"No es ninguna santa": Teresa de Calcuta, explicada según sus apasionados detractores

"No es ninguna santa": Teresa de Calcuta, explicada según sus apasionados detractores
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Mañana Francisco I procederá a santificar a uno de los iconos religiosos del pasado siglo XX. Teresa de Calcuta, nacida en Albania en 1910, cuando aún pertenecía al Imperio Otomano, murió en 1997 dejando tras de sí un infinito reguero de hospitales y casas de hospedaje para los más necesitados en un sinfín de países. Tras medio siglo dedicado en su integridad a cuidar, sanar y ofrecer asistencia médica a miles de desarraigados, enfermos terminales y marginales sociales, su figura trascendió al catolicismo. Se convirtió en un símbolo universal.

Tan poderosa era su imagen y la de las Misioneras de la Caridad, la congregación que ella misma fundó en Calcuta poco después del fin de la Segunda Guerra Mundial, que Teresa, nacida Agnes Gonxha Bojaxhiu, contó con el proceso de beatificación más rápido que se recuerda en El Vaticano (Juan Pablo II, en los años finales de su vida, tanteó la posibilidad de elevarla a la categoría de santa sin pasar antes por la beatificación: algo revolucionario).

Hoy, a una escasa década posterior a su fallecimiento y con dos supuestos milagros acreditados por Francisco I, Teresa de Calcuta se convertirá en santa. Su dedicación al palio de las heridas de los enfermos relegados a los márgenes de la sociedad la presenta, a priori, como una figura de incontestable pureza. Sin embargo, en el día de su santificación, Teresa de Calcuta sigue siendo una figura controvertida que acumula controversias, críticas y decenas de volcados opositores. ¿Cómo es posible que alguien así siga generando tanta polémica?

Hitchens: el muñidor de la otra Teresa de Calcuta

Pese a que las enmiendas a Teresa de Calcuta se realizan a lo largo de toda su vida, no fue hasta sus años finales cuando afloró el documento audiovisual que continúa influenciando la visión de muchos sobre la beata. En 1994, pocos años antes de su muerte, Christopher Hitchens grababa, conducía y presentaba al mundo Mother Teresa: Hell's Angel, un breve documental de apenas veinte minutos en el que atacaba los aspectos más oscuros y menos conocidos de Teresa, desde sus relaciones políticas hasta sus ideas reaccionarias.

La posición de Hitcens como el polemista indiscutible de la recta final del siglo XX, su narrativa brillante y sus ideas siempre puestas a fundar debates allí donde sólo hay armonía lograron que la conversación sobre Teresa de Calcuta trascendiera más allá de la bondad de sus actos.

Según Hitchens, la pobreza sólo era un instrumento para Teresa de Calcuta, que nunca trató de combatirla eficazmente

El documental de Hitchens tiene los sesgos propios de su persona. Pero hay elementos a los que merece la pena prestar atención. Desde el plano espiritual, Hitchens consideraba que la forma de misericordia, ayuda y compasión para con los pobres practicada por Teresa de Calcuta no tenía tanto de altruista como de expansión de la imagen del catolicismo por el Tercer Mundo. Para Hitchens, Teresa de Calcuta no aspiraba a erradicar la pobreza ni articulaba soluciones para ello, sino que regodeaba sus valores católicos en personas condenadas a la muerte.

No sólo eso: según Hitchens y otros críticos, rehuía la condena humanista de regímenes totalitarios o dictatoriales como el de Enver Hoxha en su Albania natal o de Jean-Claude Duvalier en Haití, apoyaba políticas conservadoras en el plano de las relaciones sexuales en países occidentales y, según Vijay Prashad, fomentaba una visión colonial de la pobreza.

¿Tienen sentido las acusaciones de Hitchens?

En función de quién interprete la figura de Teresa.

Desde su traslado a Calcuta tras una breve estancia en un monasterio de Irlanda, Agnes Bojaxhiu trabajó activamente junto a los pobres. Los resultados de su trabajo son puestos en duda tanto por prestigiosas revistas médicas como The Lancet como por otros académicos. En 1991, un artículo de Robin Fox en la prestigiosa publicación atacaba con dureza las condiciones de sus hospitales, señalando una carencia básica de cuidados elementales, tanto a nivel médico (calmantes para los moribundos) como de desempeño profesional.

Calcuta La pobreza, endémica en Calcuta, rodeó la vida de Teresa de Calcuta desde su traslado a la India.

Dos décadas después, un estudio de Serge Larivee y Genevieve Chenard aunando todos los trabajos académicos sobre los hospicios y sitios de cuidado montados por Teresa de Calcuta arrojaba las mismas duras conclusiones:

Teresa de Calcuta es todo menos una santa (dada) su más que dudosa forma de cuidar a los enfermos, sus contactos políticos cuestionables y su sospechosa gestión de las enormes sumas de dinero que le fueron entregadas, y sus ideas dogmáticas en relación a asuntos como el divorcio, el aborto y los contraceptivos.

