya introducción en la isla en el siglo XVIII, a priori como comida, fue calamitosa.

Dingo Fence
Y así durante 5.000 kilómetros. (Peter Woodard/Wikipedia)

Los conejos, exógenos en un ecosistema carente de grandes depredadores que terminaran con su población, comenzaron a reproducirse sin control y su población se disparó. Esto derivó en un progresivo problema para los agricultores, sí, pero también para cientos de especies de plantas endógenas que se perdieron para siempre, además de diversos inconvenientes relacionados con la erosión del suelo. Y en un estado de progresiva desesperación, Australia decidió construir otra valla, algo más corta, en el oeste.

La verja (que se ampliaría) recorre la isla de norte a sur, y ha sido, en términos generales, bastante inservible. La población de conejos nunca fue del todo controlada y los pequeños roedores lograron colarse en el interior de las zonas ganaderas y de cultivo. Ya desesperados, en los cincuenta el gobierno comenzó a introducir virus que pudieran diezmar a los conejos, con más éxito. Hoy siguen siendo millones (llegaron a ser 600, ya son menos de 200).

Conejos 2
Conejos bebiendo de un estanque en Australia, en 1938.

Ambos proyectos, en cualquier caso, surgieron de verjas protectoras de la ganadería desarrolaldas a menor escala. La valla conejil suma 3.200 kilómetros, lo que depara casi 9.000 kilómetros verjados en Australia a consecuencia de la introducción descontrolada de especies exógenas. Es la historia que define al país y a su relación tortuosa con su entorno: una lucha cerril contra los designios de la Naturaleza. Y muy, muy australiana.

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