Copenhague ha encontrado una solución a sus problemas de vivienda: construir una isla artificial

Lynetteholm
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La capital danesa tiene un problema de espacio. Básicamente, no puede construir más viviendas por falta de terreno edificable. Desde la década de 1990, Copenhague lleva remodelando su frente costero en un intento de amplificación urbanística. Ahora, la solución de la ciudad nórdica pasa por construir donde antes no ha podido: en el agua. Ahí es donde piensan llevar a cabo Lynetteholm, la primera isla artificial donde puedan vivir miles de personas.

Aunque, a priori, pueda parecer un plan consistente, a la ciudad le han salido críticos. Y uno bastante inesperado: sus vecinos, los suecos.

Viviendas en el mar. El parlamento danés ya ha comenzado a debatir lo que sería un proyecto de ingeniería de enormes magnitudes. Quizás el plan de construcción más importante que ha vivido la ciudad en la última era. Si se aprueba, Lynetteholm, una masa de tierra de 2,8 kilómetros cuadrados, emergerá de las aguas del puerto. El objetivo es ganar espacio para que en 2050, puedan construirse suficientes viviendas para albergar a 35.000 personas. Esto no sólo aliviaría la crisis inmobiliaria crónica de la capital danesa, sino que también actuaría como un trampolín para un replanteamiento ambicioso de su infraestructura.

Transformar una ciudad. Pero claro, una ciudad en medio del mar no serviría de mucho sin infraestructuras que la conecten con la metrópolis actual. La idea es que la gente pueda ir a trabajar a la oficina de siempre pero vuelva a dormir a la isla. Por eso, los ingresos del desarrollo de viviendas financiarían un nuevo túnel debajo del puerto, a través del cual se enlazaría una línea de metro, así como una sección de circunvalación que proporcionaría tiempos de viaje más rápidos desde el aeropuerto hasta los suburbios ricos que forman el llamado cinturón del whisky.

El proyecto, realizado por una corporación público-privada llamada By og Havn (Ciudad y Puerto) que es copropiedad de la ciudad de Copenhague y el gobierno, pretende remodelar tanto la costa de Copenhague en el estrecho Øresund Sound como su red de tránsito para ello.

Mapa de Copenhague.

Sin espacio. Hay una gran escasez de espacio para nuevas viviendas en la isla de Zelanda, en la que se encuentra la ciudad. Se trata de una ciudad donde el crecimiento de la población supera con creces la construcción de viviendas y por eso el gobierno lleva calentándose la cabeza con soluciones para encontrar cualquier terreno edificable, incluso si el terreno en sí tiene que ser fabricado. A menor escala, la construcción de una isla artificial ya se  implementó con éxito hace años en el puerto sur de la ciudad.

Polémica medioambiental. Sin embargo, a medida que se acerca la decisión, los críticos advierten que Lynetteholm podría provocar graves daños ambientales. Y estos detractores de la iniciativa no son sólo grupos ecologistas daneses, como era de esperar, sino también un oponente internacional clave: las autoridades suecas. Algunos funcionarios de Skåne, la ciudad conectada a Copenhague por el puente Øresund, ya han dicho que se oponen rotundamente al proyecto porque se corre el riesgo de alterar las corrientes oceánicas. 

"Existe riesgo de contaminación y de reducción del flujo de agua hacia el estrecho. El Mar Báltico ya no está en el mejor estado y no queremos la más mínima modificación", explicaba el jefe de servicios de agua del condado de Skåne en un reportaje de Bloomberg. El mar que les separa de Dinamarca tiene solo poco más de 6,5 kilómetros de ancho. Además les preocupa los efectos potenciales de la futura construcción del túnel del puerto, la expansión del metro y la transferencia de obras de tratamiento de agua que actualmente ocupan parte del espacio de la isla.

La venta. Y por último, también hay quienes argumentan que el uso de terrenos de propiedad estatal para construir espacios llamativos a corto plazo con fines de lucro no es suficiente para proporcionar viviendas asequibles y aliviar la crisis inmobiliaria de Copenhague. El arquitecto y urbanista danés Jan Gehl explicaba en aquel artículo que en muchos de estos proyectos impulsados ​​por empresas semiprivadas, "no les importa un comino crear una buena área urbana, sino en hacer un producto de venta rápida".

De hecho, cuando se discutieron los planes de Lynetteholm por primera vez en 2018, algunos legisladores locales predijeron que no se realizarían más que viviendas de lujo. "Es crucial que no toda la tierra se venda a precios de mercado", defendía Ninna Hedeager Olsen a la revista de tecnología e ingeniería danesa Ingeniøren, advirtiendo de que “si esto sucede, será otro proyecto VIP, donde las personas con ingresos ordinarios no tendrán acceso y donde los costes de crear áreas verdes decentes serán demasiado altos para el municipio". Lo que temen es que Copenhague tenga que pagar una ciudad apartada a la que solamente puedan acceder los ricos.

Imagen: by og havn

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