Una pequeña camada de lobos ha vuelto a nacer en Roma 2.700 años después de Rómulo y Remo

Una pequeña camada de lobos ha vuelto a nacer en Roma 2.700 años después de Rómulo y Remo
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Pocas ciudades en el mundo tienen una relación tan cercana con los lobos como Roma. La milenaria ciudad, cima de la civilización europea durante tantos siglos, fue fundada por dos mozalbetes de cuya crianza y alimentación se encargó una loba. Aquellos míticos Rómulo y Remo plantaron la semilla de una larga relación identitaria de Roma con el lobo.

Amamantada en su origen por la lupa capitolina, Roma, al igual que el resto de Europa, convivió con el enigmático animal durante milenios. Hasta que su rastro se perdió durante los últimos siglos. Ahora, y tras varias décadas sin rastro de lobos en las inmediaciones de la ciudad, Roma ha contemplado el nacimiento de una pequeña camada de cachorros. Son los primeros que llegan al mundo en la capital italiana en muchos años.

Con anterioridad, Roma había observado cómo sus alrededores se habían vuelto a llenar de lobos. La tendencia era similar al resto de Italia, donde el gobierno garantizó un estatus protegido a la especie en 1971, consciente de su permanente retroceso a causa de la hostilidad de ganaderos y de la pérdida de espacios en los que expandirse. Hoy se calcula que hay alrededor de 2.000 ejemplares.

A Roma regresaron en 2005, aunque hasta ahora ninguna pareja se había asentado lo suficiente como para tener cachorros. Tan grata noticia se la debemos a Numas, el macho, y Aurelia, la hembra, cuyo espacio de residencia se encuentra protegido por la Lega Italiana Protezione Uccelli di Roma, muy cerca del aeropuerto de Leonardo da Vinci, en la reserva de Castel di Guido. La última vez que una pareja de lobos vivió en Roma la Primera Guerra Mundial todavía se libraba.

El hallazgo es fenomenal, y las imágenes de los adorables lobitos se han distribuido gracias a las diversas cámaras que la asociación tiene instaladas en la reserva. Si la pregunta es "¿y cómo se supone que los romanos van a convivir con ellos otra vez si ya los cazaron hasta la extinción?", su dieta nos ofrece algunas pistas. Gracias al análisis de sus heces, LIPU ha descubierto que Numas y Aurelia se alimentan de jabalíes.

El dato es importante porque revela que no atacan al ganado, y que, por tanto, la convivencia con los pastores va a ser relativamente pacífica. Al fin y al cabo a nadie le importan tanto los jabalíes.

Que viene el lobo (otra vez)

El de Roma sólo es el último e icónico ejemplo de una tendencia bien asentada no sólo en Italia, sino en todos los países europeos. Con algunos machos llegando hasta las montañas griegas, el rincón más al sur del continente donde se les ha vuelto a ver, el lobo está ganando muchísimo espacio tanto en las praderas centroeuropeoas de Alemania y Polonia como en los bosques mediterráneos de España y Portugal.

Lobo
Uno de los lobos de la reserva romana.

El reto al que nosotros, humanos, y ellos, lobos, nos enfrentaremos en el futuro es similar al que ya afrontamos con los osos: una convivencia en paz. El retroceso de la ganadería como actividad dependiente para muchas personas en Europa puede facilitar el proceso, pero no solventarlo. Los conflictos entre osos, lobos y humanos han ido al alza, y necesitamos estrategias para aprender a negociar con ellos sin exterminarlos (como ya hiciéramos).

En Roma, evidentemente, la convivencia torna en algo más simbólico gracias a la mitológica historia de la ciudad, cuyos fundadores fueron amamantados por una loba (se criaron en el bosque).

Según cuenta la leyenda, Rómulo y Remo fueron nietos de Numitor, antiguo monarca del reino latino Alba Longa. Cuando su abuelo fue destronado por su propio hermano, Amulius, su madre y su padre (Rhea Silvia, hija de Numitor, y el mismísimo dios Marte), ordenó su asesinato. Los críos se salvaron cuando fueron abandonados a su suerte a orillas del río Tíber (familiar, ¿verdad?), del que fueron rescatados por otro dios, Tiberinus.

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Hay cuatro viviendo ya en los alrededores de Roma.

Semidioses y de noble linaje, Tiberinus entregó a los muchachos a la loba, que se encargó de su supervivencia hasta que fueron encontrados por Faustulus, un pastor local.

Crecieron a su albur hasta que, ya adultos, lograron derrocar a Amulius y entregar de nuevo el reino de Alba Longa a su padre, Numitor. En recompensa, Numitor les permitió construir una nueva ciudad hollada entre siete suaves colinas. Allí, la disputa por el poder y la incapacidad de ambos en ponerse de acuerdo se saldó con el fraticida asesinato de Remo a manos o bien de Rémulo o de uno de sus seguidores. Rémulo sería el primer rey de Roma y gobernaría largamente.

Esperamos que los lobos corran mejor suerte y vidas más alegres.

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