Barcelona quería más pisos sociales. En su lugar la construcción de nueva vivienda se ha paralizado

Ciudad Condal
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Desde su acceso al gobierno municipal, Ada Colau ha ejecutado un ambicioso programa de regulación del mercado inmobiliario. Barcelona ha experimentado así políticas con pocos precedentes en el resto de la península. Desde la obligación de destinar el 30% de cada nueva promoción a la vivienda social hasta la implementación de un índice de referencia que permita fijar precios máximos de alquiler.

Los resultados han sido mixtos. Y han tenido un efecto en la oferta.

¿Cómo? Deprimiendo la construcción de nueva vivienda. Lo ha explicado hoy la Asociación de Promotores de Cataluña, patronal de la construcción que siempre ha mostrado su recelo ante las políticas inmobiliarias del ayuntamiento: el número de promociones de nuevo cuño iniciadas en Barcelona durante los tres primeros trimestres de 2019 cayó un 55% respecto al año anterior.

Se está construyendo menos.

Contraste. Algo que ha tenido un efecto en el ritmo de construcción de nueva vivienda en Cataluña, a la baja un 4,6%, y que contrasta, según la patronal, con el conjunto de España, al alza un 8,7%. ¿Han influido las políticas del ayuntamiento? Es lo que argumentan los promotores. En su día, la medida provocó un conflicto del municipio con la Generalitat y aceleró la construcción durante los meses previos a su entrada en vitor.

Parálisis. ¿Qué pasó después? Que las solicitudes para promociones superiores a los 600 metros cuadrados, las afectadas por la legislación, cayeron. Según El País, durante los siete primeros meses de 2018 el ayuntamiento emitió 234 licencias de construcción. Al año siguiente, durante el mismo periodo de tiempo, tan sólo tramitó 64. Un descenso del 72% motivado en parte por la normativa.

¿Más caro? El sector inmobiliario recela de medidas intervencionistas porque deprimen la oferta y encarece la compraventa. ¿Qué ha sucedido en Barcelona a lo largo de 2019, primer año de la medida en vigor? Lo contrario. Los precios cayeron durante los dos últimos trimestres del año, un 1% y un 0,8%, una caída que no se registraba desde 2013. En agregado, la vivienda subió un 1,6% a lo largo de todo el curso.

Cifra que contrasta de forma nítida con el crecimiento del 7,7% de 2018.

A la baja. El mercado se está ralentizando en toda España. Según Fotocasa los precios de segunda mano cayeron un 1,3% al cierre de 2019. A nivel general, los pisos siguen subiendo (y también el alquiler), pero lo hacen a un ritmo más moderado. Un 3,2% el año pasado, muy lejos del 7,2% registrado en 2017, en plena fase alcista. Se espera que durante los próximos años los incrementos sean aún más moderados.

Políticas. Parece pues que políticas y mercado caminen, por el momento, por separado. Colau ha implementado varias medidas para controlar el alquiler, al alza durante los últimos años, en parte, por la presión turística. La reserva del 30% a vivienda social en nuevas promociones es una. Aún poco exitosa. El gobierno municipal admite que sus efectos comenzarán a notarse en 2021, y que para 2023 habrá doblado el parque social.

Imagen: Shai Pal

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