La guía definitiva del turismo bélico: 9 lugares imprescindibles

La guía definitiva del turismo bélico: 9 lugares imprescindibles
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Hay a quien le gusta viajar para estar relajado en una playa varios días lejos del estrés del trabajo, a quien le gusta visitar grandes ciudades... y luego estamos una especie que quizás seamos algo raros, pero como mejor se puede conocer la historia es visitando aquellos sitios en los que ésta ha transcurrido. Hablo del turismo bélico.

Las dos grandes guerras mundiales acontecidas hasta ahora han tenido como principal escenario el continente europeo, en cuyos países podemos encontrar muchos restos de las distintas contiendas. Pero fuera de él también hay lugares para visitar y reflexionar. Por ello a continuación os traemos la guía definitiva del turismo bélico, con nueve lugares imprescindibles.

Normandía, una región con mucho que ver

La costa normanda de Francia fue el escenario del mayor desembarco jamás llevado a cabo. A primera hora del 6 de junio de 1944 soldados estadounidenses, británicos y canadienses (en su mayoría) al mando del comandante supremo aliado Dwight David Eisenhower, pusieron la primera piedra para liberar la Europa continental del control absoluto de los nazis.

La batalla no fue sencilla, y es que a pesar de que los alemanes les esperaban en Calais (donde la distancia entre Gran Bretaña y Francia es menor), el muro atlántico ideado para repeler este tipo de ataques no lo puso fácil. Y son precisamente los restos de ese muro, con todo lo que hay a su alrededor, el principal atractivo de esta zona.

Arromanches, uno de los pueblos en los que los Aliados montaron un puerto artificial, cuyos restos todavía son apreciables
Arromanches, uno de los pueblos en los que los Aliados montaron un puerto artificial, cuyos restos todavía son apreciables

Para comenzar con el tour por Normandía es recomendable acudir a Arromanches, un pequeño pueblo pesquero entre las playas de Omaha y Sword, que cuenta con un cine de 360 grados que proyecta un breve documental que pone en su situación al visitante. Cerca de allí se pueden visitar las baterías de Longues-Sur-Mer, el único enclave donde podrás ver una serie de baterías en su autentica ubicación. La entrada es totalmente libre.

Una de las baterías de Longues-Sur-Mer
Una de las baterías de Longues-Sur-Mer

Yendo algo más al oeste se llega a Omaha Beach, una playa ideal para pasar un día de relax y que en uno de los altos cercanos cuenta con otro de los principales puntos imprescindibles, el cementerio americano. En este impresionante lugar se encuentran enterrados más de 9.000 soldados estadounidenses que cayeron en esta contienda. Es sin duda un lugar que impone en un emplazamiento único, cedido a perpetuidad por el gobierno francés en agradecimiento al ejercito norteamericano.

De nuevo, unos kilómetros más hacia el oeste se llega a otro de esos sitios que hay que visitar sí o sí, La Pointe du Hoc. Desde este trozo de tierra los nazis tenían una vista perfecta tanto de Utah como de Omaha Beach, por lo que situaron en él numerosas baterías, aunque no especialmente defendidas porque creían imposible un desembarco en esa zona, por los altos acantilados que lo rodean. En este enclave se pueden apreciar los cráteres que dejaron los bombardeos aliados y algún resto (refugios, polvorines o búnkers), aunque lo mejor del lugar son las vistas desde el puesto de dirección de tiro. El parking de este lugar es bien grande y la entrada, de nuevo, es libre.

Estos acantilados fueron los que los soldados americanos tuvieron que escalar para hacerse con La Pointe du Hoc
Estos acantilados fueron los que los soldados americanos tuvieron que escalar para hacerse con La Pointe du Hoc

Ya a la altura de Utah Beach pero algo en el interior se encuentra un pueblo con una historia curiosa, Sainte-Mère-Église. Además de ser uno de los varios pueblos que se atribuye ser el primer pueblo liberado de la ocupación nazi y tener un museo de las tropas Airbone, su principal atractivo es la iglesia, situada en la plaza. De su campanario cuelga un maniquí en honor a John Steele, uno de los paracaidistas que por error fue arrojado en este pueblo y que quedó enganchado en lo alto de la iglesia. En el interior de la iglesia, las vitrinas representan a dos paracaidistas. Y sí, Steele sobrevivió, aunque después de haber sido capturado por los nazis.

