Menos pacientes graves y hospitalizados más jóvenes: el prometedor efecto de la vacuna en Israel

Vacuna Israel
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Desde que comenzara la epidemia el público general se acostumbró a navegar un océano de datos para comprender lo que estaba sucediendo. Casi siempre de forma contradictoria. Ni el número de positivos declarados era la prueba del algodón ni las cifras de fallecidos se correspondían con la realidad exacta de la pandemia. Un año después, nuestra atención ha virado del impacto en el día a día de la sociedad a los potenciales efectos de la vacuna, la luz al final del túnel.

Y una vez más, tenemos que recurrir a Israel, el país más avanzado en la campaña, para entrever nuestro futuro cercano.

El contexto. Hasta ahora, habíamos contado con dos tipos de datos sobre el impacto de la vacunación en Israel: por un lado, el número de personas que habían accedido ya a la pauta de inmunización completa; por otro, estudios preliminares, recogidos aquí y aquí por nuestros compañeros de Xataka, donde se evidenciaba el positivo efecto de las dosis en la inmunidad de sus receptores. Ambas tenían un problema. Eran demasiado teóricas. Necesitábamos resultados prácticos.

Y aquí están. Primero, la parte fácil: todos los parámetros relativos a la pandemia han caído desde el pico de mediados de enero, muy crudo y ya con la campaña de vacunación en marcha. Los fallecidos diarios han caído un 63%; los casos notificados, un 56%; el número de enfermos graves, un 46%; y el número de nuevas hospitalizaciones graves, un 36%. Ofrece las cifras Eran Segal, científico del Weizmann Institute, la institución pública encargada de monitorizar el coronavirus en Israel.

Por separado ninguna métrica ofrece una prueba definitiva sobre la remisión de la epidemia. En conjunto sí.

Hay peros. ¿Podemos atribuir tan agudo descenso a las vacunas? La respuesta es compleja. Es cierto que un 40% de los israelíes ya ha recibido la pauta completa de vacunación y que los estudios preliminares sobre el efecto de la inmunización evidencian muy claramente su efectividad. Pero también que la mejora de los datos de contagios y hospitalizaciones se pueden deber al efecto del confinamiento (estricto) decretado a finales de año y al agotamiento de esta ola epidémica.

Los contagios han caído en casi todos los países europeos tras el pico de la tercera ola. España es un ejemplo claro: sólo hemos vacunado completamente al 2,7% de la población y la IA ha pasado de 860 a finales de enero a poco más de 175 hoy.

La clave. Acudamos al perfil de hospitalizados para tener una imagen más precisa. A finales de diciembre, cuando la campaña de vacunación apenas daba sus primeros pasos, los israelíes mayores de 60 años representaban el 80% de hospitalizados graves por covid. Hoy, con la mayoría de la población mayor vacunada, son menos del 50%. Otro dato: antes de la vacuna, el sistema hospitalario registraba un 60% más de altas para mayores de 60 años que para menores. Hoy el porcentaje se ha invertido: están recibiendo a más "adultos" que "ancianos".

El efecto. En la práctica y más allá de los datos, Israel ha dado el paso definitivo para atajar la epidemia: está consiguiendo que la población más vulnerable, la que más porcentaje de la mortalidad acapara, pise menos el hospital. Tanto en cuadros leves como severos. Sus nuevos pacientes son más jóvenes y tienen más posibilidades de supervivencia cuando son ingresados. Lo que se está traduciendo en una caída aguda de los fallecidos. Es aquí donde la vacuna puede estar jugando un rol clave.

Y donde se acentúa de vacunar rápido y pronto.

Imagen: GTRES

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