Este último punto es uno de los aspectos más criticados por los sectores progresistas. Teresa de Calcuta realizó concienzudas campañas a lo largo y ancho del planeta clamando contra las prácticas abortivas y contra el preservativa, en sintonía con el mandado conservador de Juan Pablo II.

Como argumentan en Christian Today, en un artículo que nada tiene de apologético, estos aspectos son comunes a muchos otros misioneros católicos y a la ideología central de El Vaticano (pese a los intentos reformistas de Francisco I). ¿Se ataca a Teresa de Calcuta por su condición de católica? Quizá. Sin embargo, su carácter reactivo al Concilio del Vaticano II promovido por Juan XXIII la ubican en el lado más conservador del cristianismo, y la negación del preservativo como herramienta para prevenir enfermedades tiene poco de espiritual y mucho de ideológico.

¿Ideología para los pobres en forma de sanación?

Es ahí, en la ideología, donde se vierte parte de la crítica a Teresa de Calcuta.

En un artículo publicado por Slate en 2003, Hitchens definía a la beata como "una fundamentalista y un fraude", porque, según él, confortaba a los afligidos pero no afligía a los acomodados. En el documental, Hitchens saca a colación el caso de una negligencia empresarial que causó centenares de muertes por alta toxicidad en la India. Cuando Teresa de Calcuta acude al lugar, sólo pide "perdón" en repetidas ocasiones a los empresarios, una prueba, según él, de su incapacidad para retar al status quo y para defender al débil.

Reagan Teresa Durante sus giras por todo el mundo en la década de los ochenta, Teresa de Calcuta se reunió con toda clase de dirigentes internacionales. Y lo hizo con una agenda política: cuando Irlanda votó en referéndum sobre la introducción del divorcio en el sistema legal del país, dio mítines instando a los irlandeses a votar en contra. Además, defendió a regímenes de carácter autoritario como el albanés o el haitiano.

Ese "culto de la muerte y el sufrimiento", esa forma de aceptación resignada de los males, es central al catolicismo. Casa bien, además, con las críticas que se ciernen desde algunos grupos políticos de la India contra su visión de la pobreza, una en la que se realizan pocos esfuerzos para erradicarla y muchos para crear una celebridad mundial, expandiendo el catolicismo, a partir de ella.

Es en la India donde algunos políticos y opinadores son más tajantes contra la obra de Teresa de Calcuta. Para algunos, la beata sólo dañó la imagen internacional de la India exportando a todo el mundo las imágenes de la pobreza y ejerciendo de bálsamo a la miseria del Tercer Mundo para la conciencia de las sociedades occidentales. No sólo sus obras no lograron cambiar la situación de desesperación de muchos indios, sino que exportaron estereotipos y clichés sobre el atraso inevitable de la India, como defiende Aroup Chatterjee.

Francis Francisco culmina lo que, de forma entusiasta, inició en su momento Juan Pablo II.

Partidos como la Asociación de Voluntarios Nacionales, con representación parlamentaria y de carácter nacionalista, ultraderechista e hindú, acusan a Teresa de Calcuta y a las congregacionistas de las Misioneras de la Caridad de acudir a los moribundos tan sólo para convertirles al cristianismo, fingiendo cuidados paliativos terminales en forma de bautismos.

La santificación de una obra de medio siglo

Sus defensores blanden el impresionante historial de Teresa de Calcuta en la India: cuando Hitchens grabó su documental, la religiosa había montado más de 500 misiones a lo largo de todo el mundo, alcanzando el centenar de países. En la India y en Calcuta abrió una cadena vastísima de centros sociales y hospitales, alcanzando los cuatro puntos cardinales del país y atendiendo a miles de enfermos y personas en situación de absoluta exclusión social (pese a su crecimiento económico, el 20% de la población de la India sigue siendo pobre).

Y con todo, es posible argüir que gran parte de la crítica ideológica a Teresa se realiza desde el ateísmo o religiones diferentes al catolicismo, y que obvian las limitaciones que, desde el punto de vista del pensamiento liberal, podía afrontar una devota de la fe católica como la albanesa. Así, atacar la ideología (ferviente antiabortista y contra las soluciones anticonceptivas) de Teresa de Calcuta sería, simplemente atacar su fe. Esta perspectiva es discutible en tanto que no todos los cristianos opinan igual sobre esas cuestiones.

Más allá de sus milagros, la figura de Teresa de Calcuta continuará resultando polémica después de su santificación. Para bien o para mal, en función de quien desee juzgarla, su legado es vasto, y se expande por más de medio siglo.

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