No es broma, de la iglesia de Sainte-Mère-Église cuelga un maniquí que representa a John Steele
No es broma, de la iglesia de Sainte-Mère-Église cuelga un maniquí que representa a John Steele

Para terminar con esta zona, la más al oeste, me gustaría mencionar un lugar poco conocido pero muy interesante, Azeville. Hay muchos sitios donde se pueden visitar búnkers, pero en este pueblo se encuentra una serie de búnkers conectados por túneles bien cuidados, que pueden dar una idea de como era la vida de los soldados que allí se encontraban destacados. El lugar está muy bien conservado, por lo que los cinco euros que cuesta la visita con audioguía son muy rentables.

Así intentaban simular sus edificaciones los nazis. Búnker en Azeville
Así intentaban simular sus edificaciones los nazis. Búnker en Azeville

Ese es el resumen de lo más interesante al oeste de Arromanches, donde se concentran gran parte de los lugares imprescindibles. Hacia el este también hay lugares que pueden suscitar interés, aunque las playas donde desembarcaron británicos y canadienses son, quizás, menos conocidas. En Juno Beach se encuentra un museo inaugurado en 2003 que cuenta con precisión la implicación de Canadá en la 2ª GM.

Virando ya la vista hacia el interior una parada obligatoria se encuentra entre Bénouville y Ranville, el puente Pegasus. El primero también es uno de los ayuntamientos en atribuirse ser el primer pueblo liberado y es que de hecho los primeros soldados de la 6ª División Airbone británica llegaron a esta zona incluso minutos antes del día 6. Su misión era hacer con uno de los puentes clave en el canal de Caen, un puente elevadizo que a pesar de haber sido reemplazado por uno más moderno todavía se conserva en el próximo museo de Ranville.

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Y el museo de los museos de Normandía, porque son muchos los que cuentan la historia en general y la vida de determinadas divisiones, está en Caen, una de las ciudades que más destruida quedó en la batalla. El museo conmemorativo de Caen hace un recorrido por toda la historia, desde el ascenso de Hitler al poder hasta el fin de la guerra y la post-guerra, mediante exposiciones y vídeos, además de contar con un búnker. Aquí conviene planear bien la visita, ya que puede tomar toda una tarde recorrerse todo el museo.

Exhibición Memorial de Caen
Si vas a visitar el Memorial de Caen coge una audioguía y reserva unas cuantas horas.

Foto del Flickr de Ludovic

Después de todas las playas, museos, monumentos y demás sitios que visitar mencionados, siempre hay muchos más lugares que visitar, según el tiempo de que dispongamos. Las visitas imprescindibles se pueden realizar en tres días completos (es totalmente necesario un vehículo para moverse entre pueblos) aunque siempre quedan más museos, cementerios, memoriales o pueblos (como Bayeux) que visitar.

De vez en cuando, en una pared de cualquier lugar te encuentras cosas como esta
De vez en cuando, en una pared de cualquier lugar te encuentras cosas como esta

Si me permitís dos últimas recomendaciones, si disponéis de tiempo también resultan interesantes el museo Overlord en Coleville-Sur-Mer, con una interesante colección de vehículos y armas de la época y visitable en una hora, y el D-Day Experience, un lugar de reciente creación en el que montar en un avión de transporte C-47, que durante siete minutos de simulación te traslada a la noche del 6 de junio de 1944.

Más información | Normandie Tourisme

Pearl Harbor, el inicio de la 2ªGM para EEUU

Lejos, casi en la otra punta del mundo desde Normandía, se encuentra otro de esos lugares que nos hace entender como es el mundo ahora. Se trata de Pearl Harbor, la base naval de los Estados Unidos situada en la principal isla principal de Hawaii, Oahu. Esta base fue atacada por sorpresa, aunque la conspiranoia dice que algunos hicieron oídos sordos, por el imperio japonés el 7 de diciembre de 1941, con el conocido resultado: más de 2000 muertos, ocho acorazados dañados (cuatro de ellos hundidos) y la entrada oficial de EEUU en la guerra.

