A Reino Unido se le está pudriendo el pescado en sus puertos. Y el culpable, cómo no, es el Brexit

Varios camiones británicos esperan en un control fronterizo.
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Casi tres semanas después de que el Brexit entrara vigor, Reino Unido ya está viendo cómo su comercio se tambalea. Los británicos respiraban tras el acuerdo conseguido entre el país y la UE de no imponer tarifas ni aranceles al flujo de bienes, pero no tenían en cuenta la introducción de controles fronterizos y trámites burocráticos que en la práctica están suponiendo un dolor de cabeza para los negocios. Un ejemplo se vive en la industria pesquera, que está viendo retrasos e impedimentos a la hora de realizar sus exportaciones.

El hecho es que se les está pudriendo el pescado antes de poder enviarlo, dicen. Y a todo esto se le suma una crisis derivada de la falta de palés en la industria logística. Las consecuencias del Brexit ya saltan a la vista.

Huele a podrido. Transportar marisco de alta calidad tiene un tiempo límite para llegar al mercado en óptimas condiciones y si se pasa el tiempo límite, todos esos productos se van a la basura. Es lo que está pasando en los puertos británicos. "Tengo mucho que tirar porque no llegamos ni a  venderlo con un mercado casi cerrado", explicaba un comerciante de SB Fish. Los exportadores de pescado y marisco en Escocia ya ven cómo el Brexit amenaza con hundir su industria centenaria. El sector ya había recibido un palo con la pandemia, otro con el cierre de fronteras con Francia antes de navidad y ahora esto. De hecho, temen que, sin exportaciones, las flotas pesqueras tengan pocas razones para salir al mar.

¿La razón? la introducción de toda una montaña de certificados sanitarios, declaraciones de aduanas y controles que se tienen que cumplir desde que Gran Bretaña abandonó el mercado único de la UE. Y lo cierto es que algunos ya se lanzan a afirmar que le está costando a la industria más de un millón de libras al día.

Lo que creían y lo que ha pasado. En 2016, una gran parte del sector pesquero apoyó abiertamente el Brexit. En sus cabezas, creían que una vez fuera de la UE, sus cupos y restricciones, podrían pescar lo que les diese la gana mientras seguían vendiendo bajo sus condiciones. Se les prometió la posibilidad de “abandonar el complejo sistema de cuotas de pesca de la UE” y recuperar el control sobre quién puede pescar en aguas británicas. Pero el mundo no ha dado su brazo a torcer en este asunto. Y se han encontrado que los países de la UE prefieren comprar pescado dentro de sus fronteras aunque sea algo más caro porque llega antes y sin necesidad de tanta burocracia.

Según el nuevo acuerdo comercial entre el Reino Unido y la UE, la participación de la UE en las capturas en los mares británicos se reduciría en un 25% durante un período de transición de cinco años y medio. Después de eso, habrá que negociar nuevas cuotas. No tuvieron en cuenta todos los trámites y costes a la hora de enviar esos productos. ¿El resultado? Los pescadores escoceses ya amenazan con tirar su pescado podrido en los alrededores de Downing Street.

Inacción política. Cuesta imaginar las caras de los pescadores que dependen de estas medidas para llegar a fin de mes cuando escuchan a un diputado británico decir que “al menos ahora los peces son mejores y más felices porque son británicos”. Y para añadir más leña al fuego: la ministra de Agricultura misma afirmó que no se leyó el acuerdo del Brexit porque estaba ocupada preparando las celebraciones navideñas de su pueblo.

Falta de palets. La salida del país británico también afecta a los palets que ahora faltan en la industria logística. Debido a otro estándar para estos embalajes de madera que se ha prescrito desde Brexit, la industria de la logística advierte sobre retrasos en el transporte de mercancías con Gran Bretaña. Muchas empresas aún no se han convertido al estándar ISPM-15, que ha sido requerido desde la salida del país de la UE.

Se estima que ni siquiera la mitad de todos los palets que se mueven entre Inglaterra y Europa cumplen con las nuevas especificaciones ISPM y muchos de los funcionarios de aduanas de ambos lados del Canal de la Mancha tienen que hacer la vista gorda. Pero cuando la gente comienza a examinar los palés más de cerca, uno de cada tres camiones se detiene.

¿Por qué? Los palets son uno de los pilares logísticos del comercio internacional. Y sobre todo de Reino Unido. Para asegurar que la madera de la que están hechos no esté cargada de bacterias o insectos, todos los palets que ingresan a la Unión Europea deben cumplir con la Norma Internacional de Medidas Fitosanitarias No 15, lo que requiere calentarlos previamente a 56°C durante treinta minutos. Dado que los países de la UE no temen la contaminación entre ellos, el comercio intracomunitario no necesita cumplir con la norma pero sí miran con lupa los que provienen de Reino Unido. En el país ya advierten de que ni siquiera tienen suficientes palets estándar para mantenerse al día y poder cumplir con todas las exportaciones previstas.

Tanto la crisis del pescado como la de los palets son un buen ejemplo de la retahíla de problemas técnicos inesperados que sigue planteando el Brexit en el comercio británico, más de cuatro años después de la decisión de su pueblo de salir de la Unión Europea.

Imagen: Frank Augstein/AP

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