El único panda marrón del mundo ha intentado perder su virginidad y ha fallado miserablemente

El único panda marrón del mundo ha intentado perder su virginidad y ha fallado miserablemente
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Pandas: grandes, adorables, peludos, cucos, históricamente al borde de la extinción, cuestión de estado en China, bastante torpes. Hay numerosos elementos a destacar de tan majestuoso y rechoncho animal, pero uno, quizá no tan elogiable, destaca por encima de todos los demás: son rematadamente malos en el arte de la reproducción. Los científicos y biólogos de medio mundo llevan décadas rompiéndose la cabeza para lograr que la especie se perpetúe.

No siempre con éxito.

El marrón. Ejemplo singular de ello es Qizai, oso de más de nueve años de existencia que destaca entre todos sus pares por su pelaje marrón. Es una anomalía genética única en cautividad, y rara en extremo en condición salvaje. Catalogada como la única subespecie de panda, Qizai pertenece a un linaje que la comunidad científica estimaba en torno a los 200 ejemplares hace más de una década. Sólo él está al cuidado de una institución, Foping Nature Reserve de Shaanxi, y por ello los cuidadores han mostrado un enorme interés en su reproducción y eventual familia.

El problema. El raro y carismático carácter de Qizai lo ha convertido en un símbolo para numerosos chinos (observar pandas marrones en estado salvaje es harto complejo), y sus pasos seguidos con frecuencia. De modo que cuando la reserva natural decidió emparejarlo con una hembra muy prolífica en materia reproductiva, Zhuzhu, las esperanzas se dispararon. En junio ya convivían juntos. Ahora, en septiembre, se abría el escueto plazo en el que las hembras son receptivas al sexo.

El drama. ¿Y qué pasó? El celo de las hembras pandas alcanza varias semanas, pero suelen ser receptivas a los encantos de sus parejas tan sólo durante un día o un día y medio. A la hora de la verdad y tras numerosas intentonas, Qizai fue incapaz de consumar la cópula con Zhuzhu. Nuestro peculiar héroe falló calamitosamente, pero quién podría culparle: sobre sus hombros tan sólo cae la responsabilidad de perpetuar, quizá, a toda una subespecie de panda. Se cree que la enorme diferencia de edad (él tiene nueve años, ella dieciocho) jugó un factor.

Es habitual. Nada de lo que sorprenderse, en todo caso. Los osos panda son célebres por su frecuente inutilidad a la hora de reproducirse. Como se explica aquí, los machos se desenvuelven en el terreno de la seducción con la habilidad de un personaje de Supersalidos, incapaces de entender los tiempos tanto del apareamiento como del sexo en sí mismo, casi siempre rápido e infructuoso. Por su parte, ellas son extremadamente difíciles: sólo cuentan con dos o tres días al año para gestar hijos en la cópula, y tienden a ser muy selectivas a la hora de escoger a un macho.

En resumen: entre unos y otros, la casa sin barrer (salvo excepciones).

A futuro. Pese a que su torpeza en materia sexual es legendaria, los pandas no han estado en severo peligro de extinción por ella. Los motivos han sido otros, como la deforestación y degradación de su entorno y los cazadores. Sin embargo, la urgencia de su salvación (espoleada en gran medida porque son cuquis y por el carácter estratégico político que le otorga el gobierno chino) ha llevado a cuidadores y conservacionistas a romperse la cabeza para que los bichos se apareen.

Como Qizai demuestra, es una tarea titánica.

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