La base naval ofrece una visita muy interesante, de medio día. Antes de nada, las medidas de seguridad son bastante fuertes, no se pueden introducir bolsos ni mochilas en la base (hay una consigna de pago a la entrada) y los traslados entre los distintos lugares a visitar se realizan en autobús. Las visitas guiadas en español suelen hacerse dos veces a la semana.

A la izquierda el visitable USS Missouri, a la derecha el Memoria USS Arizona
A la izquierda el visitable USS Missouri, a la derecha el Memoria USS Arizona

Todo empieza con un breve documental para poner en situación al visitante, tras lo cual se puede dar un paseo entre distintos monumentos conmemorativos a los allí caídos (curioso que se especifique como algunos murieron electrocutados o por fuego amigo) o distintas armas y tanques. Tras ello se puede tomar un bote para visitar el memorial al USS Arizona, el acorazado que permanece hundido desde el ataque japonés aunque asoma desde el fondo de la bahía.

Desde el Visitor Center también se puede tomar un autobús que nos lleve hasta el otro punto de mayor interés de la bahía, el USS Missouri. La visita a esta embarcación nos puede llevar perfectamente dos horas, y es que se puede visitar cada rincón, desde la cubierta hasta el último rincón de su interior. Una oportunidad de visitar todo un acorazado, pero que además cuenta con el atractivo de haber sido el lugar donde Japón firmó su rendición el 2 de septiembre de 1945, tras el ataque con bombas atómicas a Hiroshima y Nagasaki.

El lugar exacto de la cubierta del USS Missouri donde Japón firmó su rendición
El lugar exacto de la cubierta del USS Missouri donde Japón firmó su rendición

El Visitor Center, los restos del USS Arizona y la visita por los entresijos del USS Missouri son los principales atractivos de la base naval de Pearl Harbor, hoy en día en activo. Pero dentro de la misma también se pueden visitar el USS Bowfin, una buena idea si quieres conocer un submarino por dentro, y el museo de la aviación del Pacífico.

Más información | Pearl Harbor Historic Sites

El Nido del Aguila, el refugio de Hitler

El Kehlsteinhaus, o más conocido como Nido del Aguila, fue un regalo del partido nazi a Hitler por su 50º cumpleaños. Quizás alguno lo hayáis visto en alguna película o serie, como Hermanos de sangre (no haré spoilers), y a pesar de que a el Führer no le gustó demasiado su presente (apenas lo visitó) merece estar en nuestro listado de sitios a visitar.

Tras las sombrillas del restaurante está el Nido del Aguila
Tras las sombrillas del restaurante está el Nido del Aguila

La llamada casa de té de Hitler está en los Alpes bávaros, cerca de Berchtesgaden y a unas dos horas en coche desde Munich. Para acceder hasta ella la solución más sencilla es llegar hasta el parking de centro de documentación de Obersalzberg (interesante visita también), donde se pueden coger un autobús capaz de subir las empinadas rampas que llevan hasta el Nido.

El autobús deja a la altura del túnel excavado en la propia roca de la montaña, que acaba dando acceso al lujoso ascensor (chapado en bronce) que lleva directamente hasta el Nido del Aguila. Ya arriba se puede visitar todo el chalet libremente, incluida la sala principal, dominada por una impresionante chimenea de mármol rojo italiano, regalada, como no, por Mussolini.

Y eso es solo un trozo de las vistas que tendrás si subes hasta el Nido del Aguila
Y eso es solo un trozo de las vistas que tendrás si subes hasta el Nido del Aguila

Además de ser uno de los pocos sitios por lo que pasó Hitler que queda intacto, no fue alcanzado por bombardeos y posteriormente fue usado por los Aliados hasta 1960, las vistas desde este lugar son impresionantes. El restaurante situado en el Nido del Aguila tiene fines solidarios y es buen sitio para degustar las típicas bratwurst (salchichas alemanas) o kartoffelsalat (ensalada de patatas), acompañadas por una buena cerveza.

Más información | The Eagle's Nest

Auschwitz, dura pero necesaria visita

Sin ninguna duda, de todos los tours bélicos que he realizado la visita a Auschwitz ha sido la más dura de todas. Y es que tras el famoso cartel ("Arbeit macht frie" o "El trabajo os hará libres") lo que allí se muestra puede revolver las tripas de muchos, por lo que si se es muy sensible hay ciertas zonas que sería mejor no visitar. Las visitas a este campo de concentración no están recomendadas para niños y se pide máximo respeto a la hora de sacar fotos.

Aquí empieza un tour poco agradable pero necesario
Aquí empieza un tour poco agradable pero necesario

El campo de concentración está situado a las afueras Oświęcim, a poco más de una hora por carretera de Cracovia, desde donde se organizan excursiones diariamente en distintos idiomas. Auschwitz es la cruda representación de lo que es capaz el ser humano y es que mientras en otros campos de concentración los restos son escasos, en este caso el reflejo de lo que allí pasó hace 70 años se ve claramente.

El primer campo, Auschwitz I, fue una base del ejercito polaco antes de que el país fuese invadido por los nazis, de ahí sus edificios de ladrillo y su distribución. Debido a ello las condiciones no eran tan "duras" como en Birkenau (hablaré del segundo campo con más detalle) pero hay exhibiciones dentro de los barracones muy duras de contemplar. Por mencionar solo algunas, hay habitaciones en las que se pueden ver las maletas de los que allí llegaban con sus nombres y fecha de entrada, otras llenas con latas de Zyklon B vacías (el gas usado por los nazis en las cámaras) u otras con cabello humano y prótesis.

Una de las habitaciones muestra una montaña de latas de Zyklon B vacías
Una de las habitaciones muestra una montaña de latas de Zyklon B vacías

En los mismos barracones los guías (imprescindible contar con uno para empaparse la historia) relatan como eran tratados los allí presos, judíos en su mayoría, los experimentos médicos a los que se les sometían, los lugares donde eran ejecutados... todo ello entre fotos de los presos con su camisa a rayas. Fuera de los barracones todavía se conservan las salas que albergaban las falsas duchas maquinas de matar o los hornos crematorios. También se puede ver el lugar en el que Rudolf Höss, responsable del campo, fue ahorcado tras la liberación del campo.

Visitado Auschwitz I se puede coger, si todavía quedan ganas, un autobús que dirige al segundo campo, más conocido como Birkenau. La famosa entrada con una vía de tren de por medio esconde tras ella un campo muy distinto al primero. Mientras el primer campo cuenta con barracones de ladrillo, en este los prisioneros se acumulaban en lo que realmente eran establos, en unas condiciones que cualquiera se puede imaginar.

Vía del tren que cruza la entrada de Auschwitz II-Birkenau
Vía del tren que cruza la entrada de Auschwitz II-Birkenau

Al final de las vías del tren era donde los prisioneros eran separados entre los "útiles" y los "no útiles", directamente dirigidos a las cámaras de gas, donde serían exterminados. Los crematorios estaban bien escondidos tras unos árboles, para disimular lo que allí ocurría. Eran los propios prisioneros los encargados en recoger los cuerpos de sus compañeros asesinados mediante gas, para despojarlos de cualquier objeto valioso y dirigirlos a los hornos.

Estos grupos de prisioneros eran relevados periódicamente, teniendo el final que os podéis imaginar, para que no pudiesen contar cual era su tarea. Uno de esos sonderkommando, como se les conocía, al conocer cual sería su destino se rebeló contra los guardias del campo a finales de 1944, atacándoles con lo poco que tenían a mano. Lograron prender fuego a uno de los crematorios, pero el éxito de la rebelión fue escaso y tuvo sus consecuencias, en forma de más asesinatos. Para quien quiera conocer con más detalle la historia de los sonderkommando, la película La Zona Gris relata la vida de uno de ellos.

Los nazis intentaron borrar el rastro de sus atrocidades volando las cámaras de gas (como la de la foto) que usaron para cometer asesinatos masivos
Los nazis intentaron borrar el rastro de sus atrocidades volando las cámaras de gas (como la de la foto) que usaron para cometer asesinatos masivos

Mientras en el primer campo se puede visitar la cámara de gas y crematorio, si se tiene aguante, en el segundo campo solo se pueden apreciar sus ruinas. Ante la inminente llegada de los Aliados a Auschwitz, los nazis intentaron borrar las pistas de lo que allí había ocurrido, volando los hornos crematorios de Birkenau. El campo fue liberado el 27 de enero de 1945 por parte del ejercito rojo y pronto el mundo pudo saber la verdad de lo que allí había ocurrido.

Un último apunte, si para visitar Auschwitz os alojáis en Cracovia en su barrio judío se encuentra una visita totalmente imprescindible, la fabrica de Schindler. Restaurada como museo en 2010, la exposición hace un recorrido de la historia de Polonia en los años de invasión alemana. La visita incluye el despacho original de Oskar Schindler, el empresario que logró salvar del exterminio a más de 1.200 judíos, historia que sirvió de guión para la película La lista de Schindler.

Más información | Auschwitz | Fabrica de Oskar Schindler

El conocido puente sobre el río Kwai

Puede que no hayas visto la película, pero lo que es casi seguro es que sí conoces la famosa melodía que silbaban en ella. El puente sobre el río Kwai, que da título a una novela y película, es una visita obligada dentro de los habituales tours que muchos hacen por distintas ciudades tailandesas. Eso sí, que nadie se espere llegar y ver el puente de madera de la película, que realmente fue rodada en Sri Lanka.

Para situarnos en contexto resumamos la historia que rodea este puente. Japón invadió Tailandia en 1942 y para poder hacer llegar suministros a sus tropas el Imperio decidió construir una línea de ferrocarril entre Birmania (actual Myanmar) y el territorio invadido. En la construcción de lo que se conoció como el Ferrocarril de la Muerte, participaron civiles locales, pero también 61.000 soldados aliados hechos presos. Las condiciones de trabajo, no creo que haga falta describirlas, provocaron la muerte de miles de trabajadores, soldados aliados incluidos.

El puente sobre el río Kwai ofrece a día de hoy un bonito paseo
El puente sobre el río Kwai ofrece a día de hoy un bonito paseo

Foto del Flickr de Stefan Kohlbacher

Aunque siempre se habla de un puente realmente se construyeron dos, uno de madera y otro de acero. Ambos fueron destruidos por los bombardeos durante la guerra, aunque tras ser reconstruidos hoy en día solo queda en pie el de acero, que sigue siendo usado para el paso de trenes. Lo más curioso de todo es que realmente el puente pasa sobre el río Mae Klong y no el Khwae Yai o Kwai, que es un afluente del primero. Para no decepcionar a los visitantes que buscaban el puente sobre el río Kwai, las autoridades tomaron una decisión sencilla, cambiar el nombre de ciertos tramos del río para que se pudiese decir que ese era el puente sobre el río Kwai.

El puente está a tres kilómetros del centro de la ciudad de Kanchanaburi y lo primero que hay que tener claro es que lo rodea al puente no es lo que seguramente nos imaginemos, como cuenta Paco Nadal en su blog. El puente ni está en plena selva ni en un lugar apartado, y es que casi debajo se meter los restaurantes flotantes que tiene alrededor. No por ello la visita deja de ser interesante, pero la imagen real está alejada de la que se veía en la película.

Lo de los restaurantes flotantes que se meten casi debajo del puente es literal
Lo de los restaurantes flotantes que se meten casi debajo del puente es literal

Foto del Flickr de xiquinhosilva

El puente se puede cruzar tanto a pie, por sus laterales y teniendo en cuenta que aunque a baja velocidad y con una frecuencia baja por allí siguen pasando trenes, como en tren. Por allí cruza la línea Bangkok-Nam Tok, que cuenta con distintas paradas intermedias, aunque cuanto más cerca del puente esté la estación más lleno de turistas nos encontraremos el convoy. Cerca del mismo puente hay varios cementerios y museos de guerra visitables.

Más información | Bridge over the river Kwai

Berlín y los dos mundos de la post-guerra

Alemania ha sido la protagonista de las dos guerra mundiales, y aunque muchos de los edificios usados por sus distintos ejércitos ya no existen hay una ciudad donde la guerra, y sobre todo la post-guerra, se ve en cada rincón de la ciudad. Obviamente es la capital alemana, Berlin.

La ciudad, descrita por uno de sus alcaldes como "pobre pero sexy", es el fiel de reflejo de lo ocurrido en la post-guerra. Alemania quedó dividida en dos, la República Federal Alemana al oeste y la República Democrática Alemana al este. Berlín quedó en el bando controlado por la URSS pero se dividió en cuatro sectores: soviético, estadounidense, francés e inglés.

Ante el incesante goteo de ciudadanos del este que se trasladaban al oeste, la RDA decidió aislar la parte de la RFA de Berlín con la construcción de un muro en 1961. Fuertemente vigilado, el muro separó amigos e incluso familias durante casi tres décadas, ya que no fue derribado hasta 1989. Y los restos de ese muro son fácilmente apreciables hoy en día.

No pienses que te podrás sacar una foto con ese soldado de pega sin dejarle la correspondiente propina
No pienses que te podrás sacar una foto con ese soldado de pega sin dejarle la correspondiente propina

Uno de los puntos más visitados por los turistas es el Checkpoint Charlie, uno de los pasos que permitían, a quien estaba autorizado para ello, cruzar del sector estadounidense al soviético y viceversa. Este lugar fue testigo de momentos de tensión, como uno que se produjo en octubre de 1961 con tanques de ambos bandos apuntándose, y en la actualidad en él se encuentra una reconstrucción de la caseta del paso original, donde sacarse una curiosa foto, además del museo del propio muro.

Más alejada del centro se encuentra la East Side Gallery, un tramo de algo más de un kilómetro del muro original que se convirtió en la galería de arte más larga del mundo. Artistas de distintas partes del mundo fueron invitados a decorar con sus pinturas el trozo de muro más largo que queda en pie, y en ella se pueden ver pinturas tan famosas como en la que se besan Leonid Brézhnev y Erich Honecker, presidente de la URSS y de la RDA respectivamente.

Fuera del muro Berlín también tiene otros puntos de interés que visitar, aunque para los que piensen en visitar el búnker donde pasó sus últimas horas Hitler se llevarán una decepción. Por miedo a convertirse en un lugar de culto no queda nada de aquel refugio, hoy convertido en parking. Cerca de allí se encuentra el monumento a los judíos de Europa asesinados, un sitio que merece la pena visitar y que invita a la reflexión, en un campo inclinado con bloques de hormigón de distintas alturas.

Un terreno inclinado con bloques de hormigón de distintas alturas, libre interpretración
Un terreno inclinado con bloques de hormigón de distintas alturas, libre interpretración

Por supuesto, sería imperdonable irse de Berlín sin ver la Puerta de Brandeburgo, un importante monumento que quedó en tierra de nadie cuando la ciudad fue dividida en dos, al igual que la próxima Potsdamer Platz. Por último, también recordar el Reichstag, parlamento alemán que fue incendiado misteriosamente en 1933 poco después de llegar al poder Hitler, que aprovechó para culpar a los comunistas y comenzar con el recorte de derechos.

Berlín es sin duda una de las ciudades más atractivas para el turismo bélico, ya que también cuenta con otros puntos de interés, como el Anne Frank Zemtrum. La mejor manera de conocer a fondo la ciudad es apuntarse a las numerosas visitas a pie que organizan distintas empresas, con guías en castellano con grandes conocimientos. Cerca de Berlín también se puede visitar Potsdam, famosa por la conferencia que allí realizaron los Aliados, o el campo de concentración de Sachsenhausen.

Más información | Visit Berlin

Las devastadas Hiroshima y Nagasaki

En el centro de Europa se dieron millones de muertos, ya sea resultado de las batallas de la propia guerra o por el Holocausto, y muchas ciudades fueron arrasadas hasta casi ser borradas del mapa. Pero las ciudades que sí que fueron literalmente destruidas por completo, dejando centenares de miles de muertos y heridos, están lejos del viejo continente. En Japón encontramos las conocidas Hiroshima y Nagasaki.

Con la guerra en Europa casi cerrada (Berlín cayó el 2 de mayo de 1945) Estados Unidos decidió poner la directa en el frente oriental, arrojando sobre ambas ciudades las primeras bombas atómicas utilizadas en una guerra, los días 6 y 9 de agosto de 1945. Tal fue el golpe, que Japón anunció su rendición definitiva el día 15, siendo ésta firmada a bordo del mencionado USS Missouri en la bahía de Tokyo el 2 de septiembre.

Volviendo a las ciudades donde fueron arrojadas Little Boy y Fat Man, nombre de las bombas atómicas, Hiroshima es la ciudad más indicada para una visita. La bomba fue arrojada en el centro político y comercial de la ciudad, que tras quedar completamente destruido nunca fue reconstruido, por decisión de las autoridades locales. Ese lugar fue reemplazado por una visita obligatoria, el Parque Conmemorativo de la Paz.

El Cenotafio con la Cúpula de la Bomba Atómica al fondo
El Cenotafio con la Cúpula de la Bomba Atómica al fondo

Foto del Flickr de Leander Kirstein-Heine

En los más de 120.000 metros cuadrados de este parque llenos de árboles y senderos, se encuentra también el Museo Conmemorativo de la Paz. El museo cuenta tanto el antes como el después de la ciudad y los que lo han visitado aseguran que la visita no resulta precisamente demasiado agradable, aunque es necesaria.

Fuera del museo se puede ver la Cúpula de la Bomba Atómica, los restos del Salón para la promoción industrial, uno de los pocos edificios que sobrevivieron a la bomba. También es obligatorio acudir a ver la Llama de la Paz, una llama encendida en 1964 y que no se apagará hasta que no desaparezcan todas las armas nucleares de la tierra (parece difícil). Por último, en el mismo área se encuentra una de las piezas más conocidas del Parque, el Cenotafio en el que se recogen los nombres de más de 200.000 víctimas.

Nagasaki cuenta con parques y monumentos dedicados también a la paz, aunque quizás, si se visita antes Hiroshima la visita a la segunda ciudad no resulta imprescindible.

Más información | Visit Hiroshima

Las Ardenas

De esta lista de lugares con trasfondo bélico hay sitios más o menos bonitos, olvidándonos de su pasado. La bahía de Pearl Harbor, Normandía o Tailandia son sitios que visitaría por su belleza, y otro de esos sitios son Las Ardenas. La región de densos bosques entre Bélgica, Luxemburgo y Francia fue escenario del intento del ejercito nazi de recuperar terreno a los aliados tras el desembarco de Normandía. La intención era llegar hasta Amberes para negociar una tregua con los Aliados, pero la falta de combustible y la superioridad aérea hizo que los de Hitler fracasasen.

En el camino emprendido por el ejercito del Führer se quedaron muchos tanques, que hoy se pueden ver en distintas poblaciones de la región. Además por este escenario también discurre la Carretera de la Libertad, el camino que tomaron las tropas aliadas tras el desembarco, empezando por Utah Beach y acabando en Bastoña. Cada kilómetro de este camino cuenta con una señal fácilmente identificable.

Tanque Sherman junto con una estela de la Carretera de la Libertad en Bastoña
Tanque Sherman junto con una estela de la Carretera de la Libertad en Bastoña

Foto del Flickr de Barry Lewis

Pero además de carros blindados abandonados o donados por los contendientes y que han sido restaurados para su exhibición, Las Ardenas también tiene una ración importante de museos, memoriales y cementerios. Interesante puede ser visitar el Bastogne Historical Centre, con una buena colección de uniformes y armas ligeras, el Museo de la Batalla de Las Ardenas en La Roche-en-Ardenne (buena colección de rifles) o el Museo Bastogne Ardennes 44 en Bastoña, con una importante exhibición de vehículos.

Cerca de tu casa

Aunque España no ha participado directamente en ninguna de las dos Guerras Mundiales, a pesar de las colaboraciones con el bando nazi en la Segunda, cerca de la casa de cada uno de nosotros podemos explorar lugares que contienen restos de distintos episodios de la historia, sobre todo de la Guerra Civil.

Uno de los cañones que todavía sigue en su emplazamiento original en Punta Lucero (Vizcaya)
Uno de los cañones que todavía sigue en su emplazamiento original en Punta Lucero (Vizcaya)

Los hay más cuidados, como el búnker de Alicante que os enseñamos, o no tan cuidados, como el antiguo cuartel militar y defensas abandonadas en Punta Lucero (Vizcaya). A veces encontrar estos sitios no resulta sencillo, pero seguramente a pocos kilómetros de nuestro hogar podemos encontrar restos del pasado.

Y hasta aquí los nueve lugares del turismo bélico que consideramos imprescindibles. Nos hemos centrado en lugares que han sido escenario de batallas de distintas contiendas, aunque nos hemos dejado fuera por ejemplo el norte de África, las dos Coreas o Vietnam, así como lugares que no han sido quizás el campo de batalla pero muy interesantes, como podrían ser el Imperial War Museum de Londres o la Torre de la misma ciudad. Cualquier otra sugerencia será bienvenida en los comentarios.

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